El historiador zuliano Yldefonso Finol pone en contexto la confrontación armada que está arribando a su bicentenario
La Batalla Naval del Lago de Maracaibo no fue un simple epílogo del proceso de Independencia, sino el evento militar que fuerza la capitulación española, algo que no se había logrado alanzar en Carabobo, 25 meses antes.
El planteamiento lo formula el historiador, economista, escritor y constituyente zuliano Yldefonso Finol, quien se anticipa a aclarar que no pretende en absoluto restarle valor histórico a la Batalla de Carabobo, considerada, con contundentes argumentos, como fundamental en la emancipación nacional.
Finol, en entrevista para la revista Libertador Ocho Estrellas, sostiene que después de Carabobo no hubo capitulación del enemigo. «Ganamos en muy buena lid, pero después de esa batalla están registrados 61 combates adicionales de importancia, solo en el territorio de lo que hoy es la República Bolivariana de Venezuela. De esos, 52 fueron en tierra con ejércitos, infantería y caballería; 6 fueron navales y 3 fueron acciones de sitio.
Aparte de esa intensa actividad armada, en el lapso de dos años y un mes transcurrido entre Carabobo y Maracaibo, hubo importantes acontecimientos políticos que encaminaron a la región completa hacia su Independencia.
«Bolívar estaba en la Campaña del Sur, procurando la liberación de Nueva Granada, pero acá no se había derrotado a los realistas plenamente —afirma el historiador—. Eso era tan evidente que (Francisco de Paula) Santander tuvo que pedirle a Bolívar que regresara porque Francisco Tomás Morales había logrado llegar hasta Bailadores y amenazaba con avanzar hacia Bogotá, entrando por Cúcuta. Santander estaba en pánico. Por fortuna no hizo falta que Bolívar se ocupara de eso porque Rafael Urdaneta se movilizó hasta Táriba e hizo que Morales se viera obligado a replegarse a Maracaibo».
Precisa Finol que, tras ser derrotados en Carabobo, los españoles lograron retomar el control de Maracaibo, que se había declarado republicana el 28 de enero de ese año (1821), bajo la conducción de Urdaneta. De hecho, esa declaración de adhesión a la República se considera una de las causas del recrudecimiento de la guerra, que condujo al desenlace de Carabobo.
“La insurrección que encabezó Urdaneta ocurrió dos meses después de la firma del Tratado de Regularización de la Guerra, en Trujillo, entre Bolívar y Pablo Morillo y provocó la ruptura del armisticio, lo que desemboca en la batalla de Carabobo”, subraya el entrevistado.
«Esto nos lleva a otra de las grandes mentiras de la historiografía centralista, la que dice que Maracaibo se incorporó tardíamente a la República. Eso es absolutamente falso: Maracaibo se incorporó precozmente porque el día que llegó Alonso de Ojeda al Golfo de Venezuela, el 24 de agosto de 1499, hubo enfrentamiento armado, y lo dice el propio Amérigo Vespucci en su carta de 1500. De una forma fanfarrona, cuenta que los indios los recibieron a flechazos y que ellos los cañonearon y ‘luego probaron el filo de nuestros fierros’. Es decir, que los zulianos nos alzamos contra los invasores desde el día que llegaron», recalca.
Sobre los protagonistas de la batalla, Finol también tiene una visión alternativa. A su juicio, la historiografía antibolivariana se encargó de marginar a Manuel Manrique, a Pedro Lucas Urribarrí, a Felipe Baptista, a nuestras heroínas Ana María Campos, Mercedes Alaña y Domitila Flores, al tiempo que ha ensalzado a Padilla, quien luego traicionó a Bolívar, al punto de que en Maracaibo, la avenida más importante se llama Libertador, y la segunda, Padilla.
Explica que la estrategia de cruzar la barra y entrar al lago con los barcos de la Armada republicana, la diseñó Mariano Montilla, el comandante general de las fuerzas patriotas en el Departamento del Magdalena, que era toda la costa caribe colombiana. “Él había vencido a los realistas en Cartagena y Santa Marta y por eso Bolívar decidió que fuese él quien se encargara de esta acción contra Morales, en una fase de la guerra que, como lo vislumbró Pedro Briceño Méndez, sería fundamentalmente marítima. Montilla incorporó a navegantes como Renato Beluche y Nicolás Joly. A otro que se le debe dar crédito es a Urribarrí, que era un marinero supervergatario. Manuel Manrique, uno de los héroes olvidados de nuestra Independencia, se dio el lujo, el 16 de julio, de tomar la ciudad por la zona sur, por Los Haticos, destruir todas las baterías que tenían en el puerto, confiscar el polvorín y los alimentos. Dejó a Morales sin logística, muy debilitado en tierra y con diferencias tácticas muy fuertes con Ángel Laborde, el otro comandante”.
Para Finol, la Batalla Naval del Lago de Maracaibo tuvo una importancia trascendental en el contexto de la guerra contra España. “Primero que nada, debemos verla con enfoque de unión cívico militar porque Ana María Campos, Mercedes Alaña y Domitila Flores no eran ni siquiera militares y tampoco lo eran los pescadores de la llamada flota sutil. Por otro lado, este resultado lo celebraron desde Guayaquil hasta Panamá. Eso fue una rumba de tres días en todos lados cuando la gente se enteró, y gaita pareja durante un mes en Maracaibo —asegura—. No era para menos porque Francisco Morales, el derrotado, había sido lugarteniente de Boves, fue un monstruo que había victimizado a Venezuela desde el extremo oriente y sur hasta el occidente. La derrota provocó un cisma en el seno de las fuerzas realistas; porque Morales y Laborde se hicieron ataques hasta el fin de sus días, y en La Habana hubo un debate que repercutió en Madrid sobre los errores tácticos y estratégicos que cometieron ambos. El fracaso causó una desmoralización general que ayudó a que los derrotáramos en el sur”.