Trabas económicas ceden con diálogo
Resultados concretos de encuentros de México
Mucha gente se impresiona por la manera rápida como han producido resultados concretos los acuerdos alcanzados en México entre el gobierno constitucional de Venezuela y el sector opositor que representa más abiertamente los intereses de los Estados Unidos.
Y es que parece insólito que luego de tantos años de paralización de la industria petrolera, luego de un largo tiempo de severas limitaciones a nuestras exportaciones de hidrocarburos, unas páginas firmadas en Ciudad de México hayan activado velozmente las operaciones y ya se hable de Venezuela nuevamente como proveedora de crudo al mercado estadounidense.
Es una demostración clara de que los gravísimos problemas económicos que ha sufrido Venezuela durante más de una década se deben (principalmente, sin negar otras causas) a las acciones deliberadas de sabotaje desplegadas por el imperialismo con la intención de generar un cambio político e instalar un gobierno títere.
Derrotadas todas las iniciativas en ese sentido y atosigado por su propia crisis energética, Estados Unidos acepta dialogar y, de inmediato, todo fluye. Más claro no puede ser.
Lo que pudo evitarse, pero no quisieron
Cuando se avanza en la solución de un problema que parecía irresoluble es normal preguntarse por qué esto no se pudo lograr antes.
En este caso, la explicación es sencilla: uno de los factores de este conflicto político no quiso, hasta ahora, llegar a un acuerdo.
Aunque la maquinaria mediática siempre presenta los hechos de manera contraria a la realidad, lo cierto es que ha sido la oposición (bajo la dirección de Washington) la que se ha negado a negociar. En varias oportunidades se han sentado a la mesa, pero es obvio que ha sido solo para luego patearla.
Es cierto que la última suspensión unilateral fue decisión del gobierno de Venezuela, pero la causa real fue la decisión de Estados Unidos de torpedear el diálogo, al ejecutar el secuestro e ilegal extradición del funcionario diplomático venezolano Álex Saab, quien debió formar parte de la delegación nacional.
El retraso de varios años en la suscripción de un acuerdo tuvo efectos abominables para el pueblo en su conjunto. ¿Cuántas muertes, enfermedades, hambre y miseria pudieron evitarse si no hubiese prevalecido la absurda idea de que la ultraderecha avalada por Estados Unidos era capaz de imponer un gobierno en Venezuela?
¿Quién pagará los daños?
Los hechos de los últimos días demuestran que la ruina económica en la que el país cayó durante varios años fue causada a propósito por los factores antirrevolucionarios. La estrategia fue parcialmente derrotada por el gobierno y el pueblo, al costo de grandes sacrificios y ahora, cuando esos factores aceptan llegar a acuerdos, de pronto (en apariencia), todo vuelve a funcionar con normalidad.
Una de las preguntas que surge es si el acuerdo significará que los daños causados a nuestro aparato productivo y, sobre todo, a la sociedad en su conjunto, quedarán sin reparación.
Es una condición dura de aceptar: ver impunes a los perpetradores de los ataques contra la principal industria nacional, los que sabotearon los servicios públicos, los que clamaron por medidas coercitivas a gobiernos extranjeros, los que aplaudieron el bloqueo, los que instigaron a la población a huir del territorio nacional. ¿Algún día habrá justicia para tales acciones antinacionales y genocidas?
El acuerdo debe ser la ruta
Pese a lo arduo que es aceptar aspectos como el anterior (la impunidad y el descaro de quienes propiciaron antes las salidas violentas) no queda la menor duda de que el acuerdo debe ser la ruta en lo sucesivo.
Si se sigue avanzando en el camino de entendimientos específicos que desactiven las trabas impuestas artificialmente a nuestro desempeño económico, se obtendrán nuevos resultados efectivos y rápidos.
En 2023 podría lograrse una significativa recuperación de la industria petrolera y del sector eléctrico, claves para el impulso de todas las demás actividades económicas y, primordialmente, para el desarrollo de las políticas sociales que se han estancado en los últimos años por la merma sustancial de los ingresos.
También quedará en evidencia, con cada paso que se dé en la conciliación, que el chavismo está plenamente dispuesto a seguir sometiéndose a los dictámenes de la mayoría en los centros de votación.
La prédica contra los procesos electorales ha sido parte inseparable de la estrategia imperial, junto con el sabotaje económico y el empeño en causar el mayor daño social posible. Ya una parte de las oposiciones ha renunciado a esa modalidad de suicidio político. Ahora falta que el ala pirómana (es decir, la que estaba sentada en la mesa de México) se meta en ese carril.