Por: Beltrán Haddad
Más allá de la elección del Presidente de la República, el voto representa en estos momentos la garantía de la existencia del Estado constitucional de derecho que rige en Venezuela, a partir de la Constitución de 1999 aprobada por referendo. Esto significa que el voto asume una importancia determinante el próximo 28 de julio en todos los ámbitos de la vida nacional y ante cualquier peligro que genere la no aceptación de un resultado electoral adverso, venga de cualquier sector, negando por completo el alcance de lo que el voto significa para la democracia, su importancia y su valor en la participación y protagonismo del pueblo en ejercicio de su soberanía. No reconocer la trascendencia del voto crea inconstitucionalidad; con el riesgo de que un acto de fuerza abra las puertas a doctrinas que anidan el terror y la represión sistemática. Son acciones que pueden acometerlas, sobre todo en este país de conspiraciones que no cesan y en una América Latina donde el fascismo y elementos neonazis se agrupan y se reacomodan.
Venezuela se aviene a una nueva intuición de la vida —como diría Gramsci— hasta que esta se convierta en un nuevo modo de sentir y ver la realidad, o sea, es esa intuición a la que está ligada la lucha por una nueva vida. Pero eso precisa que la gente esté alerta ante situaciones que pudieran activarse, como la doctrina de la seguridad nacional; o lo que se conoció como “granja de espejos” (1989) en Bolivia: al igual que torturaban en prisión, ejecutaban la muerte en prisión; o los “pozos de la muerte” en Venezuela, país que tuvo dolorosos momentos de “noche y niebla” en las décadas de los 60, 70 y 80 del siglo pasado; a semejanza de la nefasta orden nazi de hacer prisioneros a los que hicieran resistencia para luego desaparecerlos, como desaparece la noche y de la misma forma en que el sol lo hace con la niebla.
La doctrina de la seguridad nacional tiene sus enfoques, al punto que la consideran un sistema político para gobernar; sin embargo, en la realidad es una doctrina de la muerte que décadas atrás dejó un rastro de miles y miles de muertos, torturados y desaparecidos con el “Plan Cóndor” en América del Sur y con la “Operación Charlie” en Centroamérica. Cuando se afirma la subordinación de la legalidad misma a la Constitución, hay que tener cuidado con los que conspiran a la sombra de un resultado electoral y desdeñan el voto. No vienen por la paz.