De Chávez a Maduro
En ese contexto, donde los BRICS quizá se expandan, donde Europa Occidental confronta niveles históricos de inflación, y donde Washington busca consolidar alianzas en el Indo-Pacífico, Nicolás Maduro se reúne con el próximo Secretario General de la OPEP, el kuwaití Haitham al Ghais
Nadie, en su sano juicio, o libre de mezquindades políticas, puede negar la influencia geopolítica de Venezuela. Ni siquiera sus más acérrimos enemigos ideológicos. No es secreto que desde la irrupción de Hugo Chávez Frías en la política criolla, la patria de Bolívar se puso bajo el prisma de los poderes fácticos globales.
Y, ojo, hablamos de la irrupción en política de Chávez, no de su llegada a la presidencia. ¿Por qué? Porque en el llamado mundo unipolar, con Washington como hegemón, y la amplia gama de países arropados por su visión; aquella que se esbozó en el llamado Consenso de Washington, que de manual económico pasó a convertirse en biblia para la uniformidad de la política exterior hemisférica; el zambo de Sabaneta se atrevió, apenas liberado de la prisión, a visitar Cuba. La Cuba de Fidel, la Cuba que sufría, como hoy, el bloqueo arbitrario de Estados Unidos y una permanente campaña de demonización.
No llegaron a calibrar en un primer momento lo que eso significaba; pero estaba claro que les molestó. Más aún cuando Chávez venía del ámbito militar; espacio que por décadas controlaron vía Escuela de las Américas u otros mecanismos de “diplomacia militar”.
Luego, cuando Chávez llega al Palacio de Miraflores, cuando Chávez rompe con las líneas políticas de sus predecesores, cuando los aliados incondicionales de Washington empiezan a ser dejados de lado en la escena criolla; la molestia se va tornando en preocupación.
Aunque, todavía tenían la esperanza que este militar entrará por el carril de la política tradicional; la situación se agrava para ellos, cuando reconfirma su vocación Bolivariana, de unidad regional y enfrentamiento a los poderes hegemónicos.
Chávez, con una visión geopolítica admirable, visita la República Popular de China, la Federación Rusa, que iniciaba su recuperación como gran potencia mundial, nuclear, visita los países del medio oriente y para más inri revive la OPEP.
Esto sí tenía un impacto real, concreto, en el gran juego de la geopolítica, tenía que ver con la recuperación de los precios del petróleo. Allí se presenta una contradicción, por un lado el hegemón ve desafiado su estatus; de otro, quienes sostienen, financian, el establishment, ven beneficios en sus ganancias. Las “Siete Hermanas” también se benefician del incremento.
Lo de la OPEP, para muchos, significaba un reto titánico. Poder reunir en una cumbre a presidentes y jefes de Estado, después de 25 años, parecía irrealizable. No olvidemos que dos de sus países, Irán e Irak, habían estado enfrentados en una larga guerra; que los otros miembros tenían agendas propias, unos cerca de Washington, y otros no tan cerca.
Sin embargo, entre el 26 y 28 de septiembre del año 2000, la cumbre se efectuó en Caracas. No fue solo una reunión para tratar temas petroleros; Chávez, con la agudeza que lo caracterizaba, llevó a que se tratarán temas como la relación comercial norte-sur, la deuda externa como arma de extorsión contra los países del sur, la ecología.
Había emergido una voz aguda y fuerte contra el neoliberalismo que se sentía infalible y todopoderoso. Ya lo miraban diferente, ya no era el presidente de una “republiquita bananera”, como intentaron hacerlo ver en un primer momento; eso costó un golpe de Estado, en 2002.
Podría especularse que todo empezó en aquel periplo por Eurasia. Hoy, 22 años después, otro presidente venezolano culminó un similar periplo, con una agenda clara, consecuente a la línea iniciada aquel año 2000.
La apuesta por la multipolaridad, por el respeto a la carta de la ONU, a la soberanía de todas las naciones, al cuidado del medio ambiente, al respeto de la diversidad, a la resolución pacífica de los conflictos, a un comercio internacional justo.
La gira de Nicolás Maduro se efectúa en un momento de conflicto en Eurasia, por las ambiciones expansionistas de la OTAN, bueno en realidad de Washington; la Unión Europea y la OTAN son entes a su servicio.
Cuando la irresponsabilidad de Washington y los intereses de algunas corporaciones están tensando la situación con la República Popular de China. Esas provocaciones en torno a Taiwán pueden desatar otro conflicto que afecte a todo el mundo. Quizá más a sus “aliados”. Aunque quizá la preocupación porque China tenga mayor preponderancia en el mercado de microchips y semiconductores, si integran plenamente a Taiwán, los lleve a cometer un absurdo.
En ese contexto, donde los BRICS quizá se expandan, donde Europa Occidental confronta niveles históricos de inflación, y donde Washington busca consolidar alianzas en el Indo-Pacífico, Nicolás Maduro se reúne con el próximo Secretario General de la OPEP, el kuwaití Haitham al Ghais, nombrado en enero pasado, pero que asumirá su cargo en agosto.
Bastante significativa esta reunión, sobre todo porque hace unas semanas, y a propósito de la operación rusa para desnazificar Ucrania, Washington maniobró para tratar de crear conflictos en la OPEP, afortunadamente la OPEP, más la OPEP Plus, resistieron la embestida.
Venezuela, desde la fundación de la OPEP, allá por 1960, es una voz que se escucha, que se atiende en la institución, lo que le da derecho y predicamento. Resulta ocioso decir que al momento de planificar estrategias se espera su punto de vista.
Tiempos nuevos requieren respuestas acordes. La multipolaridad es una necesidad, allí Venezuela es un actor preponderante, por eso la acogida que tuvo el presidente Nicolás Maduro en su gira, como en su momento la tuvo Hugo Chávez.