¿Cómo se puede proponer al Premio Nobel de la Paz a una golpista como Machado que, en los países europeos, llevaría años en prisión? Pero ya se ha hecho, y se hizo con otros criminales de guerra
¿Qué impulsa a los principales periódicos europeos, incluso los «progresistas», a apoyar enérgicamente a un personaje como María Corina Machado que, si la antigua ecuación entre progresismo e izquierda es válida, no es progresista en absoluto? ¿Por qué estos diarios dedican páginas enteras a presentar como paladina de derechos a una persona que en su «programa de gobierno» -presentado a través de un candidato títere intermediario, alias Edmundo Gonzalez Urrutia- se declara partidaria del mismo modelo propuesto por “el loco de la motosierra” en Argentina (privatizaciones salvajes y recortes de servicios públicos), de Trump y del genocida Netanyahu en política exterior? ¿Cómo es posible que una oligarca supremacista blanca, a la que dan asco las mujeres “negras” (y pobres) – sea presentada como feminista y defensora del matrimonio igualitario?
Cualquiera con un mínimo de honestidad intelectual debe reconocer que sólo con el socialismo bolivariano las mujeres de los sectores populares y tradicionalmente excluidas (al punto de no tener ni siquiera cédula de identidad porque permanecían por generaciones al servicio de familias oligarcas como la Machado) tuvieron tanto éxito, libertad y poder para decidir sobre la propia vida y en la política.
Cualquiera, con un mínimo de honestidad intelectual, recordará el triste destino político reservado a la única candidata trans elegida entre las filas de la derecha en un ciclo electoral anterior. También recordará las manifestaciones organizadas por la extrema derecha a la que pertenece Machado para pilotear a los sectores reaccionarios de las iglesias evangélicas, emanaciones de esas poderosas multinacionales que alimentan a la derecha en Brasil, Argentina, África y América Latina, y que chocan con las asociaciones interreligiosas progresistas, aliadas al socialismo bolivariano.
Sectores reaccionarios que llegaron a asediar el Parlamento venezolano, precisamente para impedir que se discutiera la propuesta de «matrimonio igualitario» y chocaron con las organizaciones de la «sexo-diversidad» que apoyan al socialismo bolivariano.
La cuestión es que, como nunca antes, en el contexto de una redefinición de las relaciones de poder geopolítico a nivel global, también es necesario restablecer los paradigmas ideológicos de una nueva hegemonía, que cohesione el discurso de las clases dominantes. Es imprescindible, por tanto, establecer la separación definitiva entre la defensa de los derechos económicos, que son la base de la dignidad de la persona, y los llamados derechos sociales.
Es necesario, es decir, ocultar la asimetría de clases inherente a la defensa abstracta de los derechos sociales: porque una lesbiana blanca rica ciertamente tendrá más posibilidades de escapar del racismo que una lesbiana pobre, negra o indígena. Y porque la lucha contra el patriarcado -siendo un tema “sistémico” que recorre la producción y reproducción de la vida- es un eje fundamental de la lucha contra el capitalismo y el imperialismo, ya que se trata de conquistar la libertad para todas y todos. Y por esto es necesaria una elección de bando: porque si no estás ni de un lado ni del otro de la barricada, acabas siendo tu mismo la barricada.
Pero aquí entra en juego otro «dogma» de la democracia burguesa, el de la «independencia»: de la información, de las instituciones, etc., etc. Como si las opiniones no derivaran de una visión concreta del mundo, determinada por los intereses de clase. Así, por ejemplo, las declaraciones (tardías) de uno de los rectores del Consejo Nacional Electoral, abiertamente opositor, que sembró dudas sobre los resultados electorales, parecen más «independientes» que aquellas que, en cambio, invitan a respetar la democracia venezolana, presentando evidencias y no suposiciones.
Y así, los cientos y cientos de ONG, think tanks y partidos de derecha, se vuelven creíbles y, quién sabe por qué, «independientes», y sus declaraciones se toman al pie de la letra. Dada la gran concentración mediática, correspondiente a la económica, el nivel de “independencia” de los medios europeos lo pueden ver, en primer lugar, por el nombre de quienes la financian y de quiénes son los dueños de las «redes sociales».
Y se puede ver en los millones de euros que se destinan para apoyar la llamada «libertad de prensa» en Venezuela. El gobierno sueco ha decidido dar una última contribución «urgente» de 10.000 coronas: «para ayudar a los periodistas a documentar las restricciones a las libertades y a los derechos humanos tras las controvertidas elecciones en Venezuela», declaró el Ministro de Cooperación Internacional para el Desarrollo y el Comercio Exterior, Johan Forssell.
Hace dos años, una investigación del periódico sudafricano, Daily Maverick, denunció la financiación de un millón de libras esterlinas, proporcionada a organizaciones y medios venezolanos (entre ellos el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Prensa, Efecto Cocuyo y Radio Fe y Alegría) por parte del gobierno británico, a través de la Fundación Westminster para la Democracia.
A la nota de protesta del gobierno venezolano, el británico respondió, con arrogancia, que «la libertad de expresión y los medios de comunicación libres son necesarios para la democracia y protegerlos en todas partes del mundo es una prioridad«. El grado de protección de la libertad de prensa por parte del imperialismo británico se puede ver en el número de periodistas asesinados en Gaza por las armas suministradas a Netanyahu.
Y, al menos, debería hacernos sospechar que incluso los pasdaran de la izquierda ligera, reacios a todo lo que huele a «comunismo» como sinónimo de «dictadura», estén ahora ansiosos por retomar los argumentos de esa parte del Partido Comunista de Venezuela que acusa a Maduro de ser moderado y “antidemocrático”, pero votó … por la extrema derecha.
La cuestión es que, en el contexto de la «tercera guerra mundial fragmentada», según la acertada definición del Papa Bergoglio, la estrategia del «caos controlado» deseada por el imperialismo y la OTAN debe corresponder a la de la guerra cognitiva contra los cerebros y las conciencias, para que pierdan el vínculo entre significante y significado.
¿Cómo se puede conceder el Premio Sakarov a un nazi que ha reivindicado serlo, el venezolano Lorent Saleh, y tildar al socialismo bolivariano de “dictadura”? Pero ya se ha hecho, y la foto difundida por la ex presidenta chilena Michelle Bachelet, que debería tener un recuerdo de los nazis, mientras abraza a Saleh, fue la prueba del cortocircuito.
¿Cómo se puede proponer al Premio Nobel de la Paz a una golpista como Machado que, en los países europeos, llevaría años en prisión? Pero ya se ha hecho, y se hizo con otros criminales de guerra. Y ahora, en Praga, la señora es una de las tres finalistas del Premio Václav Havel de Derechos Humanos, que concede cada año la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa (PACE). El premio en juego es de 60.000 dólares. Servirán así para cubrir los gastos de los numerosos «influencers» que actúan en el extranjero en nombre de la extrema derecha y que deben adormecer el cerebro de los jóvenes.
Un video de la cuenta de Instagram @nitantukky muestra una conversación filtrada de Greg Allessandro Sewo Hernández, mejor conocido como @GregAventuras, en la que revela cómo funciona el pago. Sewo Hernández explica que los influencers contactados por el fascismo venezolano reciben un total de 400 dólares por un paquete que incluye la creación de dos reels en Instagram, dos videos para TikTok y ocho stories durante dos semanas.
El creador de contenido, que se encuentra en Argentina, señala que recibe el pago por adelantado a través de Binance. Sin embargo, en los mensajes se niega a ir demasiado lejos en sus llamados a la violencia callejera por temor a las consecuencias legales.
A un mes de las elecciones, las manifestaciones, de bandos opuestos, que tuvieron lugar en Venezuela indican la enorme desproporción entre la concentración de la derecha y la del chavismo. «No necesitamos salir a la calle todos los días, porque nuestros comanditos están en todas partes, en las comunidades», dijo Machado, justificando así, por el uso y consumo de micrófonos internacionales, la baja participación del público.
Pero los medios de guerra siguen funcionando a toda velocidad, para amplificar el peso y la influencia de la derecha. Hoy más que nunca, el socialismo bolivariano es un laboratorio que indica barreras y perspectivas de un posible modelo alternativo para este tercer milenio.
En el plato (un plato rico), está en primer lugar la posesión de los recursos. Venezuela tiene las mayores reservas de petróleo del mundo, valoradas en más del 30% este año; las primeras en oro, está en cuarto lugar en reservas de gas, es una de las primeras reservas de hierro, aluminio, coltán; posee el 21% de las reservas de agua de América del Sur… Recursos que, como dice abiertamente el plan «de gobierno» de Machado y sus compinches, deben ser nuevamente privatizados: empezando por la empresa petrolera nacional, PDVSA.
Está en juego la sólida posición de Venezuela en la redefinición de un mundo multicéntrico y multipolar que tiene en el centro la alianza BRICS, una alternativa al G7, al que el país ha pedido unirse. La cumbre 16 de la alianza, de la que Rusia ostenta este año la presidencia pro tempore, tendrá lugar en la ciudad de Kazán, del 22 al 24 de octubre.
Sin embargo, las reuniones preparatorias ya han comenzado. El viceministro para las políticas antibloqueo, William Castillo, participó en el VI Foro Municipal Internacional en el que se discutió cómo recuperar la economía de países que, como Venezuela y Rusia, se encuentran entre las cinco naciones sancionadas más perseguidas en el mundo; y por ello están desarrollando estrategias comunes.
Y la Viceministra para Europa, Coromoto Godoy, se reunió con el encargado de negocios ruso en Venezuela, Eduard Sokolov, para establecer las modalidades de participación en la cumbre de Kazán, en la que Venezuela participará como observador. Septiembre será un mes crucial de vísperas. Entre los más de 200 eventos programados en territorio ruso, se celebrará en Moscú, del 17 al 19 de septiembre, el Congreso Internacional de Tecnología, que se centrará en la búsqueda de «la soberanía tecnológica y el papel de los BRICS». Según anunció el canciller venezolano, Yvan Gil, en septiembre habrá una reunión de cancilleres en Nueva York para definir cómo Venezuela puede sumarse a la alianza.
Los influencers contactados por el fascismo venezolano reciben un total de 400 dólares por un paquete que incluye la creación de dos reels en Instagram, dos videos para TikTok y ocho stories durante dos semanas
Y el papel de Lula, que se juega entre los BRICS y el Mercosur, dentro del cual el presidente de Brasil se dice desde hace tiempo dispuesto a firmar un acuerdo de libre comercio con la Unión Europea, estaría en el origen de la dudosa actitud adoptada respecto a las elecciones presidenciales venezolanas.
Una postura abiertamente criticada en la reunión extraordinaria de los países de la Alba, la Alianza Bolivariana para los Pueblos de América, creada por Cuba y Venezuela, que expresó un firme apoyo a la soberanía del país bolivariano y un claro rechazo a la injerencia externa. Según el presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, que seguramente tiene experiencia por los asedios imperiales a su país, Lula y su homólogo colombiano, Gustavo Petro, «están compitiendo por el liderazgo en la región, en nombre de la administración estadounidense», que acecha y amenaza con el poder de sus bases militares y sus mercenarios.
Por otra parte, Daniel reiteró que el gobierno y pueblo de Nicaragua se opondrán a cualquier acto de hostilidad contra la nación bolivariana, con la que Nicaragua mantiene sólidas relaciones de amistad y colaboración. “Necesitamos prepararnos, Nicolás, para luchar y derrotarlos. Y tengan la seguridad de que en esta batalla pueden contar con los combatientes sandinistas”, dijo.
Otro gran punto en juego es la paz del continente latinoamericano, el único que aún no está infestado por la guerra imperialista. El objetivo de una extrema derecha que tiene sus baluartes en la región -dijo el presidente Maduro- es destruir la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), declarada “zona de paz”. Pero, quien se atreva a atacar a Venezuela tendrá que lidiar -dijo- «con nuestros amigos, que nos protegerán, porque mucha gente está dispuesta a todo para lograr la paz en Venezuela, que es la paz de Sudamerica«.
Mientras tanto, continúa el ataque al proceso bolivariano, articulado también por grandes multinacionales “humanitarias” como Amnistía Internacional, que ha salido al terreno lanzando una recogida de firmas contra el derecho del país a decidir sobre la base de sus propias leyes, y falsificando el número de fallecidos, como siempre atribuyéndolos al bando equivocado.
Es una lucha sin cuartel.
Nunca antes el frenético ataque contra la Venezuela bolivariana, sus instituciones, su proyecto social y su presidente, Maduro, reelegido el 28 de julio, tuvo un valor y un alcance que trasciende las fronteras del país latinoamericano, y las del continente al que pertenece.