El miércoles 21 de junio quedó sellada la segunda derrota del secretario de Estado norteamericano, Rex Tillerson, en su confrontación con Venezuela, iniciada diez años atrás cuando la corporación energética norteamericana ExxonMobil -dirigida entonces por Tillerson- abandonó la Faja Petrolífera del Orinoco al negarse a aceptar las nuevas condiciones impuestas por el gobierno de Hugo Chávez.
«Ya se cerró la resolución de derechos humanos y no está incluido el grupo de contacto» que acompañaría un diálogo entre Gobierno y oposición en Venezuela, dijo a la prensa el 21 de junio Luis Alfonso de Alba, representante de México ante la Organización de Estados Americanos, uno de los principales impulsores de la injerente propuesta, actuando por encargo del subsecretario de Estado de Estados Unidos, John S. Sullivan, que intentó impulsar, en la primera sesión plenaria de la cita, la aprobación de una propuesta que entre otros puntos buscaba crear un «grupo de contacto» para facilitar la negociación entre Gobierno y oposición de Venezuela, pero que el lunes 19 no alcanzó los 23 votos de 34 delegaciones que requería en una sesión especial de consulta de cancilleres, realizada al margen de la Asamblea.
«El grupo de contacto que usted está planteando me parece completamente inútil e innecesario. La única forma que podría imponerlo sería con sus marines que tendrían en Venezuela una respuesta contundente si se atreven a dar ese paso en falso», le replicó la canciller venezolana Delcy Rodríguez, presente en el encuentro para defender los intereses de la patria de Bolívar, pese a que se mantiene la decisión venezolana de iniciar el proceso de retiro del organismo.
Tillerson: enemigo de Venezuela
Toda la carrera profesional de 40 años de Tillerson transcurrió con Exxon, la cuarta empresa del mundo en valor de mercado, según la revista Forbes. Recién graduado de la Universidad de Texas, su estado natal, se incorporó en la mencionada compañía como ingeniero de producción y ascendió hasta el principal puesto en 2006, que conservó hasta diciembre del año 2016, cuando ya era inminente su nombramiento en el gabinete del recién electo Trump.
La enemistad de Tillerson con la República Bolivariana de Venezuela comenzó en el año 2007. ExxonMobil era una de las muchas compañías transnacionales que extraía petróleo en la Faja Petrolífera del Orinoco, a través de la operadora Cerro Negro. El presidente Hugo Chávez, en su estrategia de rescate de la renta petrolera, firmó un decreto de nacionalización que obligaba a la formación de empresas mixtas con el sector privado en las que gobierno tendría la mayoría de al menos un 51% por ciento. Todas las empresas extranjeras aceptaron, menos las estadounidenses ConocoPhillips y ExxonMobil.
Comenzó entonces un proceso de expropiaciones, litigios e indemnizaciones. ExxonMobil denunció el caso ante un tribunal de arbitraje internacional y reclamó US$10.000 millones como compensación.
El presidente Chávez no aceptó la suma pretendida, y finalmente un tribunal internacional concedió un pago de apenas US$1.600 millones, muy lejos de la petición de la petrolera e incluso inferior a la indemnización ofrecida inicialmente por Petróleos de Venezuela.
Para la corporación petrolera, acostumbrada a usar cualquier clase de herramientas para conseguir sus intereses comerciales, su salida del país con las mayores reservas de crudo del mundo, representó una tremenda derrota. Pero Tillerson, ahora devenido en funcionario de Trump, pareciera no haber olvidado y ahora la emprende contra Venezuela.
«Estados todos de acuerdo en el desastre que ha sucedido en Venezuela, producto sobre todo de un gobierno incompetente y disfuncional, primero con Hugo Chávez y ahora con el sucesor al que designó, Nicolás Maduro», dijo en una respuesta escrita publicada por la web Latin America Goes Global. También habló de «prácticas antidemocráticas» de Maduro y de la necesidad de una «transición negociada al orden democrático», curiosamente la principal bandera de la oposición violenta que desde el mes de abril ha convocado a manifestaciones en donde han fallecido cerca de 80 venezolanos.
Derrota en la OEA
A pesar de que inicialmente había anunciado su presencia en la reunión de la OEA en México, finalmente Tillerson decidió no asistir para supuestamente continuar “sus esfuerzos para disminuir tensiones en la región del Medio Oriente mediante reuniones personales y comunicaciones telefónicas con líderes de nuestra región y de la zona del Golfo», según informó el Departamento de Estado.
Anteriormente, la propia Casa Blanca había señalado «que el presidente sigue muy preocupado por la situación que enfrenta el pueblo venezolano y ha instruido al secretario Tillerson para que colabore con países en la región para impulsar las discusiones sobre Venezuela durante este importante encuentro», para luego cambiar de opinión apenas dos días después, probablemente cuando se percataron de que no le alcanzaban los votos para lograr una condena contra el gobierno de Venezuela.
El fracaso de Tillerson en la OEA, no obstante, no asegura que deponga sus intenciones intervencionistas contra Venezuela. Ya el14 de junio aseguró que el gobierno norteamericano está trabajando en una “lista muy robusta” de individuos de Venezuela para ampliar sus sanciones por las violaciones de derechos humanos en ese país. “Estamos trabajando con el Departamento del Tesoro para desarrollar una lista muy robusta de individuos” para sancionar, dijo Tillerson durante una audiencia en el comité de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes.
Luis Dávila