Cierta lógica del mercado, del mercado de la comunicación, de la información, es que cuando un tema se mantiene mucho tiempo en primera plana, en el top dicen algunos, sobreexpuesto, termina desgastándose. Pierde interés.
Cuando al establishment, a los poderes fácticos les conviene, apuestan a eso. Algunos hablan de la disfunción narcotizante de la comunicación, esto es que se usa para adormecer la opinión pública.
Algo de eso intentan siempre con temas incómodos. Por ejemplo, por décadas sabemos que Israel masacra a los palestinos, que viven en un genocidio permanente. Ellos han sabido dosificar la información, la han manipulado, se han apoyado en la industria del entretenimiento para estigmatizar a las víctimas y hacer simpáticos a los victimarios.
No resulta extraño que en un principio gente de buena voluntad se haya solidarizado con Israel, haya culpado a Hamas de “asesinos” salvajes por salir a defender las vidas de tanto palestino inocente, que diariamente es asesinado por fuerzas de ocupación dirigidas por sionistas.
Es hasta lógico, por décadas muestran en películas a los árabes, todos en su conjunto sin diferenciar, inclusive confunden persas y árabes; a todos, como fanáticos enemigos de Occidente.
Las escenas, repetitivas, pero efectistas, enseñan como detonan explosivos en hospitales, escuelas de niños. Muestran que disfrutan con los horrores de la guerra.
Hollywood y sus derivados convirtieron a los musulmanes en enemigos de todos; y como son enemigos de todos, como son crueles, merecen ser exterminados.
Por eso, gente de buena voluntad pensaba que la cruzada de Israel, de Estados Unidos, en Palestina, es justa.
Pero algo les ha fallado. La disfunción narcotizante se les revirtió. La sobreexposición también.
¿No dosificaron bien? Quizá. Pero, lo más importante, reitero una vez más, es que nuevos actores, con narrativas diferentes, surgieron.
Sobre todo, con narrativas creíbles, coherentes.
No es un trabajo de un día para otro, no. Repetimos, es coherencia, constancia. Se requiere, además, credibilidad. Con el tiempo se ven los frutos.
Volviendo al tema de Palestina, del genocidio sionista, la sobreexposición no quita la indignación de la opinión pública. El mundo repudia, de todas las maneras posibles, el crimen del Estado israelí. Vemos horrorizados cómo se masacran niños, y ancianos.
Las personas de buena voluntad, los que creían que los palestinos eran los malos, como en las películas, descubren que los crueles son otros. Ya entienden aquello de que los medios pueden hacer que terminemos amando al asesino y odiando a la víctima.
La opinión pública mundial reacciona. Los Estados rompen relaciones con Israel, otros llaman a sus embajadores a consulta, envían notas de protesta. Hasta los aliados de Israel lo llaman a “moderarse”.
Pero es que han surgido quienes toman la iniciativa antes tales horrores. No desde hoy, ya desde hace unos años se viene haciendo.
¿Será que nos olvidamos que en enero del 2009 Hugo Chávez Frías, en nombre de Venezuela, rompió relaciones con el Estado de Israel por una de las tantas masacres en Gaza?
Decía el comunicado, por cierto Nicolás Maduro era el canciller en aquel entonces, que Venezuela había decidido romper formalmente las relaciones diplomáticas con Israel «ante la gravedad de las atrocidades contra el pueblo palestino», en la franja de Gaza que había matado a más de 1.000 personas.
El entonces ministro de Relaciones Exteriores, Nicolás Maduro, en Venezolana de Televisión, dijo: “Venezuela insistirá ante la comunidad internacional para que sean denunciados ante la Corte Penal Internacional los crímenes de lesa humanidad cometidos por sus líderes«, aludiendo a los dirigentes israelíes.
Igual que hoy, Israel rechazaba el alto el fuego que negocian voceros diplomáticos internacionales y que Hamás dijo estar dispuesto a respetar.
«El gobierno de la República Bolivariana de Venezuela hace pública, ante los pueblos y gobiernos del mundo, su indignación por el reiterado desacato y desconocimiento del Estado de Israel de las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU, la última de las cuales fue aprobada el 8 de enero de 2009«, decía el comunicado.
Además, el Gobierno Bolivariano acusaba al gobierno israelí de “colocarse cada vez más al margen del derecho internacional…El comportamiento infame del gobierno israelí se ha traducido en 19 días continuos de bombardeos, el asesinato de más de 1000 personas, y el arrase de la infraestructura de la población de Gaza… Una catástrofe humana se está desatando ante los ojos del mundo entero”.
Coherente con su posición, se denunciaba que este repugnante ensañamiento contra la población civil, no era sino fiel ejemplo de la utilización reiterada del terrorismo de Estado por parte de Israel, cobrándose las vidas de los seres más débiles e inocentes: los niños, las mujeres y los ancianos.
Públicamente, el comandante Hugo Chávez culpó a los gobernantes de Israel por “violar el principio de convivencia pacífica entre los pueblos y utilizar de forma sistemática la guerra como política de expansión y herramienta de persecución contra el pueblo palestino”.
La cancillería reiteraba que la República Bolivariana de Venezuela, en coherencia con su visión de un mundo de paz, solidaridad y respeto al derecho internacional; en definitiva había decidido romper relaciones diplomáticas con el Estado de Israel.
Con Chávez se alinearon gobiernos como el de Evo Morales. También, como es constante, Cuba. En realidad, todos los países progresistas.
Con la pérdida de preponderancia del progresismo, el internacionalismo antihegemónico disminuyó en Latinoamérica.
Afortunadamente, hoy, más allá de matices, nuestros países parecen decididos a no ser arrastrados en las aventuras del hegemón y sus acólitos.
Un ejemplo es la posición neutral, en favor de la paz, en la guerra de la OTAN contra Rusia en suelo ucraniano.
Ni que hablar, en el genocidio contra el pueblo Palestino.
Eso preocupa a Occidente. De hecho, uno de sus medios más funcionales, BBC, contaba como Bolivia, a través de su ministra de la Presidencia, María Nela Prada, y el vicecanciller de Exteriores Freddy Mamani, informaron que Bolivia había tomado la determinación de romper relaciones diplomáticas con el Estado de Israel en repudio y condena a la agresiva y desproporcionada ofensiva militar israelí que se realiza en la Franja de Gaza.
El pronunciamiento señalaba que el país altiplánico exigía el cese de los ataques en la Franja de Gaza que han provocado, hasta ahora, miles de víctimas fatales civiles y el desplazamiento forzado de palestinos; así como el cese al bloqueo que impide la entrada de alimentos, agua y otros elementos esenciales para la vida, violando el Derecho Internacional y el Derecho Internacional Humanitario en el tratamiento de la población civil en conflictos armados.
Otro medio británico, The Guardian, señalaba que Bolivia era el primer país en el mundo en romper lazos diplomáticos con Israel a raíz del conflicto actual, que se inició el 7 de octubre pasado.
La mediática global, hegemónica, informaba que la ruptura de relaciones con Israel se producía un día después de que Luis Arce, presidente boliviano, se reuniera con el embajador de la Autoridad Palestina en La Paz, Mahmoud Elalwani.
Es bueno recordar que Bolivia restableció las relaciones diplomáticas con Israel durante el gobierno de Jeanine Añez, en 2020, pues en 2009 las había finalizado, luego del horror que llevó Tel Aviv a la Franja de Gaza.
Pero no sólo Bolivia reaccionó antes las espeluznantes escenas que el Estado israelí ejecuta en Gaza, también se manifestó el gobierno colombiano. En efecto, Gustavo Petro, presidente de Colombia, anunció el llamado a consultas de la embajadora de su país en Israel, Margarita Eliana Manjarrez Herrera.
Elocuente fue el mensaje de Petro publicado en la red X, donde señala que había decidido llamar a consulta a su embajadora en Israel. “Si Israel no detiene la masacre del pueblo palestino no podemos estar allá«.
Llamó la atención porque durante las últimas décadas, Colombia era considerado uno de los principales socios de Israel en América Latina.
A las pocas horas afloró otro pronunciamiento inesperado, fue Gabriel Boric, presidente de Chile, quien también hizo saber que estaba llamando a consultas al embajador en Israel, Jorge Carvajal, «ante las inaceptables violaciones del Derecho Internacional Humanitario en que ha incurrido Israel en la franja de Gaza«.
«Chile condena enérgicamente y observa con gran preocupación que dichas operaciones militares – que a estas alturas de su desarrollo comportan un castigo colectivo a la población civil palestina en Gaza – no respetan normas fundamentales del Derecho Internacional, como lo demuestran las más de ocho mil víctimas civiles, en su mayoría mujeres y niños«, señaló.
Es necesario hacer notar que Chile es considerado el país con mayor cantidad de palestinos, fuera del mundo árabe.
Ni hablar de los pronunciamientos, del respaldo con alimentos, de Venezuela, de las posiciones principistas de Cuba, Nicaragua; de las iniciativas de paz formuladas por Brasil ante el Consejo de Seguridad de la ONU. De las masivas marchas y acciones de calle en todo el orbe. Estados Unidos ha sido, en sus calles, testigo de encendidas protestas, en las que inclusive han participado ciudadanos judíos —no sionistas— en contra del horror de las fuerzas israelíes.
Europa, la Unión Europea (UE), no sabe cómo hacer para deslindarse, sin irritar a Washington. La Casa Blanca, enredada en sus contradicciones, trata de refrenar a Tel Aviv pues la carrera electoral ya empezó y el mal manejo le puede pasar factura. Sobre todo porque si el conflicto escala a todo el Medio Oriente, y el precio del petróleo crece, sus electores lo sufrirán. El sufrimiento de los electores ocasiona pérdidas de elecciones.
Y, volvemos a otro tema, la narrativa norteamericana, de Occidente en general, en defensa de los derechos humanos, en defensa de su concepción del mundo, se sigue devaluando.
Igual sucede con las instituciones brotadas luego de la Segunda Guerra Mundial; síntoma de que el viejo orden mundial fenece.
Allí está, nuevamente, el caso de la ONU.
El 2 de noviembre, la Asamblea General de la ONU aprobó, por amplia mayoría, un proyecto de resolución que pide a Estados Unidos levantar el embargo económico y comercial impuesto a Cuba desde 1960.
Como es usual, la resolución obtuvo 187 votos, y solo dos en contra: EEUU e Israel. Ucrania se abstuvo en la asamblea de 193 miembros.
Bruno Rodríguez, Ministro de Relaciones Exteriores cubano, denunció que el bloqueo de más de 60 años viola los derechos de todos los hombres y mujeres cubanos.
«Cuba se ve impedida de comprar a empresas estadounidenses y sus filiales en terceros países equipos, tecnologías, dispositivos médicos y productos farmacéuticos de uso final, y por lo tanto se ve obligada a adquirirlos a precios exorbitantes a través de intermediarios o a sustituirlos por drogas genéricas menos eficaces«, dijo.
Se recordó que, reiteradamente, la Asamblea General ha exigido a Washington que culmine el embargo; adoptando, desde 2012, proyectos de resolución similares.
Pero, al final, la voluntad del mundo expresada en aquella asamblea, quedará en nada. La ONU queda muy mal parada, pero la dignidad de Cuba, de Latinoamérica, se destaca. En el caso de Palestina, desde el 2009.