¿Cuántas de nosotras y cuántos de nosotros no hemos oído aquella canción del trovador cubano Carlos Varela, que dice “una mirada no dice nada y al mismo tiempo lo esconde todo”, ¿cuántas de nosotras y cuántos de nosotros no nos hemos visto en el espejo de nuestros días, en la casa, en nuestros espacios más íntimos hemos cuestionado al mismo tiempo nuestros discursos, frente a la realidad que transitamos?
Cuando eso, pasa —si es que te ha pasado— ¿qué te respondes?, ¿cómo te sientes con esa respuesta?, ¿qué dentro de ti y fuera de ti se ha transformado a partir de una pregunta que solo puedes y sabes responder tú?
Hace unos días, volví a esa canción en medio de la jornada y en la medida en la que esta melodía se repetía una y otra vez en mi cabeza, aparecía una palabra, (sí de esas que no dicen nada y al mismo tiempo lo dicen todo), esa palabra era, ‘ética’, la ‘ética revolucionaria’ para ser más precisa y justo la traigo a este espacio de debate de las ideas, porque sé que hay mucho en nuestras respuestas, en nuestros resultados militantes que se ven fortalecidos, por el peso de esa palabra, pues en su significado real, habita el mensaje amplificado de una revolución.
La ética forja el carácter de los pueblos, es precisamente ella la que les permite afrontar los días por venir de forma intersubjetiva, porque la construimos entre todas y todos, sí la ética se construye de forma colectiva y en tanto es conjunta nuestra certeza, la perspectiva de lo congruente y coherente es conjunta.
En la política estamos llamadas y llamados a ser coherentes porque es una tarea intrínsecamente humana, es lo que nos diferencia de aquellas y aquellos que no creen que los pueblos están compuestos por mujeres y hombres de valor, lo que nos diferencia de aquellos para los que el pueblo son solo métricas y números.
Así bien, como nos diferenciamos, también vale recordar y escudriñar en nuestras intimidades para recordar dentro de nuestros liderazgos, que la militancia no se da nada por sentado, que necesitamos de la constancia en nuestras acciones a partir de la comprensión de que los humanos cambian sus preferencias y solo cuando se espejan en algo lo suficientemente fuerte, sostenible se mantienen allí, pues, tarde o temprano replicarán acciones como resultado de años y años de siembra, de las coherencias, de la ética y nuestras ejemplaridades.
Tenemos la capacidad como humanos de ser perfectibles, en tanto vivamos con ética, sobre todo en aquellos espacios que no se ven.
¡Seguimos venciendo, palabra de mujer!