Históricamente, los líderes políticos de la extrema derecha venezolana, han ocultado sus programas neoliberales de gobierno, a sabiendas del enorme repudio que recibirán por parte del pueblo.
Desesperado por su poca pegada, el candidato Falcón se ha arriesgado a soltar uno que otro disparate sobre su agenda económica ante la opinión pública. En estos temas siempre hay silencio y excesiva prudencia por la andanada de críticas, ante la evidente inviabilidad de las propuestas. Por ejemplo, el disparate de la dolarización, solo logra legitimar el discurso y las acciones perversas de las mafias parasitarias que especulan salvajemente con el precio de las divisas. Esta gente no produce absolutamente nada, ni un solo bien o producto real, pero pretenden enriquecerse en la compleja trama del mercado negro que, mediante el bachaqueo, el contrabando o la sobrefacturación, encarecen artificialmente los productos o servicios antes de llegar a manos de los indignados consumidores.
Como los políticos de la derecha criolla tienen claras limitaciones (y evidente temor) sobre revelar sus verdaderas intenciones, han surgido una serie de voceros foráneos, que están haciéndoles la plana, explicando sin ningún rubor el plan de gobierno neoliberal que vienen maquinando para Venezuela. Indudablemente deben contar con la rastrera participación del apátrida Julio Borges, un patán de la política, que actúa siempre en las sombras, ratificando su ruindad personal, su carencia de escrúpulos y toda la inmoralidad de aquel que ha vendido su patria por míseras 30 monedas (las mismas con las que Judas Iscariote vendió a Jesús).
Pero no son simples monedas lo que está cocinando la extrema derecha de la Alianza del Pacífico. Están hablando de transar miles de millones de dólares en nombre de Venezuela a cambio de reimplantar
el neoliberalismo salvaje, una vez que logren el derrocamiento del Gobierno Bolivariano. Pretenden que las vetustas momias de la oligarquía criolla resuciten campantes olorosas a formol. Persiguen la restauración de los privilegios de clase de la añeja burguesía, en detrimento de los logros alcanzados por el pueblo venezolano.
Así, nos encontramos con sorprendentes declaraciones (que no han sido desmentidas por ningún líder opositor) como las del nada despistado ministro de hacienda de Colombia, Mauricio “nosalgassolo”
Cárdenas, el cual señaló que los buitres de la Alianza del Pacífico tienen preparada una “propuesta en el Fondo Monetario Internacional (FMI) de rescate financiero a Venezuela de 60.000 millones de dólares
para estabilización macroeconómica, que se aplicaría cuando haya un Gobierno dispuesto a tomar las políticas económicas correctas”.
Parece el verbo engatusador que utilizaría un Carlos Andrés Pérez resucitado para volver a hipotecar y desangrar a Venezuela. Algo así como tratando de vendernos espejitos a cambio de nuestro oro y petróleo. Una evidente rebatiña para quedarse con nuestras riquezas naturales y con el expolio de la privatización de las empresas del Estado.
Pues alerta, ya estamos más que avisados que la oligarquía colombiana sacó rápidamente la cuenta y tiene como objetivo prioritario llegar de primero y quedarse con los cobres que le generen su apócrifo “plan de rescate”. Con el increíble descaro de pretender dar supuesta solución a los problemas que ellos mismos se esmeraron en crear: el contrabando de extracción de gasolina, alimentos y medicinas; las tasas de cambio ilegales; el Carrusel, etc.
Nada de disimulos ni de respeto por parte de estos nefastos personajes, que actúan libremente violentando la soberanía, independencia e integridad de nuestro país. Este usurpador personaje
(¿será asesor del “presidente” Borges en el exilio?), anuncia además que “negociará” los empréstitos para salvar al país, nada menos que con la cúpula del Fondo Monetario Internacional, con el Banco Mundial
y con el secretario del Departamento del Tesoro gringo. Justamente el responsable del bloqueo sobre las operaciones financieras del país, las cuales impiden y dificultan la libre adquisición de alimentos, medicamentos y cualquier otro tipo de bien de capital que desee adquirir un estado libre y soberano como Venezuela.
Ninguno de estos países ofrece ayuda sincera para los problemas de nuestra población. Ninguno quiere colaborar con Venezuela, con respeto, como se haría con cualquier hermano, llenos de solidaridad.
No, a la oligarquía continental no le importa nuestro pueblo, solo quieren arrasar con el Gobierno y la Revolución Bolivariana. Ese es su verdadero objetivo. Entre esos lobos feroces no hay ángeles ni predicadores. Nada de amor cristiano. Nada bueno ha salido nunca de sus paquetazos neoliberales. Solo hay que preguntar a la inmensa mayoría de pobres sin dolientes, a los eternos excluidos de Colombia, Perú o México. Todos viviendo permanentemente en la miseria extrema.
Ya sabemos que, en la oscura noche neoliberal, la rapiña hambrienta de las oligarquías depredadoras y parasitarias siempre se quedan con todas las riquezas. Para el pueblo solo migajas. Es el pueblo humilde
el que siempre paga las cuentas de los “ajustes estructurales”. Ya sabemos cómo acaba todo: privatizaciones, eliminación de las pensiones, de la salud y la educación gratuita y el aumento desmedido
de todos los servicios: gasolina, agua, luz, gas. Los depredadores convierten en onerosa mercancía todo lo que cae en sus manos.
Las logias neoliberales quieren acabar y sepultar los logros sociales creados por la Revolución Bolivariana en beneficio del pueblo. Dios nos libre de estos demonios. Aquí hay un pueblo aguerrido que se enfrentará a cualquier intento de socavar nuestra soberanía.