El 26 de marzo de 1994 Hugo Chávez fue liberado de la cárcel de San Francisco de Yare gracias a un indulto que fue producto de un acuerdo entre el presidente Rafael Caldera con el Partido Comunista de Venezuela y el Movimiento Al Socialismo, con el objetivo de obtener apoyo para su recién iniciado gobierno y que dio inicio a la meteórica ascensión de Chávez al poder. Las estadísticas para el año 1994 justifican la insurrección del 4 de febrero: más de 80% la inflación, más del 11% la tasa de desempleo, una debacle bancaria, la suspensión de garantías económicas y el hambre en los sectores más vulnerables. Fueron casi dos años de condena por haber irrumpido contra una Miraflores que había traicionado al pueblo en 1958.
En ese lapso de encierro el poder económico y mediático intentó quebrar moralmente a los insurgentes y romper la militancia bolivariana de ellos. La prisión buscaba hacer de estos presos políticos entes sumisos que se dejarían incorporar a la maquinaria política, de manera que, si llegaran al poder por la vía electoral, fuesen “comprados” por Fedecamaras y que el pueblo presentara, a lo sumo, una nueva escena del Gatopardo: “cambiar para que todo siga igual”. Pero no, no ocurrió así. En la cárcel se pulió un programa político cívico militar que ya venía trabajando Chávez con Kléber Ramírez Rojas. A la cúpula entreguista le resulta difícil borrar en los presos políticos toda la luz que en ellos hay porque son luciérnagas humanas. En palabras de Simón Rodríguez “Los bienhechores de la humanidad, no nacen cuando empiezan a ver la luz; sino cuando empiezan a alumbrar ellos”. Son muchas las luciérnagas que han estado presas: desde Espartaco a Carlos Ramírez.
Espartaco fue un esclavo tracio que por dirigir la más grande rebelión contra el imperio romano en suelo itálico entre los años 73 y 71 antes de Cristo fue encarcelado al aire libre junto a seis mil esclavos en la Vía Apia hasta morir. Jesús, el carpintero y predicador judío que vivió a comienzos del siglo I en las regiones de Galilea y Judea, al igual que Espartaco fue encarcelado y humillado en el Gólgota, muriendo crucificado en Jerusalén en el año 33.
La novela Lazarillo de Tormes de 1554 cuyo autor según algunas fuentes es Diego Hurtado Mendoza, fue concebida en la cárcel de Mota cuando éste cumplía pena por irregularidades financieras. Algo parecido le pasó a Miguel de Cervantes. Estuvo preso entre septiembre y diciembre de 1597 en la Cárcel Real de Sevilla por problemas similares a Hurtado. Allí concibe Don Quijote de la Mancha. Fray Luis de León, fue acusado y condenado por el tribunal de la inquisición del 27 de marzo de 1572 al 7 de diciembre de 1576…
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Alí Ramón Rojas Olaya / Redacción Web.