Por: Francis Mujica
Los días transcurren y pareciera que la humanidad tiene memoria a corto plazo cuando se trata de temas verdaderamente importantes. En este caso específico hablo sobre la liberación de aguas contaminadas de la planta nuclear de Fukushima, situación que ha causado gran preocupación en la comunidad ambientalista internacional, pero que por no gozar de popularidad en las diferentes redes sociales y no ser un tema que produce fácil monetización para los llamados influencers, ha quedado en el olvido.
Antes de avanzar, revisemos lo ocurrido; el 24 de Agosto de 2023, bajo previa aprobación del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA), —ente encargado de control nuclear de la ONU—, Japón inició la liberación de agua contaminada de la planta de Fukushima, situación que será continua y progresiva por un periodo aproximado de treinta años.
Y seguro te preguntas: ¿A dónde será trasvasada el agua contaminada? La respuesta es esa que estás pensando; irá al mar, ¡sí! Al mar, específicamente al Océano Pacífico, la cantidad de agua acumulada en más de mil tanques se aproxima a un millón de toneladas, estas aguas se encuentran contaminadas con partículas radiactivas. Al contar con la evaluación de la OIEA, se espera que verdaderamente el trasvase no genere grandes afectaciones al suelo marino, a los ecosistemas y biodiversidad.
Pero es justamente la contaminación del mar (el cual es nuestro principal proveedor de oxígeno) y la afectación de los ecosistemas marinos, lo que preocupa y ocupa a la comunidad científica, a los ambientalistas y a los pequeños pescadores, quienes seguro se verán impactados por la poca confianza existente en la población ante el hecho de no existir certeza sobre si están consumiendo o no alimentos con contenido radiactivo.
Este hecho que debería generar alarma mundial, pareciera estar silenciado a favor de las grandes transnacionales, para quienes la vida del planeta queda en segundo plano, premisa que carece de elocuencia. La producción y la generación de riquezas para unos pocos, a cambio del desplazamiento territorial, contaminación de las aguas, desertificación de suelos a causa de las actividades industriales con fines energéticos; resultan acciones incoherentes y con mínimos rasgos de sapiencia.
Fukushima es más que un plan de acción para liberarse del agua contaminada, se trata de una de las tantas políticas a favor de los países que de una u otra forma generan saldos financieros y políticos para las organizaciones internacionales.
Por ello, este llamado a reflexión es una voz para que no olvides que, mientras lees este artículo, en el Océano Pacífico están vertiendo agua radiactiva.