Por: Carolys Helena Pérez González @carolyshelena
En algún lugar leí: “un título colgado en una pared indica que tienes una educación en la misma medida que tus zapatos indican que puedes caminar”; es decir, apenas es el principio de algo, una herramienta para hacer lo que decidas más no la garantía de que tu decisión será la correcta… Eso depende de otros aspectos.
De ser cierto, bastaría con procurar (y procurarse) educación formal para salvar al planeta, a la humanidad o hacer una Revolución; y no es así, lo sabemos, de lo contrario: ¿cómo podría tanta gente “bien educada” tomar decisiones tan poco razonables como robar los recursos que no le pertenecen en medio de una guerra y traicionar la confianza depositada en ellos y todo principio previamente estudiado?
Resulta que hacer una Revolución no es un problema “academicista” amerita la mezcla perfecta de estudio-praxis (formal y no formal), hacernos de las herramientas necesarias para la toma de decisiones y la guía de las misiones que nos sean encomendadas, así mismo de una voluntad férrea e inquebrantable de querer ser mejores militantes cada día, dominando el ego y reconociéndonos unas a otras ,unos a otros; en la diversidad que somos y en el universo infinito de responsabilidades institucionales, comunales, familiares e individuales como un gran equipo, un gran colectivo que cultiva aquella premisa robinsoniana: “pensar en todos (y en todas) para que todos (y todas) piensen en ti”.
Eso lo comprendió Chávez desde siempre; y por ello nos impulsó, en primer lugar, a visibilizarnos desde nuestras diversidades, territorios, comunidades; sin ningún tipo de complejo. En segundo lugar, a formarnos permanentemente y superar el voluntarismo; mediante una planificación exhaustiva que nos permita prever las acciones por venir y diseñar estrategias para confrontarlas y, en tercer lugar, a desarrollar la “vocación de poder”.
Por ello, es conveniente recordar que en este andar no vamos solas, solos; que el enemigo está allí animado siempre a atacar; que dichos ataques no son siempre con balas o bombas; y que muchas veces vienen desde dentro de ti mismo, de ti misma y te corresponde dar una batalla desde el corazón y el cerebro para no quebrarte, con el Fuego Sagrado de la conciencia avivado. No dejaremos morir lo que hemos parido y menos aún la vida que nos espera: el Socialismo Bolivariano y Feminista.
¡Venceremos!
¡Palabra de mujer!