La derecha sufre racha de derrotas diplomáticas
Ganó Lula, pero por poquito
El resultado de las elecciones brasileñas completa una serie de reveses de la derecha en América Latina que han barrido con el malhadado Grupo de Lima. La oposición venezolana no quiere asimilar por completo la derrota y, para atenuarla, dicen que sí, que Luiz Inácio Lula Da Silva ganó, pero por estrecho margen.
También alegan que su triunfo no le lava la cara de corrupto, aun cuando las acusaciones en su contra se cayeron por completo hace ya tiempo.
Igualmente se aferran –faltaría más, esa es su línea de acción tradicional- a las denuncias de fraude, a las llantinas de Jair Bolsonaro y a las guarimbas de los partidarios del troglodita brasileño.
Tienen que hacerlo porque perder el bastión del gigante suramericano es una derrota muy compleja. No solo pierde el gobernante ultraderechista que participó en todas las maniobras contra Venezuela, sino que pierde también el doloso procedimiento del lawfare, mediante el cual se interrumpió el gobierno de Dilma Rousseff y se impidió, en 2018, el triunfo de Lula.
Vino Petro, pero le ajustó las tuercas a Maduro
Otro puñetazo noble recibido por la oposición venezolana y sus aliados de aquel lado de la frontera fue la visita del presidente colombiano, Gustavo Petro, a Caracas.
Luego del oprobioso tiempo del subpresidente Iván Duque, lo peor de la derecha venezolana se había acostumbrado a tener a Colombia como su guarida, el lugar desde donde se perpetraron los peores planes para asesinar o derrocar al presidente Maduro. Pensaron que eso seguiría siendo así, a pesar de la victoria de Petro. Apostaron a que el nuevo mandatario tardaría meses o años en restablecer relaciones diplomáticas y consulares, reabrir fronteras y reactivar los mecanismos de integración.
Pero Petro y Maduro han puesto todo a rodar en menos de tres meses, al punto de que ya se produjo esta visita de Estado.
Ante la evidencia de este viraje radical, a la oposición partidista y mediática no le ha quedado mucho margen de consuelo. Solo se han aventurado a decir que Petro, en realidad, vino a apretarle las tuercas a Maduro. Bueno… si eso los tranquiliza, está bien, pues.
El dictador fue al COP27, pero porque fue en Egipto
Con el impacto adicional del factor sorpresa, de pronto el presidente Maduro apareció en Sharm El Sheikh, Egipto, para participar en la 27ª Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 2022, llamada COP 27, lo que dejó a muchos completamente estupefactos.
Se vino al suelo la cantaleta según la cual Maduro es una especie de paria confinado en el país porque si sale será detenido por Estados Unidos, la policía planetaria, o por algún cazarrecompensas como los que salen en las películas, que quiera ganarse el precio que Washington ha puesto por su cabeza.
Para que el porrazo no doliera tanto, los analistas dijeron que había podido hacerlo únicamente porque la cumbre se realizó en Egipto y no en un país del norte global.
Otros racionalizaron lo ocurrido diciendo que en este tipo de conferencias sobre la cuestión climática, los países democráticos son menos exigentes, permiten la entrada de dictadores, por motivos de fuerza mayor.
Macron saludó a Maduro, pero fue un encuentro casual
Uno de los cogotazos más rudos que ha recibido la derecha venezolana en esta sucesión de infortunios es el encuentro que sostuvo el presidente Maduro con su par francés, Emmanuel Macron, justamente durante el COP 27.
En este caso, la trompada tuvo las características típicas de esta época de redes sociales y videos cortos, pues se hizo viral el testimonio audiovisual del saludo y la conversación entre los dos jefes de Estado.
Para suavizar la bofetada, los grandes medios globales recurrieron a refinados giros retóricos. Dijeron que Macron y Maduro “se cruzaron casualmente en un pasillo” y, claro, como el francés es un señor educado, saludó al sátrapa venezolano.
Otros afirmaron que Maduro abordó a Macron en un esfuerzo por normalizar las relaciones, una manera de decir que el presidente venezolano aprovechó el momento para “pedir cacao”, cuando todo indica que es al contrario.
Los medios más abiertamente propagandistas de ultraderecha dijeron que Macron había accedido por pura cortesía a saludar al “dictador Maduro”. Ello, a pesar de que el mandatario galo usó claramente la palabra “presidente”.
Bueno, así son los factores de la derecha recalcitrante venezolana y global: cuando las cosas no salen en la realidad como ellos quieren, cambian unos hechos aquí, unas palabras allá, y se consuelan.