En el 2025 se va a mantener la senda de crecimiento iniciada en el 2021. Se estima que será, nuevamente, una de las tasas de expansión económica más elevadas de la región
Desempeño económico en el año 2024
La economía venezolana arrojó un desempeñó altamente positivo durante el año 2024. El crecimiento económico superó el 8%, de acuerdo a cifras preliminares, lo cual le da continuidad a la expansión productiva iniciada en el segundo semestre del 2021 y constituye en este 2024 uno de los registros más altos alcanzados a nivel mundial.
Esto es especialmente relevante, en razón de las condiciones de bloqueo económico que sufrimos y de la agresión generalizada del imperialismo yanqui y sus aliados. A su vez ello significa que, si bien las sanciones imperiales restringen seriamente el despliegue de las fuerzas productivas nacionales; ya no constituyen un obstáculo para el despliegue de nuestra economía.
En cuanto a las variables macroeconómicas, estas siguen consolidando su equilibrio. Muestra de ello es la inflación, que entre marzo del 2018 y febrero del 2019 llegó a un nivel histórico de 330.000%; en el marco de la brutal agresión externa. En contraste, para el mes de octubre del presente año, la inflación anualizada se ubicaba por debajo del 20%. Muy probablemente culmine rondando el 35% aun con los fuertes efectos generados por la especulación cambiaria en el último trimestre del 2024.
El desempeño de la economía venezolana en el 2024 ha sido, sin duda, el mejor de la última década. A ello ha contribuido la experiencia acumulada en el combate contra el bloqueo encabezado por el presidente Nicolás Maduro; las victorias de las fuerzas bolivarianas que se tradujeron en un clima de paz y tranquilidad (pese a la insurrección fascista postelectoral rápidamente derrotada); la unidad nacional alcanzada en torno a la necesidad trabajar en función de la recuperación productiva nacional.
El desempeño de la economía venezolana en el 2024 ha sido, sin duda, el mejor de la última década. A ello ha contribuido la experiencia acumulada en el combate contra el bloqueo encabezado por el presidente Nicolás Maduro
Asimismo, este resultado es también la base para el desenvolvimiento económico nacional para este naciente año 2025.
Algunas metas económicas para el 2025
En el 2025 se va a mantener la senda de crecimiento iniciada en el 2021. Se estima que será, nuevamente, una de las tasas de expansión económica más elevadas de la región. Su magnitud dependerá en un elevado grado de factores extraeconómicos e internacionales, tales como: el bloqueo económico, en relación a lo cual aún no se conoce la postura definitiva que asumirá el presiente electo en los EE.UU.; el mercado petrolero y sus constantes fluctuaciones, lo cual es crucial por nuestra condición de economía petrolera; la estabilidad política, siempre afectada por las agresiones imperialistas y ahora en el escenario de múltiples procesos electorales; entre otros factores.
Además de los ingresos petroleros, los motores de ese crecimiento serán el consumo privado, que ha venido aumentando constantemente en estos últimos años; la inversión del Estado en el contexto de un presupuesto púbico en ascenso; las inversiones privadas; y el rol cada vez más activo de los trabajadores en el ámbito productivo.
En cuanto a las variables y condiciones macroeconómicas, habría que destacar la lucha contra la inflación, la necesidad de continuar reduciéndola, acercándola a 20% o ubicarla por debajo de ese nivel. Esta condición es clave para hacer viable el crecimiento a mediano plazo, así como para el restablecimiento del sistema de bienestar social de la Revolución Bolivariana, objetivo al que el gobierno del presidente Nicolás Maduro le asigna la mayor importancia.
En ese contexto, hay dos factores de gran peso en la consecución de los objetivos económicos de crecimiento con estabilidad macroeconómica: la estabilidad cambiaria y la expansión del crédito. De la primera, muy afectada por los efectos de la especulación, depende en buena medida la estabilidad de los precios y, por lo tanto, el avance de la economía. Por su parte, la segunda es esencial para fortalecer el dinamismo productivo. No obstante, en la actual coyuntura de restricciones ocasionadas por el bloqueo, el aumento del crédito bancario tiene efectos importantes en los niveles inflacionarios.
Asimismo, la expansión productiva y los crecientes equilibrios macroeconómicos serán decisivos para continuar con las tareas de generación de bienestar en el pueblo trabajador. En tal sentido, preservar la tranquilidad política interna es un objetivo de primer orden para mantener el favorable clima económico del país.
Impacto de la agresión económica imperial
El bloqueo imperialista es el factor de mayor peso en el desarrollo del país, en general, y en el desempeño económico interno, en particular. Las sanciones imperiales golpean y restringen duramente el desarrollo de las fuerzas productivas, afectan gravísimamente los indicadores económicos y las condiciones sociopolíticas del país.
Una sola cifra para ilustrar el devastador impacto de las sanciones yanquis: el país ha dejado de percibir desde el año 2017, cuando inició esta feroz agresión, cerca de 200 mil millones de dólares. Ese monto descomunal de recursos explica que cada uno de los problemas socioeconómicos del país está determinado, esencialmente, por el bloqueo.
Aunque la experiencia y la fortaleza adquirida nos han permitido ir superando los efectos de las sanciones, el daño que ocasionan es inconmensurable: restricciones gravísimas en la producción y comercialización de crudo, serias limitaciones al acceso a tecnologías y medios de producción, cierre de los mercados financieros, y duros obstáculos para insertarnos en el comercio internacional, entre muchas otras cosas.
Producto de las victorias de la Revolución Bolivariana, se han establecido acuerdos con el gobierno estadounidense, que han conducido a cierta flexibilización de un conjunto de sanciones imperialistas. Si bien esta flexibilización ha sido realmente tímida, no deja de ser importante. No son regalos que nos conceden, constituyen conquistas que le hemos arrebatado al imperialismo. Especialmente, las licencias para un puñado de empresas petroleras han sido significativas.
Con la llegada de D. Trump a la Casa Blanca se abre una interrogante sobre su política hacia el país. Pudiera retornar a la estrategia de “máxima presión”, con la que sufrió una derrota estrepitosa. Pudiera también mantener el esquema de sanciones administradas, que rige actualmente, o pudiera iniciar un proceso de negociación para continuar flexibilizando un bloqueo tan ilegal, como criminal.
En cualquier caso, la solidez del crecimiento, los ingresos disponibles, el margen de maniobra de la política económica, estarán determinados en alto grado por la estrategia de Washington. Sin embargo, está muy claro que ni siquiera con la política de “máxima presión” nos van a derrotar; y tampoco van a impedir el desarrollo económico. Podrán limitarlo, afectando el ingreso de divisas, el ingreso nacional, el acceso a los mercados financieros, así como a los de bienes y servicios, etc.; pero el imperialismo yanqui ya no está en capacidad de provocar con el bloqueo ese daño terrible que ocasionaba en el pasado reciente a nuestro aparato productivo.
Terrorismo, neofascismo y estabilidad política nacional
Otro factor determinante en el desempeño económico del nuevo año es el clima político interno, que claramente está determinado por la descarada injerencia del gobierno estadounidense en los asuntos internos del país. Los grupos terroristas que actuaron después de las elecciones presidenciales dependen directamente de los círculos de poder de los EE.UU. en lo financiero, en lo político, en lo propagandístico, en lo logístico. De tal manera, que se trata de un conflicto de naturaleza externa con la participación de actores locales.
Nuestra capacidad ya comprobada para derrotar al neofascismo en el marco de esa gran alianza popular armada, que es la unión cívico-militar-policial, será de crucial importancia. Esas fuerzas terroristas disminuidas desde su última derrota, pero que bajo ninguna circunstancia podemos subestimar en razón de los factores que las sostienen desde el exterior, tienen planes que han revelado públicamente para irrumpir por la vía de la violencia en el país y ocasionar conmociones que alteren drásticamente el orden público y sirvan de detonante de una insurrección terrorista. Es decir, se trata de reeditar el plan derrotado en julio del 2024.
Para los promotores del terror, este impacto económico no es simplemente un efecto colateral, sino parte de un plan deliberado que conduce al caos nacional a través de profundas turbulencias económicas, que apuntan al malestar creciente, protestas y, finalmente, a una insurrección para derrocar al gobierno bolivariano.
En un escenario de elecciones regionales, municipales y parlamentarias, este factor adquiere una especial relevancia en los planes del imperialismo. Por nuestra parte, podemos asegurar que el sistema político nacional en estos momentos dispone de un blindaje sólido con el despliegue de la gran alianza popular armada y el aprendizaje de las lecciones de julio del 2024, además de la vigencia de la nueva Ley Libertador Simón Bolívar contra el Bloqueo y las duras penas que establece para los promotores del terror, invasiones extranjeras y sanciones imperiales.
Ingreso petrolero, estabilidad cambiaria y financiamiento a la inversión
Estos tres factores conforman una especie de triángulo mágico para continuar avanzando hacia los objetivos de desarrollo económico, expansión productiva y estabilidad macroeconómica en la coyuntura actual.
En nuestra condición de economía petrolera, los ingresos por concepto de exportaciones petroleras son cruciales, tanto para la disponibilidad de divisas, como de recursos fiscales, dos condiciones indispensables para sostener el crecimiento y el equilibrio de la economía.
Hay dos factores que determinarán estos ingresos. Por una parte, tenemos el bloqueo económico y las restricciones impuestas a nuestra principal industria. Al respecto, existe todavía incertidumbre en relación a la estrategia que adoptará la administración Trump, como lo acabamos de explicar.
Por otra parte, se encuentra la típica volatilidad del mercado petrolero, que hace imposible predecir con precisión su desempeño incluso en el corto plazo. En tal sentido, podemos señalar dos elementos que influirán sobe el mercado: por un lado, la guerra desatada por yanquis y sionistas en el Medio Oriente, mientras que, por el otro lado, las proyecciones arrojan un bajo crecimiento el PIB en los principales centros consumidores de energía del mundo y, por lo tanto, una debilitada demanda de hidrocarburos. En todo caso, estimamos que no habrá ajustes pronunciados hacia la baja en materia de precios petroleros.
En un escenario de crecientes ingresos de divisas, mejorarían las condiciones para contener las fuerzas especulativas que se han desatado en el mercado cambiario, además de fortalecer la base para suministrar divisas a una economía en crecimiento.
Por su parte, la muy necesaria expansión del financiamiento de las inversiones productivas por la vía del crédito también se vería favorecida por mayores ingresos de divisas, pues éstas permitirían absorber el impacto que genera el incremento de la liquidez monetaria en la cotización del dólar y, en consecuencia en la inflación.
Inversión en infraestructura y en lo social
La planificación del proceso económico bajo la conducción del presidente Nicolás Maduro contempla dos aspectos absolutamente esenciales para el desarrollo integral del país. Por una parte, la inversión en infraestructura debe estar dirigida a la generación eléctrica, el procesamiento y distribución de agua, la producción de combustibles, el desarrollo de la vialidad, en general, y la agrícola, en particular, el fortalecimiento de las telecomunicaciones, el mejoramiento del sistema de transporte, el despliegue de la infraestructura y calidad de la educación, etc.
Sin tales inversiones será muy complicado sostener el crecimiento de la economía e imposible impulsar su desarrollo diversificado.
Los recursos para ello deben provenir fundamentalmente de los ingresos petroleros, pero, complementariamente, se deben crear mecanismos para atraer inversiones privadas. Proyectos de inversión de esta naturaleza constituyen un motor para el crecimiento y hacen viable el desarrollo del país en el mediano y largo plazo.
Obviamente, la calidad de vida de la población también se incrementa ostensiblemente con mejores servicios públicos, más aún en un gobierno socialista, que crea las condiciones para que todo el pueblo trabajador tenga acceso a dichos servicios.
Junto a este factor, el restablecimiento del sistema de bienestar socialista descansa sobre la base de la recuperación de los ingresos de los trabajadores. En ese sentido, la expansión productiva nacional ofrece las bases materiales para acelerar el incremento del ingreso de los trabajadores, pues el salario y los ingresos, que perciben los trabajadores, son el resultado de los ingresos, que se generan en la economía. Precisamente, esta variable fue abatida por el bloqueo imperialista. Esta fue una consecuencia perfectamente planificada para crear malestar y las más violentas reacciones de la población hacia el gobierno.
Esta situación se está revirtiendo, en la medida en que se fortalece la economía. El sentido social del crecimiento económico para un gobierno revolucionario se expresa en la prosperidad y la justicia social que se le brinda a las mayorías; en tanto que, el piso material para ello se encuentra en la generación de ingresos.
Allí radica el principal propósito de la reactivación plena del aparato productivo: mejoras sustanciales en la calidad de vida de la población. Mayor bienestar social se convierte, adicionalmente, en un motor de la producción por la vía del consumo creciente de la población y, todo ello, constituye un poderoso fundamento para mayor estabilidad política del país.
Ahí queda expresada la proyección económica nacional para el 2025, sus condicionantes de mayor peso y sus propósitos más relevantes.