Siendo la decisión del TSJ cosa juzgada, toca a las naciones respetar este proceso o, desafortunadamente, unirse a las nuevas aventuras de agresión contra Venezuela, que serán debidamente enfrentadas y derrotadas por la institucionalidad democrática
Llegamos al primer mes de la victoria electoral de la Revolución Bolivariana, certificada y convalidada por el Tribunal Supremo de Justicia a través de su Sala Electoral, y por ende la reelección del Presidente de la República, Nicolás Maduro Moros, para un nuevo período constitucional al frente de la primera magistratura nacional (2025 – 2031).
Este momento sirve para posicionar elementos propios del carácter inquebrantable de un proceso político venezolano que debe avanzar en un frente interno e internacional que resulta desafiante, pero claro de saldar si queremos sostener en lo concreto nuestra posición de nación libre, democrática, soberana e independiente; más cuando hemos tenido que enfrentar tantas amenazas y agresiones por parte de los enemigos de la paz de Venezuela.
Por un lado, tenemos el frente interno donde se hace necesario avanzar desde la perspectiva política en la consolidación de la paz; luego de la derrota del intento de golpe de Estado del 29 de julio pasado, ratificando que el extremismo solo trata de aprovechar el hecho electoral para fraguar maniobras de destrucción del sistema político; fabricando una transición dictatorial amparada por la élite del poder de EEUU y Europa Occidental, muy al estilo de Ucrania en 2014 o Bolivia en 2019.
Acá tenemos dos elementos claros, que devienen en la necesidad de avanzar en los resortes institucionales, legales y reglamentarios; capaces de poner un freno definitivo a las intenciones del fascismo de entronizarse en la República Bolivariana de Venezuela; siendo manifiestamente ajeno al actual sistema político bajo los auspicios de la Constitución Nacional de 1999.
Tal cuestión no admite demoras, ambivalencias, ni consideraciones tibias. Esto es claro, en el sentido de que ya son suficientes los esfuerzos realizados por el Gobierno Bolivariano, en materia de diálogo, para tratar de hacer regresar a la democracia a sectores que en todo momento manifiestan acciones en contrario.
Suficientes son las aventuras de 2013, 2014, 2017, 2019 y 2020, con sus consecuencias dañinas al país nacional, como para poner freno definitivo a sectores extremistas que, mientras no moderen sus posturas, básicamente no pueden ser parte del sistema político venezolano, independientemente de las consecuencias que esto pueda acarrear.
En segundo lugar, esto pasa por el fortalecimiento de las acciones de gobierno, que no sólo consoliden la paz en lo político; sino que tengan expresión de gestión en lo social y en lo económico; así como en la consagración de los funcionarios de confianza y los cargos de elección popular con los reclamos, demandas, anhelos y esperanzas del pueblo venezolano.
La razón orientadora de esta etapa la marca la palabra del propio comandante Hugo Chávez, cuando reflexionó de forma crítica durante el vigésimo aniversario del Caracazo, el 27 de febrero de 2009:
“Cuidemos la unidad del pueblo. Cuidemos la unidad de la Fuerza Armada. Cuidemos la unidad del pueblo con su Fuerza Armada, de la Fuerza Armada con su pueblo. Cuidemos la unidad del Gobierno. Cuidemos la unidad de las fuerzas revolucionarias. Cuidemos la unidad popular. Cuidémosla y fortalezcámosla. Cuidemos la conciencia. Comprometámonos mucho más en la batalla, como yo decía ahí en el balcón, el 15 de febrero pasado: la batalla. Para darle al pueblo lo que es el del pueblo. La batalla contra los viejos vicios, que siguen siendo amenazas perennes: la corrupción, la ineficiencia, el burocratismo, la inseguridad en las calles, el crimen, el narcotráfico; el consumo de drogas, el alcoholismo, la falta de cultura y de conciencia. Son viejas rémoras que perviven. Nosotros estamos llamados a derrotarlas y a echarlas, y a construir de verdad una sociedad nueva y buena, la sociedad socialista. Pero eso hay que hacerlo hoy, eso no es para mañana. ¡Es hoy! Cada uno de ustedes, cada una de ustedes; comencemos por nosotros mismos. Una revolución espiritual de cada uno de nosotros, de cada una de ustedes mujeres, de ustedes los jóvenes. Una revolución espiritual, moral, ética en primer lugar”.
“¿Por qué tú te vas a agarrar un bolívar que no es tuyo? ¿Por qué?, ¿para qué? ¿Por qué tú vas a hacer negocios con la burguesía y a repartirte una tajada. ¡No ves que estás traicionando a un pueblo! ¡Traicionando una esperanza! ¡Traicionando a los que murieron en este camino!”
“¿Por qué, si tú tienes una autoridad que te ha delegado el pueblo, directa o indirectamente, no te consagras por entero?”
“¿Por qué? Porque yo llego aquí, y con el amor del pueblo de inmediato llegan los papeles: `Chávez… que soy una mujer que tengo seis hijos y no tengo casa…’ ¿Por qué no hay quien atienda a esa mujer?”
“¡Tiene que ser Chávez que la atienda! ¿Cómo es eso? ¿Dónde están las estructuras intermedias? ¿Dónde están? ¿Por qué no llegan hasta allá? ¡Hasta la última esquina! ¡Hasta el último rincón!”
“¿Por qué no llegamos hasta allá? ¿Por qué tiene que venir la mujer aquí, la hermana, a llorar y aferrarse a mi mano? ¡Chávez, ayúdame. Que no tengo cómo vivir! ¿Por qué eso tiene que seguir siendo así diez años después? ¿Por qué?”
“Yo estoy obligado a pedir mayor consagración, ¡salir de las oficinas, salir de los despachos…! ¡Salir de la burocracia y caminar por todas partes! En burro, a pie, a caballo, en carro, en lancha; recorrer las calles, los ministros, las ministras, gobernadores, alcaldes, funcionarios de todo nivel”.
“¡Calle por calle! Hay deudas muy grandes, deudas muy grandes, que tenemos que pagar todavía. Heredadas la mayor parte de ellas, son heredadas, pero son nuestras, son nuestras: la lucha contra la pobreza”.
Dos hechos concretos recientes muestran avances en este sentido, por un lado la reciente Consulta Popular Nacional desarrolla avances hacia más de 4.500 proyectos comunitarios que han sido priorizados por las comunas y consejos comunales en ejercicio organizado de la democracia participativa y protagónica, que dispone el artículo 5 de la Constitución Nacional, dentro de un compromiso de mayor empoderamiento de las comunidades que es parte del esfuerzo del Presidente de la República.
Por otra parte, la renovación de la mitad del gabinete ejecutivo, demuestra la necesidad de territorializar la gestión de gobierno, los métodos de trabajo y, sobre todo, promover acciones para mayor eficiencia y eficacia en lo público, siguiendo una nueva etapa que haga crecer las acciones ya desarrolladas a partir de la agenda del 1×10 del buen gobierno, a la que, por supuesto, debe dársele continuidad.
Uno de los núcleos de este proceso debe ser consolidar el proceso de recuperación del estado de bienestar para los venezolanos y venezolanas, que ya exhibe primeros resultados en materia de estabilidad económica, con todo y las amenazas que se puedan cernir para alterar este proceso; pero con las miras y acciones puestas en concretar un proceso de progreso y desarrollo económico y social para nuestro pueblo, como eje central de este período de gobierno.
Por otro lado, tenemos al frente internacional, donde la República Bolivariana de Venezuela se ha plantado en defensa de su soberanía y autodeterminación, ante la pretensión de convertirnos en un Estado tutelado; cosa imposible en repúblicas independientes como la nuestra.
Siendo la decisión del Tribunal Supremo de Justicia cosa juzgada, toca a las naciones respetar este proceso o, desafortunadamente, unirse a las nuevas aventuras de agresión hacia la República Bolivariana de Venezuela, que serán debidamente enfrentadas y derrotadas por la institucionalidad democrática, tal como ha sucedido en épocas recientes.
En ello la Declaración de la Cumbre del ALBA–TCP resulta lo suficientemente vertical para dejar clara la necesidad de respetar la autodeterminación de Venezuela.
Uno de los núcleos de este proceso debe ser la recuperación del estado de bienestar, que ya exhibe primeros resultados en materia de estabilidad económica, con todo y las amenazas que se puedan cernir para alterar este proceso
Aquí valoramos el siguiente fragmento:
- “Condenamos enérgicamente cualquier golpe de Estado o intento de golpe de Estado, pues constituyen la vía violenta, ilegal e inconstitucional que amenaza a la democracia, a la paz y a la vida misma, así como, los planes y acciones desestabilizadoras impulsadas por factores externos, que intentan desconocer la voluntad de los pueblos de América Latina y el Caribe, expresada de manera democrática y legítima en las urnas”.
- “Repudiamos contundentemente la brutal guerra comunicacional, cargada de odio, intolerancia, discriminación y desprecio en las redes sociales, estratégicamente dirigida a las generaciones más jóvenes de la sociedad venezolana, víctimas de la desinformación y la hiperinformación para impulsar la violencia, el vandalismo y la barbarie”.
- “Rechazamos los ataques y actos vandálicos contra personas, infraestructuras públicas, símbolos religiosos y patrios que conforman la idiosincrasia venezolana, que causaron pérdidas humanas y materiales para crear una matriz de opinión de caos, en un país en el que se desarrolló una histórica jornada electoral en paz y democracia”.
- “Denunciamos el desconocimiento de los resultados oficiales del proceso electoral por parte de un sector de la oposición venezolana, violento y fascista, que ha solicitado abiertamente el intervencionismo y más sanciones para el país en detrimento del pueblo venezolano en distintas ocasiones y que ya había dado muestras de sus intenciones golpistas al no firmar el acuerdo para el respeto de los resultados electorales impulsado por el ente rector venezolano, el Consejo Nacional Electoral”.
- “Reclamamos que la comunidad internacional respete la soberanía, la autodeterminación y la voluntad democrática del pueblo venezolano. Lamentamos la decisión de algunos gobiernos de cuestionar los resultados electorales en Venezuela y de promover resoluciones y pronunciamientos que no reflejan la realidad del país. Es fundamental que todos los Estados reconozcan el principio de no injerencia en los asuntos internos y trabajen juntos para fomentar el diálogo y la cooperación constructiva en lugar de alimentar divisiones”.
- “Reconocemos que Venezuela es un Estado libre, independiente, democrático y soberano; que cuenta con sus propias instituciones y leyes para resolver sus asuntos internos. En ese sentido, saludamos con beneplácito la decisión de la Sala Electoral del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) para dirimir esta controversia electoral, en un digno ejemplo de ejercicio pleno de soberanía y, con ello, garantizando la paz y la tranquilidad al pueblo venezolano”.
- “Saludamos a todos los participantes de la contienda electoral que comparecieron ante el Tribunal Supremo de Justicia para contribuir a la paz y la estabilidad del pueblo venezolano, lo cual es una muestra de madurez política y de democracia participativa en esta nación hermana, al tiempo que lamentamos que algunos actores políticos, que denunciaron supuestas irregularidades, no se hayan presentado ante el Tribunal Supremo de Justicia, fallando al compromiso adquirido para con el pueblo como candidatos presidenciales”.
- “Felicitamos al Presidente Constitucional Nicolás Maduro Moros y a su pueblo que, con resiliencia y apego a la justicia, han sabido derrotar el intento de golpe de Estado continuado y ratificamos nuestro compromiso y apoyo irrestricto al gobierno constitucional, legítimo y democráticamente reelecto”.
- Reafirmamos, una vez más, que América Latina y el Caribe es una Zona de Paz. Reclamamos el estricto cumplimiento de la obligación de no intervenir, directa o indirectamente, en los asuntos internos de cualquier otro Estado y de respetar plenamente el derecho inalienable de todo Estado a elegir su sistema político, económico, social y cultural como condición esencial para garantizar la convivencia pacífica entre las naciones, la paz y la estabilidad de nuestra región”.
Es evidente que el espaldarazo de esta instancia Caribeña resulta esencial para enfrentar con fuerza la imposible pretensión de querer moldear la línea de conducta del sistema político venezolano, promoviendo al contrario el respeto de nuestra institucionalidad democrática.
Es una batalla que llevará tiempo, pero debe establecer medios para racionalizar el debate político, bajo la premisa que la República Bolivariana de Venezuela es una patria inquebrantable en sus principios y valores, y por ende que no admite chantajes de nada ni nadie.