Criticar al jefe de Estado por no estar de acuerdo con sus acciones es válido para cualquier ciudadano, como espacio para el desahogo ante las calamidades que padece en una realidad impuesta por la especulación, el desabastecimiento inducido, las campañas desmoralizadoras de los medios privados y una cultura de consumismo que se ha arraigado mediante la publicidad de productos ofertados como una necesidad, que actúan en la psique humana para caer en la frustración, depresión, enojo, alteración crítica de emociones nocivas, que generan caos en la población, mecanismo que ha implementado la derecha para vulnerar el proceso revolucionario.
En un juego de poder han convertido el panorama del país poniendo en riesgo a la sociedad tanto física como emocionalmente. Debido a que sus movimientos no han sido acertados, la desesperación se apodera de sus actos llevándolos a incurrir en la ilegalidad mediante una interpretación abusadora de la Constitución.
Los continuos ataques de la derecha en contra del dignatario nacional solo ponen en jaque al pueblo, quien paga los platos rotos de sus maniobras insólitas por llegar al poder, llevándose a todos por delante.
Ante esto es necesario aclarar que la Constitución, en los artículos 232 y 233, solo admite declarar el abandono de cargo del presidente en los siguientes casos: la violación a la soberanía nacional, a la integridad territorial y a la defensa de la nación; su revocatoria popular, muerte, renuncia o la incapacidad física o mental certificada por el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ). La destitución del cargo de Presidente requiere la actuación conjunta de los Poderes Legislativo, Ciudadano y Judicial, si se cumplen los supuestos constitucionales y legales.
La Asamblea Nacional ha ignorado las sentencias del TSJ, lo que hace nulas todas sus decisiones. Venezuela tiene en su Constitución un sistema político presidencialista, por lo que el cumplimiento y culminación del mandato presidencial no depende de una mayoría parlamentaria, como sí ocurre en los sistemas parlamentarios europeos.
Aunque es difícil afrontar las constantes manipulaciones de la subjetividad de las personas que maneja la oposición para encaminarlas a vías violentas y delictivas, intentando alterar la esencia del gentilicio venezolano como fórmula para esquivar el marco jurídico del país, el mandatario nacional se encuentra activo en sus funciones, efectuando acciones concretas a nivel nacional e internacional para contrarrestar los obstáculos que diariamente se interponen para ayudar integralmente al país, estimulando la participación activa de los ciudadanos en la transformación de la Nación.
¿Qué estamos haciendo por nuestro país? Somos los artífices de nuestro futuro por lo tanto debemos aportar desde nuestros hogares: formando a nuestros hijos, desde nuestros trabajos: poniéndole corazón a lo que hacemos, desde nuestras comunidades: interesándonos en nuestro entorno y vecinos. No podemos dejar en manos de otros toda la responsabilidad, porque entonces estaríamos abandonando nuestro cargo de ciudadanos, seamos los garantes de una Venezuela próspera y pacífica.
Tengamos presente el artículo 132 de la Carta Magna que reza: “Toda persona tiene el deber de cumplir sus responsabilidades sociales y participar solidariamente en la vida política, civil y comunitaria del país, promoviendo y defendiendo los derechos humanos como fundamento de la convivencia democrática y de la paz social”.