Román Chalbaud es uno de los referentes cinematográficos, no sólo de Venezuela, sino de Nuestra América. Es una mezcla de Fellini y Buñuel. Desde que se vino de Mérida a Caracas vivió en barrios populares. La marginalidad y la pobreza alimentaron su alma y su conciencia. La ternura no le era esquiva, la encontraba en los botiquines y bares de mala muerte de su barrio, en los templetes del carnaval, disfrazado de El Zorro y viendo los disfraces de las «negritas». Estas escenas le desarrollaron una mirada solidaria con ese mundo de realidad y fantasía: “Esa mirada tierna yo la tengo sobre todo el mundo, no solamente sobre los humildes y los marginales. Esa es mi mirada del mundo, lo que pasa es que me interesa mucho más escribir sobre estos personajes porque para mí son más ricos, los conozco mejor; eso fue lo que viví en mi infancia y adolescencia”.
Siendo rector de la Unearte, lo visité en su apartamento de San Bernardino. En esa ocasión me dijo: —Rector, cuando me muera quiero donar mi biblioteca a la Universidad de las Artes para que los jóvenes que estudian cine tengan fuentes donde nutrir sus prácticas.
—Maestro, en la obra de Federico Fellini hay una burla y una crítica al catolicismo, sobre todo en la infancia ¿por qué crees que el confesionario es el primer espacio teatral? —“El primer espacio teatral es el confesionario donde el niño se arrodilla y balbucea en secreto sus más íntimos e inocentes pecados. Ve la imagen de María y cree vehementemente en la virginidad. Los conflictos comienzan a surgir cuando en la pantalla del cine del barrio una rumbera se transforma en la encarnación del mal, y a pesar de que el cura de la parroquia prohíbe la asistencia a tal espectáculo, la sala se llena de rufianes y curiosos, todos atentos a los voluptuosos movimientos de unas caderas realmente pecaminosas. ¿Era fingida la confesión? ¿Simula el niño su postura de ángel sobre la nube de cartón en este cuadro vivo que se eterniza durante su infancia?”.
—Maestro, ¿Qué recuerdas de Isaac Chocrón? —“Chocrón y yo estudiamos juntos la primaria en la Escuela Experimental Venezuela. Los primeros telones teatrales que recuerdo fueron sábanas de nuestras casas en un corral de gallinas, árboles frutales, barriles llenos de agua y sueños infantiles”.
—Maestro, ¿Eres Abel o Caín Adolescente? —“Yo sólo soy un merideño que le gusta oír Cuentos de mayores y la ópera Manón. —En 1978, el comisario de la Policía Técnica Judicial Fermín Mármol León (1936-2011) publicó Cuatro crímenes, cuatro poderes, considerado un bestseller de la literatura negra en Venezuela. En 1982 y 1984, usted lo llevó al cine en dos películas Cangrejo y Cangrejo II. En ambos filmes hay una muestra de cómo era la época del puntofijismo. ¿Cómo era esa Venezuela? —Era El pez que fuma debatiéndose entre lo Sagrado y Obsceno, donde la turba bajaba brutal en El Caracazo, donde cada hijo era *La oveja negra* sintiéndose como Ratón de ferretería, donde cada hija es La gata borracha plena de Café y orquídeas celebrando con Carmen, la que contaba 16 años sus Bodas de papel mientras contempla cómo El rebaño de los ángeles se sacia en la Quema de Judas, donde Los adolescentes viven en Muros horizontales. —¿Y cómo era Caracas? —Caracas era el Pandemónium, la capital del infierno, con hombres lanzando Cuchillos de fuego en El corazón de las tinieblas.
—Maestro, sabemos que Fernando VII prefirió estar preso en su lujosa cárcel que defender a España. No tuvo los cojones que tuvo el Conde de Wellington cuando comandó a las fuerzas aliadas durante la guerra, derrotando a los franceses en las cruciales batallas de Ciudad Rodrigo y Arapiles, y logrando finalmente expulsar al ejército napoleónico de España, llegando a invadir incluso el sur de Francia. ¿Qué le diría usted a los Borbón de Madrid? – Chévere o La victoria de Wellington. ¿Qué piensa usted de la agresión de Estados Unidos contra el pueblo venezolano? —Ese país es La planta insolente, sus Días de poder están viendo el ocaso. Sus amos no logran comprender que Venezuela es como dice Zamora, tierra y hombres libres. —Maestro, ¿usted es un hombre de fe? —“Tengo fe en el ser humano. A pesar de todas las cosas que pasan, yo creo en el ser humano. Hay mucha gente buena”.