Algunos europeos ya lo aceptan
Pese a las sistemáticas falacias de occidente, vía sus medios de comunicación, la industria cultural, incluyendo universidades, centros de investigación, ONG, sus “influencers”, como se llama en estos días a quienes han sido posicionados como líderes de opinión en las llamadas redes sociales, Washington y sus aliados en el Viejo Continente, no pueden negar que va emergiendo un Nuevo Orden Mundial.
Un Nuevo Orden Mundial en el cual ya no son el eje, cosa que si dejaran su arrogancia y revisaran la verdadera historia universal, lejana a su visión eurocéntrica; encontrarían que, si vemos los últimos tres milenios hubo culturas mucho más influyentes, extensas y amplias, Egipto, Mesopotamia, el Imperio Persa, el Imperio Otomano, el Imperio Chino…
Eso, sin mencionar que de los vestigios del Imperio Romano, la vertiente oriental sobrevivió a la occidental por casi mil años más.
Esta “globalización” de occidente, reforzada con la Revolución Industrial, es más corta si la comparamos con otros ciclos históricos. La habilidad o mejor dicho, la característica que ellos tuvieron; es haber sido intolerantes, y devastado otras culturas.
Esa mentalidad hegemónica intolerante, es la que hasta hoy impera en los círculos oficiales de poder de la Europa Occidental. Por cierto, esta Europa, que aún conserva delirios imperiales, es un satélite de Estados Unidos, un peón en su tablero geopolítico, como lo demuestra esta provocación norteamericana en Ucrania.
Este conflicto en Europa del Este es uno de los catalizadores en el resurgimiento del Nuevo Orden Mundial. El anterior fue la pandemia de Covid-19.
La mayor parte del planeta, no sólo el mundito en que vive Europa Occidental, ha reaccionado a los eventos. Se manifiesta en cómo se forjaron alineamientos y realineamientos. En, cómo viejas hegemonías dejan de ser tales. Cómo potencias emergentes discuten viejas arbitrariedades.
Es tan real que un personaje como Tony Blair, primer ministro del Reino Unido de 1997 a 2007, señala que «estamos llegando al final del dominio político y económico de Occidente. El mundo va a ser al menos bipolar y posiblemente multipolar».
Dentro de su perspectiva, «el mayor cambio geopolítico de este siglo vendrá de China, no de Rusia…Es la primera vez en la historia moderna que Oriente puede estar en igualdad de condiciones con Occidente».
Según Blair, China ya es la segunda superpotencia económica del mundo y con posibilidades de ocupar el primer lugar en corto tiempo. Blair, que fue cómplice de George W Bush y José María Aznar en la invasión y destrucción de Irak, empezando el presente milenio, se refiere al aspecto demográfico; enfatizando que China «tiene más de 1.300 millones de habitantes: muchos más que toda la población junta de Europa y Norteamérica».
Resaltó la paciencia con la que el gigante asiático ha venido trabajando su influencia en el mundo. «Durante las dos últimas décadas, ha mantenido un compromiso activo y exitoso con el mundo; estableciendo conexiones con respecto a las cuales, como puedo atestiguar, existe una profunda reticencia a ceder, incluso por parte de los aliados tradicionales de Estados Unidos», señaló.
Blair expresa preocupación por los nexos cada vez más sólidos entre China y Rusia, la forma en que ambos, sumados a otras potencias regionales emergentes, Turquía, Irán; vienen extendiendo su influencia.
«Estos países han estado vertiendo recursos en el mundo en desarrollo y echando gruesas raíces en las esferas de la defensa y la política. Mientras tanto, Occidente y las instituciones internacionales que controla han caído en la burocracia, han sido poco imaginativos y a menudo políticamente intrusivos sin ser políticamente eficaces», acotó.
El político británico cree que “occidente” puede intentar algunas acciones para salvar en algo su protagonismo, pone su enfoque en África, cuya población se duplicará en las próximas 3 décadas.
«Deberíamos ayudar a la nueva generación de líderes africanos a crecer de forma sostenible, a reformar la agricultura para que los países con grandes extensiones de tierra cultivable no sufran inseguridad alimentaria, y a procesar y añadir valor a los productos básicos que poseen en abundancia», indicó.
Pero, como se dice coloquialmente en Venezuela, tarde piaste pajarito. El continente africano, que por siglos fue expoliado por las potencias occidentales, de hace tiempo establece relaciones más favorables con China y Rusia.
Precisamente, el 24 de julio, Serguéi Lavrov, ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, inició una gira oficial por África. Durante la misma fueron programadas visitas a Egipto, Etiopía, Uganda y la República Democrática del Congo.
La primera escala fue en el país de los faraones, cuyo comercio bilateral asciende a 5 mil millones anuales, con proyección a incrementarse considerablemente.
Allí se habló de crear la primera central nuclear de ese país, en cooperación con la corporación estatal rusa de energía nuclear Rosatom. Además, se está creando una zona industrial a orillas del Canal de Suez.
Todo esto tiene gran significación estratégica, más en el contexto actual de reconfiguración de alianzas, y cuando “occidente” trató de aislar a Rusia, so pretexto del conflicto en Ucrania.
Occidente se irrita cuando líderes de diversos países se reúnen con sus pares rusos.
Por ejemplo, la ministra de Exteriores de Alemania, Annalena Baerbock, dijo que la reunión en Teherán, el 19 de julio, entre el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, con Vladímir Putin y Ebrahim Raisi, reta a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
Eso le parece desafiante, pero la proyectada visita a Taiwán de Nancy Pelosi, líder de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, no le merece mayor comentario. De hecho, Bruselas no se ha manifestado al respecto, pese a que el Gobierno de China ha dicho que actuará enérgicamente para responder con determinación al planeado viaje a la provincia separatista de Taiwán.
«Si la presidenta Pelosi visita Taiwán, violaría gravemente el principio de una sola China y las estipulaciones de los tres comunicados conjuntos China-Estados Unidos, y dañaría la soberanía y la integridad territorial de China», aseveró la cancillería china.
Por aquí en Latinoamérica MERCOSUR rechazó, diplomáticamente, la presencia del mandatario ucraniano durante la última cumbre del bloque; y los lazos con China y Rusia se amplían.
En la Unión Europea, que incrementa sus fricciones, el desacuerdo por la solicitada disminución en el consumo de gas es cada vez mayor. La postura de Bruselas contra Rusia se les revirtió, las sanciones los han perjudicado más a ellos. La inflación se desboca; y los gobiernos de Inglaterra e Italia sufrieron las primeras bajas. Ni hablar de la derrota parlamentaria de Macron, en Francia.
La independencia, soberanía, de la gran parte de sus gobiernos, el no sometimiento a los designios de Washington, como en la Vieja Europa, hace que los latinoamericanos vayamos buscando nuestros destinos en este Nuevo Orden Mundial, que nos debe encontrar unidos, más allá de las naturales divergencias.