No faltan miembros de las élites políticas de América Latina cuya prioridad es mantenerse al servicio de los intereses de EEUU; con el objetivo de mantener vigente al monroísmo en nuestra región
Como es la lógica en todo proceso político nacional, regional o mundial; nunca faltan factores o elementos que básicamente se ponen al servicio de un régimen y concepción del mundo cada vez más alejado de la realidad que vivimos.
Por ejemplo, no faltan miembros de las élites políticas de América Latina que expresen como natural prioridad mantenerse al servicio de los intereses de EEUU; manifestando varias razones como axiomas, o especie de lectura bíblica que justifique una posición que trata de mantener vigente al monroísmo en nuestra región.
Es evidente que, cuando elementos de esta naturaleza llegan a espacios de poder de envergadura, su accionar expresará a las claras ese pensamiento, esa forma de visión de la política cada vez más anacrónica en los tiempos actuales; donde ya la hegemonía exclusiva y las obligaciones de relacionarse con ella, sin ver para otro lados, no existen.
Valorando esto, ahora vemos un par de ejemplos vivos como amenaza real a la paz de América Latina como un todo, que bien pudiesen ser tres; sólo que uno de ellos ha pasado de ser presidente de un país a un esclavo de cualquier cosa proveniente del norte que se le atraviese dando instrucciones.
Claramente, estos ejemplos buscan con su ejercicio de la política socavar toda base, regla, instancia; que pueda regular el funcionamiento y la relación armoniosa necesaria entre los Estados, dando cumplimiento a los propósitos de la clase dominante estadounidense; que busca destruir todo el andamiaje internacional existente, mucho del mismo construido en la pos Segunda Guerra Mundial, y denominado “sociedad internacional basada en reglas”, ya que no sirve para frenar la irrupción y expansión de un bloque de poder mundial proveniente del hemisferio oriental, con actores muy poderosos y definidos cuya presencia en el continente americano es inocultable.
Lo anterior incluye el fin por vía de hechos, más no de narrativa, del respeto de la tan cacareada “democracia interamericana”, cuyo brebaje probó el Estado Plurinacional de Bolivia en 2019, cuando le instauraron un golpe de Estado y una transición violenta ante la candidez de su clase política de creer que serían respetados por respetar esos ídolos de barro.
Por todo lo anterior no es de extrañar las peripecias internacionales y barbaridades que hemos visto en el ejercicio de la política por parte del sátrapa que gobierna la República Argentina, Javier Milei, quien logró colarse aprovechando la tibieza y falta de visión de todos los factores del entorno político y social de esa nación, para entregarla por entero al servicio del interés de la élite estadounidense, como parte de su ejecutoria, una vez tomado el poder.
En su devenir hemos visto de todo: insultos para con otros mandatarios que no se acomodan a su falso discurso; alineación con el genocidio que ejecuta el Estado de Israel contra el pueblo de Palestina, bajo la supuesta lucha contra el “terrorismo”; entrega, para su destrucción, del avión de la empresa EMTRASUR causando un daño patrimonial a la República Bolivariana de Venezuela; entrega de territorio argentino para la instalación de una base militar estadounidense, precisamente del aliado estratégico de Reino Unido que al sol de hoy le roba Las Malvinas y mancilla el honor de su pueblo, sin mayor representación que reclame respeto.
Para rematar, este personaje se da la lija de exclamarse portaestandarte de una coalición que procura construir para instaurar medidas coercitivas unilaterales regionales hacia nuestra Patria, mientras le mueve alegremente la cola a Washington; que observa complacido el accionar de Milei ante los periodicazos dados por el Comando Sur y la Agencia Central de Inteligencia (CIA).
Todo esto, en pequeñas pinceladas que no incluyen la barbarie de implementación de un demostradamente fracasado programa neoliberal, que ya le ha quitado más de 22% de respaldo popular, ese que lo llevó a la Casa Rosada en una demencial y menguada hora para el pueblo argentino, quien está tolerando y sufriendo la reinserción colonial de una naciónque tendrá que remar duro para su recuperación; una vez que pase este mal momento.
No en vano el propio presidente de la República, Nicolás Maduro Moros vaticinó en diciembre pasado lo que representa el accionar de semejante personaje al frente de la primera magistratura de uno de los países clave para el impulso de nuestra región, como lo es Argentina, y que los hechos de estos meses vienen a confirmarlo:
“… ganó la extrema derecha neonazi en Argentina con un proyecto absolutamente colonial, arrodillado al imperialismo norteamericano [Javier Milei] representa una tremenda amenaza (…) quiere destruir el Estado, convertir a Argentina en colonia del capital extranjero y en un feudo de los cuatro o cinco multimillonarios que le financiaron la campaña, un modelo neoliberal, absurdo, radical,” aseveró el Mandatario nacional.
En cierta medida, y visto lo anterior, se comprende porque este personaje nos bloqueó de su red social X. No soporta que desnudemos su verdadera naturaleza carente en los hechos reales de todo perfume democrático.
El segundo ejemplo no deja de ser más emblemático del entreguismo. Daniel Noboa llegó al poder luego de la maniobra de Guillermo Lasso en Ecuador, de la muerte cruzada constitucional, para evitar la cárcel convocando elecciones para Presidente y Congreso de esa Nación.
Noboa ganó en una ajustada segunda vuelta a la candidata Luisa González y desde su ejercicio de poder se dio a la tarea de empeñar sus esfuerzos de acercamiento con el Comando Sur de EEUU; bajo la premisa de luchar contra la violencia generada por las mafias del narcotráfico que, no extrañamente, tienen sus principales tentáculos de llegada justo en la nación que pretende echarles la mano.
Tal cuestión implica la amenaza permanente a la fachada atlántica y caribeña, mientras descuidan el Pacífico por donde pasa de todo para el norte en lo que parece una ampliación de esos tentáculos tomando territorios, primero por vías irregulares, y luego por el accionar del hegemón, usando el Comando Sur para ello.
Pues Daniel Noboa decidió, bajo la instrucción y amparo del poder estadounidense, llevar a cabo una ruptura de toda línea roja de respeto a las reglas del funcionamiento de la relación entre los Estados, justificado bajo la acción de supuesta persecución de la “corrupción” u otros subterfugios del lenguaje político.
En ello se inscribe, ni más ni menos, que la acción de violación del derecho internacional y de la soberanía de los Estados, que significó la irrupción de un grupo armado de policías y militares, quienes decidieron sacar de la embajada de los Estados Unidos Mexicanos al Ex Vicepresidente de ese país Jorge Glas, a pesar que esa nación le había otorgado estatus de asilado político.
No hay que ser demasiado perspicaz para darse cuenta de que tal acción, por parte de Noboa, necesita respaldo internacional, al menos de manera sinuosa o bajo cuerda, cosa que parece venir del Gobierno de EEUU y de Canadá cuyas posiciones posteriores rayan en la tibieza, a pesar de una condena fuerte que incluso ha exigido algo más que una simple disculpa; a la que las autoridades de Carondelet se niegan.
Tales elementos fueron advertidos por el propio presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, en su intervención; rechazando dicha acción que deja clara la pretensión de mantener la vigencia del monroísmo en el continente; bajo el amparo y protección de gobiernos cuya violación del derecho internacional no es cuestionada, ni menos perseguida, ya que las instancias a quienes corresponde hacer algo están controladas por la élite de poder de EEUU y sus aliados de Europa Occidental.
No hay que ser demasiado perspicaz para darse cuenta de que tal acción, por parte de Noboa, necesita respaldo internacional, al menos de manera sinuosa o bajo cuerda, cosa que parece venir del Gobierno de EEUU y de Canadá
De hecho, si miramos más allá de Latinoamérica encontramos la masacre del Estado de Israel sucediendo impunemente en nuestras narices.
Afirmó el mandatario mexicano: “A México se le respeta. No podemos dejar pasar un asunto así. No nos podemos callar, sería de pusilánimes el que ante un atropello así nos quedáramos callados y no informáramos al pueblo de México (…) No se puede usar ninguna excusa para violar el derecho al asilo y el derecho a una embajada en cualquier lugar del mundo. No queremos que se siga aplicando en América la doctrina Monroe, no queremos que se siga aplicando esa máxima de que ese gobernante autoritario es un tal por cual, es nuestro tal por cual”.
Semejante acción del sátrapa de Ecuador no es más que la puesta a prueba de las instancias latinoamericanas creadas en este nuevo siglo; para ver hasta qué punto tienen capacidades de responder un desafío no menor. Recordemos que tanto el Comando Sur como la CIA, se pasearon por Quito repartiendo las correspondientes instrucciones que, de no obtener respuesta alguna, convertirán en menos tiempo de lo que parece esta región en una selva donde vale todo, lo cual parece ser el objetivo de Washington.
Todo esto, mientras EEUU sigue buscando proveedores de suministros militares, así como respaldo político a la República de Ucrania, dentro del demencial sostenimiento de un frente de guerra en Europa Oriental en contra de la Federación de Rusia, que amenaza con escalar a niveles insospechados.
En Quito y Buenos Aires tienen gobernantes guiñando el ojo de cuando en cuando, así que de pronto una nueva prueba o desafío a la paz de América Latina aparece en la forma de apoyo militar a un Estado en conflicto, con las implicaciones geopolíticas que esto impone.
Finalmente, el Presidente de la República Cooperativa de Guyana, Irfaan Alí parece ser todo un ejemplo de violación al derecho internacional y sumisión absoluta; no sólo a las instituciones de poder estadounidense, sino a las transnacionales y a todo cuanto sea expresión de poder monroísta y pise el territorio de Georgetown.
Con la presencia ─no casual─, como en casos anteriores, del Comando Sur y la CIA, el presidente de Guyana se ha dado a la tarea de evadir las responsabilidades que tienen de cumplir, tanto por el Acuerdo de Ginebra de 1966 firmado con Venezuela, como por la Declaración de Argyle suscrita en diciembre pasado; llegado a la amenaza de hablar de la construcción de una coalición militar para supuestamente proteger la soberanía inexistente de ese país sobre el territorio de la Guayana Esequiba.
Tan aberrante afirmación no sería posible sin el amparo de poderosos países que al parecer salivan con la posibilidad de abrir un frente de guerra en la región, justo en la fachada oriental de Venezuela, con las consecuencias nefastas que esto tendría para la paz y ante el silencio peligroso de quienes deben afirmar algo que contenga una dosis de racionalidad para la atención diplomática de temas, como el diferendo actual entre Guyana y Venezuela.
Un esbozo muy rápido de sátrapas con amparo estadounidense, cuyas acciones amenazan a la región a un punto que, al parecer, se ha considerado muy poco; pero que en realidad escala día a día a niveles extremadamente peligrosos.