¿Dónde está la investigación de este caso? Se preguntó Sacha Llorenti, representante permanente de Bolivia en el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas en la reunión de urgencia convocada este viernes 7 de abril ante el ataque lanzado por Estados Unidos contra una base aérea en Siria, provocando al menos nueve muertos, entre ellos cuatro niños.
La respuesta para Llorenti es obvia: los norteamericanos se han convertido “en el fiscal, en el juez y en el verdugo”, al lanzar decenas de misiles Tomahawk sobre la base aérea de Shayrat, ubicada a 40 kilómetros de la estratégica ciudad de Homs, en el centro de Siria. De hecho, la declaración oficial del presidente Donald Trump, luego del bombardeo, asegura que, el martes 4 de abril, el gobierno del presidente sirio, Bashar al Asad, lanzó un ataque con armas químicas contra en una zona bajo control de los rebeldes en la provincia de Idlib, al noreste del país, que causó decenas de muertos. Sin embargo, el portal RT reporta lo ilógico que para el gobierno de Siria hubiese representado esta acción, justo cuando está en la mejor posición para derrotar a los grupos terroristas en la larga confrontación que por seis años ha desolado esa nación.
Por otra parte, Trump desechó una propuesta de la diplomacia china, realizada apenas un día atrás, para llevar a cabo una completa investigación de los hechos conjuntamente con Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ) con el fin de llegar “a conclusiones basadas, en evidencia significativa que puedan soportar la prueba del tiempo y los hechos”.
El ministro de Asuntos Exteriores de Siria, Walid Mualem, había asegurado el jueves que el gobierno de esa nación no ha usado armas químicas contra civiles o terroristas desde el inicio del conflicto. De acuerdo con el diplomático, el grupo terrorista autodenominado Estado Islámico (Daesh en árabe) y el Frente Al Nusra “están almacenando sustancias químicas” en diversas localidades del país árabe. El funcionario apuntó que los extremistas traen estas armas desde Iraq y Turquía. Algunos analistas sostienen que un ataque aéreo realizado por el gobierno de Siria podría haber impactado un depósito de armas químicas, originando el escape del mortal gas sarín.
Las evidencias sobre el hecho no están claras porque la zona en donde ocurrió se encuentra bajo el control de los grupos terroristas, y muchas de las imágenes divulgadas corresponden a los órganos de propaganda del Daesh y los servicios secretos de Turquía, una nación involucrada en el conflicto, puesto que apoya a parte de los grupos que luchan contra el gobierno de Bashar Al Asad.
El ataque norteamericano pone en su punto más bajo las relaciones entre el gobierno de Trump y Rusia, que se ha convertido en el principal aliado de Siria en su lucha contra los grupos terroristas que, con apoyo exterior, intentan derribar al Gobierno legítimo de Siria. El portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, dijo que este paso que ha dado Washington inflige un daño significativo en las relaciones entre Rusia y Estados Unidos, que ya estaban en una situación lamentable.
Una consecuencia directa de la acción de Trump es el posible fortalecimiento de los grupos terroristas que operan en Siria, producto de una reducción de las capacidades del Ejército regular.
No obstante, el apoyo de Rusia a las fuerzas militares del país árabe pudiera dar al traste con esta intención. Tanto Rusia como el régimen sirio están bien posicionados para arruinar esto, ha señalado un analista militar experto en el Medio Oriente.
El Gobierno ruso dijo que no derribó los misiles norteamericanos, en virtud de un acuerdo militar entre ambas naciones, que ahora está roto.
Luis Dávila