La justificación de la coherencia desaparece cuando llegamos al sector de la oposición venezolana que alguna vez se declaró de izquierda. Aquí sí es verdad que, como dice el dicho, torció la puerca el rabo, pues se trata de personas que intentaron emular a Castro en los años 60 y 70, lo tuvieron como referencia de dignidad en los 80 y los 90, pero se dieron cuenta de lo mala gente que era cuando se convirtió en el principal aliado del otro gran comandante.
El ridículo fue particularmente vergonzoso para los flamantes intelectuales que firmaron una melosa declaración en 1989, justo cuando Castro venía a Caracas a asistir a la “coronación” de Carlos Andrés Pérez. El comunicado, rebosante de prosa revolucionaria, valoraba la gesta de Fidel desde el Asalto al Cuartel Moncada hasta la fecha de entonces, cuando era un símbolo de la dignidad latinoamericana frente a las agresiones imperialistas. Muchos de esos intelectuales no eran de izquierda un carrizo (bueno, algunos tampoco eran, en realidad, intelectuales) y ahora forman parte de las peores excrecencias que le han nacido al cuerpo de la derecha más retrógrada.
Un escritor adeco no aguantó la tentación y puso a circular en las redes sociales aquella carta del 89 (bien archivada por un historiador también opositor), con su catajarra de abajofirmantes, y varios de los aludidos se quejaron por lo que consideraron una vileza: poner en evidencia que aquella admiración era pura pose o, por el contrario, que este anticastrismo tardío, es pura conveniencia.
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Clodovaldo Hernández / Redacción Web.