“Debemos estar alerta con unos pitiyanquis que andan disfrazados de “nuevos libertadores” y que, profanando la memoria de Bolívar, están dispuestos a amputar nuestro territorio, a sembrarlo de bases militares foráneas, y a darles ventajas a los empresarios extranjeros sobre los de nuestro país”
En el año 1927 ocurrió un hecho insólito del cual se habla poco: Estados Unidos instigó a un pequeño grupo de independentistas zulianos para separar el estado Zulia del resto de Venezuela y constituir la República del Zulia, integrada por el departamento Santander de Colombia, la Goajira y el Estado Zulia. El propósito era apoderarse por completo de la riqueza petrolera de la zona y ocupar un espacio geopolítico estratégico para el control del resto de Latinoamérica. Para lograr sus fines acudieron a una maniobra imperial de moda para la época: se hicieron las víctimas.
Los representantes de una compañía estadounidense, la Smith y London, declararon que sus propiedades habían sufrido daños y perjuicios a consecuencia de las conmociones políticas internas, y que el Estado no les había resarcido de las pérdidas. Ellos sabían que con sus exigencias violaban la doctrina del Derecho Internacional que ya para entonces establecía que los empresarios extranjeros, “se someten por el hecho de establecerse en un país para ocuparse en sus negocios, a las mismas leyes y a los mismo tribunales que los ciudadanos de él, y el Gobierno no puede hacerse responsable para con ellos de las consecuencias de una conmoción, ni siquiera de una guerra civil, sin que esta responsabilidad constituya una desigualdad injustificable entre los extranjeros y los ciudadanos nacionales”.
Pero los empresarios gringos, hicieron caso omiso de las leyes internacionales. Solicitaron la intervención del gobierno de USA, apoyándose en la doctrina expansionista impuesta por el presidente John Calvin Coolidge, según la cual “donde existe la propiedad de un norteamericano, está el territorio de EE.UU, y nuestra Marina y nuestro Ejército lo protegerán”. Los gringos buscaron, además, la colaboración de líderes separatistas locales, quienes se auto proclamaron “libertadores”, y salieron a apoyarlos.
La misma estrategia les había resultado exitosa en Colombia en 1903, cuando le cercenaron Panamá. En efecto, el 3 de noviembre de ese año, el Concejo Municipal de la Ciudad de Panamá, azuzado por EE.UU, se reunió bajo la “voluntad del pueblo de ser libre y de establecer un Gobierno propio, independiente y soberano, sin la subordinación de Colombia, bajo el nombre de República de Panamá”. De inmediato Estados Unidos reconoció al reciente “Estado independiente” y ratificó un acuerdo impuesto a Colombia por medio del cual la Zona del Canal de Panamá pasaba a ser un protectorado bajo jurisdicción norteamericana. Este hecho se conoce como “El atraco yanqui, mal llamado en Colombia la pérdida de Panamá, y en Panamá nuestra independencia de Colombia”.
Unos pocos empresarios yanquis que compraron a unos pocos colombianos apátridas- “ninguno que sospecháramos fuera leal a Colombia” confesó uno de los “independentistas”- fueron los autores de este desmembramiento contra la nación colombiana. Luego del acto de mutilación, contaron con el apoyo de la marina norteamericana: más de “diez acorazados y miles de soldados yanquis invadieron Panamá” para evitar que los colombianos patriotas defendieran su territorio de los “libertadores” que lo entregaban.
Eso mismo quisieron hacer los gringos en Venezuela. Afortunadamente, desde la “Liga Antimperialista de las Américas” fue denunciado el intento de amputación de nuestro territorio y se rechazó la política injerencista de Estados Unidos y sus aliados internos. El comunista Eduardo Machado escribió en el momento: “Los yanquis en posesión de la región petrolera del Zulia, intentan separarla de nuestra nación, para repetir la maniobra de Panamá. La separación del Estado Zulia finalizará con toda esperanza de ser libres. Contra esa amenaza debemos estar alertas. La constitución del Zulia en Estado independiente daría a los Estados Unidos una base de control sobre nuestro desenvolvimiento económico y político. La constitución del Zulia en Estado independiente es la pérdida de la soberanía”.
Aprendamos la lección. La integridad de nuestro territorio y su plena soberanía son temas claves en la Asamblea Nacional Constituyente. Bajo ninguna razón podemos permitir la amputación del país, el establecimiento en el mismo de “espacios independientes” o bases extranjeras donde no ejerzamos plena jurisdicción, ni el establecimiento de empresas foráneas con derechos especiales o ventajas en relación con las nacionales. Al respecto, debemos estar alerta con unos pitiyanquis que andan disfrazados de “nuevos libertadores” y que, profanando la memoria de Bolívar, están dispuestos a amputar nuestro territorio, a sembrarlo de bases militares foráneas, y a darles ventajas a los empresarios extranjeros sobre los de nuestro país. Debemos recordarles: ¡Venezuela es del pueblo venezolano!
José Gregorio Linares