Por: Stella Lugo
Con acciones cada vez más violentas, el segmento terrorista de la oposición intenta crear razones que justifiquen la intervención imperialista sobre nuestro país. Es el pensar de un sector sumido en la irracionalidad, cuyos actos son vandálicos y delincuenciales, proyectando una condición criminal que pareciera no tener límites; pero que los condena a un aislamiento creciente.
Las imágenes de un joven quemado vivo por sus propios coopartidarios, dentro de una movilización opositora en Altamira-Caracas, son vistas con horror por la mayoría de la población venezolana de una inequívoca vocación de paz; la tala de árboles en la, ya de por sí carente de vegetación, ciudad de Maracaibo o en Los Altos Mirandinos, son rechazados por toda mujer u hombre amante de la naturaleza, por toda persona con conciencia de la necesidad de preservar la vida en el planeta.
En fin, la violencia desatada, por grupos entrenados y dirigidos por especialistas en acciones paramilitares, cuyos nombres todas y todos conocemos, es rechazada por casi la totalidad del país.
Ahora bien, ¿qué explica la pervivencia de estos focos criminales?
En primer lugar, estar alimentados por un sustrato ideológico, de naturaleza terrorista, con su forma violenta de lucha política mediante la cual se persigue la destrucción del orden establecido, mediante la creación de un clima de terror e inseguridad suceptible de intimidar a los adversarios y a la población en general, con su carga de odio social, de odio por quienes consideran como “seres inferiores”; odio racial, fenómeno de muy poca incidencia en la historia venezolana, pero que hoy, por distintos mecanismos, ha sido inoculado en un sector y ha logrado la disociación de una parte de la población.
En segundo lugar, porque poseen financiamiento, logística de todo tipo, han sido entrenados para todo género de monstruosidades por quienes, paradójicamente, se reclaman demócratas.
En tercer lugar, porque han abusado de la naturaleza humanista de nuestro Gobierno que agota todas las vías posibles para contenerlos, sin recurrir a la represión violenta.
En cuarto lugar, porque los mandos de la oposición, tanto los que llaman a la violencia como los que no se deslindan de ella, en la actitud más traidora y antipatriótica, han hecho todas las acciones para lograr la intervención extranjera sobre la Patria de Bolívar; porque siguen instrucciones en las posturas injerencistas de los Donald Trump, de los Santos o de los Almagro.
El Presidente Maduro ha propuesto un camino para la Paz
Aún cuando la decisión del pueblo bolivariano es, y será enfrentar al terrorismo, lo haremos guiados por las orientaciones de nuestro presidente Nicolás Maduro, procurando evitar mayores calamidades para la Patria, agotando las vías pacificas; de ahí la pertinencia de encausar el debate a través de un proceso Constituyente que aborde problemas centrales del momento.
Estamos conscientes de la amenaza que encierra la actitud de Trump, es parte del formato político empleado para las últimas intervenciones imperialistas sobre distintos países. Conocemos de los conectivos entre las opiniones de Santos sobre la Constituyente, la movilización de tanques hacia Paraguachón y los protocolos que debe cumplir el ejército santanderista para su ingreso a la Otan. Sabemos del escalamiento de la violencia interna por grupos mercenarios que, evidentemente, han recibido entrenamiento militar; pero, frente a todo ello, reiteramos nuestra apuesta por la Paz.
No se trata ni de temor, ni de vacilación. Para nosotras y nosotros que sabemos el peso que ha acarreado sobre nuestro pueblo, especialmente sobre las mujeres de nuestra amada Patria, el haber soportado esta, ya larga, Guerra de Cuarta Generación, es fundamental el llamado a la sensatez de todas y todos los que no aspiren a que el lenguaje de las armas suplante la lucha política. Por eso, recurrimos al poder Constituyente, claramente reconocido por nuestra Carta Magna.
Con serenidad, con sindéresis quiero exhortar a la oposición democrática a deslindarse de las bandas violentas, porque es una terrible insensatez colocar al país en un trance disparador entre la Paz y la Guerra ¡Ya basta de provocaciones al pueblo chavista!
Miremos al resto del mundo, América es el único espacio donde las batallas políticas no han llegado al extremo de la destrucción masiva ¡Luchemos por conservar este pedazo del continente en Paz! Los demonios de una intervención se pueden conocer cuando aparecen, pero una vez desatados se dispersan, mutan y se multiplican.
Nosotras y nosotros sabremos cumplir nuestros deberes con la Patria, con la historia; la guerra es ajena a nuestro espíritu; por eso todo nuestro esfuerzo está enfocado en el debate constituyente que, tal vez, sea el último resquicio de la Paz. Y digo con Benedetti: “Cuando los odios andan sueltos, uno ama en defensa propia”.
¡La Patria de Bolívar luchará por la vida, la guerra no nos encontrará!