La masacre contra el pueblo palestino, por parte de las fuerzas de ocupación israelí, prosigue. Afortunadamente, cientos de millones de seres humanos, en todos los confines del mundo, levantan sus voces, marchan, protestan, muestran su indignación ante el horrendo crimen.
Lo monstruoso del genocidio, en pleno desarrollo, a veces no nos permite ver con claridad todas las aristas del hecho. Hecho, reiteramos, que se gestó apenas culminó la Segunda Guerra Mundial, cuando las élites judías, sionistas, que habían salido muy ricas e influyentes luego de la conflagración mundial, lograron, con el apoyo de Estados Unidos y Gran Bretaña, que les cedieran un territorio en Palestina.
Ya es harto conocido cómo, del territorio que les fue asignado en los años 40 del siglo pasado, pasaron, mediante robos y despojos, a incrementarlo exponencialmente.
Son episodios de la historia dramática que sufren los palestinos. Aunque son dolorosamente repetitivos, siempre terminan revelándonos algunos hechos que la gran mediática global intenta ocultar o dulcificar.
Sobre todo cuando hay intereses de las grandes corporatocracias en juego, o cuando, las instituciones o personajes que les son útiles están en cuestión.
Allí entran en juego intereses geopolíticos también. Intereses geopolíticos coyunturales y de fondo. Allí quedan desenmascarados discursos políticos, y supuestos valores. En suma, narrativas desvencijadas. Occidente quedó expuesto una vez más. ¿Cómo así esta vez?
El 27 de septiembre, pocos días antes de la reacción de Hamas ante la ocupación israelí, Benjamín Netanyahu habló, ante la ONU, de un proyecto para crear una especie de franja comercial, económica, en la que estuvieran involucrados países como Egipto, Jordania, la misma Arabia Saudita.
Esa, además, conectaría dicha zona del Medio Oriente con Europa. Muchos interpretaron el proyecto como una iniciativa para confrontar la Nueva Ruta de la Seda; que China viene implementando desde hace una década.
Occidente, Estados Unidos y la Unión Europea (UE), acogieron la iniciativa con entusiasmo. Siempre lo hacen.
Revisando información sobre el asunto, encontramos también que hace un año, en uno de esos tantos alardes, la baronesa Von der Leyen, anunciaba que ya tenían la solución para reemplazar el gas que recibían de Rusia, estaba en Israel.
Y uno se preguntaba, ¿Israel es una potencia gasífera, petrolera? ¿Entonces? ¿Cómo harían? ¿Cómo harán?
¿Algunas pistas? Bueno, según informaron medios especializados, entre ellos el portal del Real Instituto Alcano, en junio de 2023, Israel dio luz verde a la explotación de Gaza Marine, un yacimiento de gas en alta mar, cerca de Gaza.
Es bueno resaltar que Gaza Marine se descubrió a finales de los años 90, pero no se había activado.
Aquí viene un detalle a tener en cuenta, un detalle importante para entender la situación de violencia contra el pueblo palestino.
Dicho yacimiento, legalmente, se encuentra bajo la jurisdicción de la Autoridad Palestina. Eso explica porque el año 2007, cuando Hamas gana las elecciones y el derecho a administrar Gaza, Israel, apoyado por Estados Unidos, bloqueó el desarrollo del yacimiento y su explotación comercial.
Pero la necesidad de hidrocarburos, sobre todo por la irresponsabilidad de los dirigentes en la UE, que se han plegado incondicionalmente a los dictados de Washington, hicieron que el gobierno de Netanyahu accediera a permitir la explotación del campo, claro, de una manera tutelada.
Según Presencia Global, medio del Real Instituto Alcano, la explotación de Gaza Marine se ha presentado como un posible impulsor del desarrollo económico en Palestina con importantes implicaciones y beneficios medioambientales. Tanto la Franja de Gaza como Cisjordania dependen del suministro eléctrico de Israel, condicionado a la situación política y la capacidad de la Autoridad Palestina para hacer frente al pago de las importaciones.
El empleo del gas natural de Gaza Marine para la producción de electricidad, permitiría reducir la presión sobre las finanzas de la Autoridad Palestina, gracias a los royalties derivados de la explotación del yacimiento; calculado en 700 millones de dólares anuales.
¿Esto les gusta a los supremacistas, a los guerreristas? La respuesta es obvia.
Pero volviendo a junio de este año, al 18, la agencia de noticias EFE publicaba que el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, anunciaba que promoverá la extracción de gas junto a la Autoridad Nacional Palestina (ANP) y Egipto frente a las costas de Gaza, enclave bajo bloqueo israelí por tierra, mar y aire desde 2007.
Hamás, por su parte, rechazó el anuncio israelí. Lo consideró una trampa.
Pero volviendo a Netanyahu, y estar más en contexto, indicó respecto al tema que “en el marco de los esfuerzos existentes entre el Estado de Israel, Egipto y la ANP para impulsar el desarrollo económico palestino y el mantenimiento de la estabilidad de la seguridad en la región, se decidió desarrollar el campo de gas Gaza Marine frente a la costa de Gaza«.
Conforme a lo difundido por EFE, Netanyahu afirmó: «la implementación del proyecto está sujeta a la coordinación entre los servicios de seguridad y el diálogo directo con Egipto, así como a la coordinación con la ANP, organismo con poder en áreas reducidas de la Cisjordania ocupada, que perdió el poder de Gaza cuando Hamás pasó a controlar el territorio en 2007”.
Siempre según EFE, Hamas declaró que no permitirían que la ocupación haga del problema del gas en Gaza un asunto para posiciones de chantaje, o un instrumento para aprobar acuerdos políticos o de seguridad con otros organismos presentes en el escenario político palestino.
La prensa occidental, sobre todo la de Israel y Estados Unidos, informaba constantemente, hasta antes del 7 de octubre, que la ANP e Israel negociaban un acuerdo para extraer gas en Gaza.
Todo eso, ¿es viable hoy? ¿Será que Tel Aviv nunca quiso cumplir con el compromiso?
Claro, hoy podemos pensar que este genocidio, como tantas veces en que élites supremacistas, ambiciosas, lo deciden, tiene como móvil los hidrocarburos.
No sería la primera vez, y, desgraciadamente, no creemos que sea la última.
Más aún, el pasado 10 de noviembre, Netanyahu dijo que luego de eliminar a Hamás, Israel establecería un control de seguridad total en la Franja de Gaza sin entregarlo a fuerzas externas.
«Tras la eliminación de Hamás, se establecerá el control de la seguridad israelí en la Franja de Gaza, incluida la desmilitarización completa para garantizar que no exista ninguna amenaza procedente de Gaza«, señaló, durante una reunión con jefes municipales del sur de Israel.
La respuesta se debió a la inquietud de esas autoridades por saber qué futuro le espera a la Franja de Gaza.
También porque el presidente palestino, Mahmud Abás, declaró que las autoridades de Palestina asumirán la responsabilidad por la Franja de Gaza en el marco de la solución política global.
En Europa parecen haberse olvidado de sus anuncios de hace unos años. De lo dicho por Netanyahu en septiembre de este año; de la franja que quiere impulsar Tel Aviv, en la que Occidente estaría involucrada directamente.
No es fácil. A más masacres, más genocidios, es fácil colegir que habrá más resistencia y deseos de justicia entre los pueblos árabes, musulmanes. Que no habrá paz duradera.
¿En esas condiciones se puede hacer una franja, un corredor comercial sano?
Más aún cuando los sectores extremistas que acompañan a Netanyahu han manifestado su plan de desterrar a todos los palestinos de Gaza. Claro, pensarán que echándolos podrán explotar todo el gas a su antojo. ¿Quizá no piensen desterrarlos? ¿Quizá piensen exterminarlos? Ya andan en eso.
Hay arrogancia. Se sienten dueños de una impunidad criminal. Las patentes de corso que otrora otorgaban los Estados y las monarquías europeas, hoy cobran vida con otras maneras y crueldades.
No les va tan bien. Cada día se suman más países que rompen relaciones con Israel, que llaman a sus embajadores a consulta. Crecen iniciativas para boicotear, desde los pueblos, desde los millones de indignados, las empresas israelíes, los intereses de su Estado.
La situación de conflicto militar, en sí, afecta la economía occidental; no debemos olvidar el conflicto entre Rusia y la OTAN usando a los ucranianos.
En el caso de Israel, el jefe del Banco Central israelí, Amir Yaron, ha dicho que pese a que Tel Aviv entrará en la guerra con una «sólida base fiscal», el conflicto es un «duro golpe» para la economía israelí y sale más caro de lo estimado inicialmente.
Señaló que su país vive en un clima de congelación de la actividad económica y retraso de las inversiones.
De acuerdo a lo informado por Bloomberg «no hay duda de que la guerra tendrá implicaciones fiscales y generará presiones presupuestarias«.
«Es probable que la relación deuda/producto interior bruto [PIB] aumente algo más del 65% a finales de 2024, ya que los costes son mayores de lo que se había previsto inicialmente«, dijo Yaron.
Siguiendo con el funcionario del Banco Central, el crecimiento de PIB de Israel se reducirá un 1% en 2023 y 2024.
Claro, la estimación está sujeta a que «la guerra siga concentrada en la frontera sur y dure hasta finales de 2023»,
El tema para Israel, es que más países se le alejan, horrorizados por los crímenes en Gaza. El mundo sabe que lo de estos días es, desgraciadamente, un capítulo más de la larga historia con 7 décadas de horror.
La opinión pública mundial rechaza abrumadoramente al Estado israelí, y eso tiene impacto en la economía. Ya Arabia Saudita, con quien pretendía contar Israel y Europa en esa franja aludida líneas arriba; se ha manifestado en contra de la violencia contra Palestina. Los otros países mantienen la postura de rechazo. Además, renuevan acuerdos con China.
Quien tiene una visión clara, lúcida, es Serguéi Lavrov, el canciller ruso. El reputado diplomático ha dicho que su país ha «enviado señales a los israelíes, mantenemos plenos contactos con ellos, nuestro embajador se comunica regularmente con ellos, les enviamos señales sobre la necesidad de buscar una solución pacífica, y de no llevar a término la anunciada estrategia de tierra quemada en Gaza».
Durante una entrevista con la agencia de noticias Belta, cuestionó el ataque contra Israel «un ataque terrorista totalmente inaceptable, y cuando este, no del todo guiado por el derecho internacional, respondió y anunció públicamente que su represalia sería despiadada y que destruirían a Hamás. Y es imposible destruir a Hamás sin destruir Gaza con la mayoría de la población civil«.
«Si se destruye Gaza, si se expulsa de ella a 2 millones de residentes, como están declarando algunos políticos en Israel y en el extranjero, se creará una catástrofe durante muchas décadas, si no siglos», indicó Lavrov.
Quizá eso es lo que desean los supremacistas en Tel Aviv, aunque al mundo le parezca espantoso. En eso los acompañan los supremacistas de Washington y la Unión Europea.
Y no olvidemos otro detalle: El gas que necesita Europa.
Finalmente, recordaba el portal Rebelión, tomando como fuente a The People Voice, que hace cuatro años, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD), publicó un informe sobre “el potencial no aprovechado de las reservas palestinas de petróleo y gas”.
Decía el documento que estas reservas podrían generar “cientos de miles de millones de dólares.
Por estos días, el informe OK Doomer alude a la iniciativa norteamericana de crear una coalición de gobiernos occidentales para presidir Gaza, luego que culmine esta arremetida israelí.
Hablan de similares planes para Cisjordania. Dice el citado portal que, en las últimas semanas Israel ha otorgado varias licencias para explorar gas a diversas compañías, entre ellas la británica BP.
La exploración será frente a las costas palestinas, dónde se encuentran esas reservas de petróleo.
Nada nuevo bajo el sol. Al final de cuentas, un vil atraco; otro más, de los mismos de siempre.