Escribo como ciudadano de a pie. Y aclaro de una vez que no soy abogado. Venezolano de sexta generación presento aquí mi opinión sobre esa ventana que se acaba de abrir, segmento de los acuerdos alcanzados en Barbados por parte del Ejecutivo Nacional y la representación de la oposición que está en las nóminas del Departamento de Estado de los Estados Unidos y de algunos de los gobiernos socios de la Unión Europea.
Al anuncio hecho en la noche del jueves pasado antecedió una campaña de posicionamiento de los intereses de este pequeño grupo de organizaciones, que apuntan a colocar en la lid electoral a una muestra de lo peor de lo peor de la extrema derecha criolla, una casta que desde el fin de la guerra de independencia se ha quedado con los crespos hecho en su afán por gobernar directamente nuestra nación. Porque títeres ha tenido en algunas ocasiones, pero eso de sentar un mantuano en la silla presidencial de Miraflores aun no lo han logrado.
Pido, exijo, ruego que a quienes se presenten para activar un proceso como el que establece el pacto arriba mencionado sean revisados con el telescopio James Webb, ese que costó unos 10 mil millones, que tardó 30 años en ser construido que se lanzó al espacio hace un par de años para buscar las primeras estrellas que alumbraron el cosmos. Pues bien, habrá que alquilarlo para verificar hasta el más mínimo detalle, pues lo que está en riesgo es mucho.
Ya se ha alertado en esta columna lo que ha sucedido en otras latitudes y momentos históricos cuando por la razón que sea se le abren espacios al fascismo. Adolfo Hitler llegó a la Cancillería alemana no por mayoría de votos, pero si con un caudal suficiente que le permitió mostrarse como adalid contra el comunismo. Y Javier Milei, a quien se le tomó en serio bastante tarde, ya es presidente de Argentina, y sus anuncios asoman una inminente tragedia para los trabajadores sureños.
Pero más allá de las posiciones ideológicas hay un tamiz por el que quienes aspiran a ser habilitados políticamente a mi juicio tendrían que pasar y es el de la lealtad para con su patria y la defensa de su soberanía. Para mi sería imposible aceptar que quienes han solicitado la agresión abierta o subrepticia de potencias extranjeras en contra del pueblo venezolano reciban algún tipo de perdón.