Después del golpe de Estado en contra del Comandante Hugo Chávez, el 11 de abril de 2002 —derrotado en 48 horas—, y del sabotaje en contra del corazón económico de Venezuela, Petróleos de Venezuela (PDVSA), en diciembre de ese año, se generó entre otras cosas un proceso de encuentros, diálogos, conversaciones; procurando rehacer puntos de conexión luego de un trance complejo para el país, fruto del ejercicio irresponsable y extremista de la oposición desplegada en la determinación de instaurar una especie de dictadura en nuestro país; que borrara del mapa a la naciente comunidad política que se fue proyectando y consolidando como una opción real de poder y de gobierno: El Chavismo.
Como producto del diálogo, se llegó a un conjunto de acuerdos, en mayo de 2003, que fueron perfilando el retorno de la oposición a la democracia; así como de las fórmulas dispuestas en la Constitución Nacional como únicas y exclusivas para dirimir nuestros conflictos políticos, que son normales en toda sociedad democrática.
Uno de los hitos fundamentales posteriores a aquel Acuerdo de 2003, facilitado por César Gaviria, el entonces secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), fue la sucesión de hechos políticos que llevaron a la realización de un Referéndum Revocatorio, dispuesto en la Constitución Nacional, en contra del Comandante Hugo Chávez, derivando en la victoria electoral del líder de la Revolución Bolivariana, que lo ratificó en el poder y abrió las puertas de un período de estabilidad, crecimiento y progreso nacional; especialmente para las grandes mayorías nacionales y populares, históricamente traicionadas, y que luego resultó truncado con la doble crisis del rentismo petrolero y el producto de las genocidas medidas coercitivas unilaterales impuestas al país dentro de una estrategia demencial de cambio de régimen político por vía de la fuerza.
Esta introducción es válida de hacer, ya que los Acuerdos recientes suscritos en Bridgetown, Barbados, entre la Delegación del Gobierno Bolivariano y uno de los factores de las oposiciones, agrupado en la Plataforma Unitaria, pueden significar un punto de inflexión importante y definitiva en seis planos:
- Ratifica la vigencia de la Constitución Nacional y leyes de la República Bolivariana de Venezuela, como única vía legítima para conducir los procesos propios del sistema político venezolano, no siendo aceptable ni negociable chantaje o sujeción alguna a disposiciones externas o tutelajes imposibles para un país soberano.
- Expone a las claras las consecuencias derivadas de la implementación de Medidas Coercitivas Unilaterales en contra de la República Bolivariana de Venezuela, cuyos efectos han causado profundo repudio nacional en todo el cuerpo social de nuestra patria, al punto de ser parte del contenido acordado.
- Profundiza en el proceso de normalización de las relaciones internacionales de la República Bolivariana de Venezuela y del Gobierno Bolivariano del Presidente Nicolás Maduro con gobiernos como el de EEUU; con el cual sin duda existe una línea de comunicación más directa en la actualidad, y con los gobiernos de Europa Occidental; cuestión que debe ser un asunto normal en las relaciones entre pueblos, naciones y Estados sin condicionantes absurdos e inaceptables; esperando en ello rectificaciones definitivas por parte de estos gobiernos, y la no reincidencia en fórmulas de presión que jamás servirán para otra cosa que para descarrilar cualquier esfuerzo de entendimiento.
- Reitera nuestra posición histórica de defensa de nuestros incontrovertibles derechos soberanos sobre el territorio de la Guayana Esequiba; así como en el accionar para la protección de activos de la República Bolivariana de Venezuela en el exterior, por ser bienes de la Nación venezolana.
- Da un paso más en el sentido de hacer retornar a la oposición al terreno democrático y en torno a sus compromisos para contribuir a volver agonal el conflicto político, contribuyendo en sus acciones al cumplimiento corresponsable de lo dispuesto en la Carta Magna.
- Renueva el compromiso de continuar la implementación de la Constitución Nacional y las leyes de la República Bolivariana de Venezuela; como marco referencial para la administración política, jurídica e institucional de la Elección Presidencial de 2024, así como de los sucesivos procesos electorales.
Por supuesto que estos seis planos no procuran un objetivo estratégico más claro, en la visión y acción de la Revolución Bolivariana, que construir una etapa sólida, progresiva, perdurable; de bienestar social, económico y de mayor estabilidad nacional; para un pueblo venezolano que ha sido ejemplo heroico de resistencia, que nos ha permitido derrotar más de una década de fórmulas de guerra multiforme aplicadas en pro de destruir el sistema político, y convertir a la patria venezolana en colonia al servicio de intereses foráneos.
En tal sentido, observamos la valoración dada a estos acuerdos por parte del Presidente de la República Nicolás Maduro, al recibir en el Palacio de Miraflores a la Delegación de Venezuela encabezada por el Presidente de la Asamblea Nacional Jorge Rodríguez:
«Estos acuerdos que se han firmado significan una victoria de la perseverancia en el diálogo, y del camino de la Paz. Es una gran victoria del pueblo de a pie, el pueblo sufriente, que ha resistido, que ha luchado, y ha resistido los ataques y consecuencias de las sanciones criminales. ¡Estamos en el camino correcto de la historia! (…) Se ha hecho un esfuerzo muy importante para avanzar por la senda del diálogo, desde los tiempos de nuestro Comandante Chávez hasta hoy en día. Siempre hemos actuado apegados a la Constitución y a la ley para avanzar hacia la recuperación del Estado de Bienestar Social, de unión, armonía, tolerancia, de encuentro y reencuentro (…) con la firma este martes de dos acuerdos parciales, en el marco de la reanudación del proceso de diálogo realizado en Bridgetown, Barbados, se está dando el primer paso en la dirección correcta para un levantamiento progresivo y sostenido de todas las sanciones impuestas a Venezuela. ¡Es justicia! (…) Hoy por hoy es un consenso mundial que deben ser levantadas todas las sanciones, porque Venezuela tiene derecho a la libertad económica y comercial. Debe cesar la agresión económica que se ha impuesto contra nuestro país, contra nuestro pueblo».
Cómo respuesta, vista desde el Gobierno de EEUU, y presentada en la perspectiva de «estimular» la situación actual de acuerdos; por un lado se han destrabado los mecanismos de chantaje que operaban para el cumplimiento definitivo del acuerdo del 26 de noviembre de 2022, que hoy dispone el arranque del fondo correspondiente por parte de Naciones Unidas para administrar 3.200 millones de dólares que dicha instancia administrará en función de gestionar proyectos en materia de salud, educación, y servicios; que son un clamor lógico y cotidiano de nuestro pueblo.
Por otra parte, han emitido un grupo de licencias que levantan hasta por seis meses las genocidas medidas coercitivas unilaterales en contra de la República Bolivariana de Venezuela; para todo el proceso concerniente a temas como Petróleo, Gas, Oro, así como su intermediación financiera asociada, entre otros aspectos.
Sin ahondar demasiado en aspectos técnicos, correspondiendo a otros esta tarea, es más que evidente que la necesidad geopolítica de recursos energéticos por parte de EEUU ha privado como principal elemento para sus últimas decisiones; por mucho que pretendan presentar estas licencias, que están muy lejos de cumplir la exigencia nacional del fin definitivo de todas las sanciones contra Venezuela, como una especie de «estímulo» con cara de chantaje reversible si no cumplimos sus puntos máximos de negociación política, cuestión que no está no cerca del radar real.
Visto esto, las medidas del gobierno estadounidense que debemos valorar como un buen primer paso, lejos aún de una rectificación necesaria, suficiente y definitiva de su errónea política exterior hacia Venezuela, han sido complementadas de unas declaraciones infelices del Secretario de Estado de EEUU, Anthony Blinken, quien parece no haber aprendido mucho de todas las derrotas que le ha dado Venezuela a las absurdas maniobras de la élite política de ese país, llegando a torcer lo acordado en Barbados y procurando poner elementos que pretenden tutelar de manera inaceptable nuestro sistema político.
Tal maniobra de discurso es como si, desde Venezuela, nosotros procuráramos introducir elementos injerencistas sobre todo el proceso judicial que hoy cursa en se país sobre Donald Trump; asunto que bien pudiese ser analizado pero que no es de la incumbencia de la institucionalidad democrática de la República Bolivariana de Venezuela, ya que de suyo irrespeta principios esenciales del derecho internacional, como la autodeterminación de los pueblos y el funcionamiento libre de los sistemas políticos; cuestión que pretende vulnerar Blinken con cuestiones que no han sido parte de lo acordado y suscrito, y que además no son parte de sus asuntos.
Este tipo de declaraciones, propias de un monroísmo anacrónico e inaceptable por una Nación, desde la que, claramente, levantamos banderas bolivarianas y libertarias; poco o nada ayudan en el avance hacia relaciones de respeto, que ha sido el sello permanente en cuanto a exigencias se refiere por parte del liderazgo de la Revolución Bolivariana. Parece que algunos factores de la institucionalidad estadounidense siguen sin entender estos temas.
Al margen de tan infelices aseveraciones, que tratan de torcer la actualidad, lo cierto es que este contexto representa una victoria puntual de mucho peso para la República Bolivariana de Venezuela y para el Presidente de la República Nicolás Maduro Moros, ya que ha mandado al basurero de la historia la pretensión de imponer instancias paralelas al poder nacional que solo legítima el pueblo venezolano; a través de los mecanismos libres y democráticos dispuestos en la Constitución Nacional.
Por ello, uno puede entender y analizar las altisonancias de algunos funcionarios estadounidenses que tratan de eludir una derrota en toda la línea; que se suma a la situación de imposibilidad real, concreta, estratégica y táctica; de seguir bloqueando a un proveedor seguro, sustentable y perdurable de petróleo y gas para todo el hemisferio occidental, cómo lo es la República Bolivariana de Venezuela; a menos que quieran dispararse en sus propios intereses geopolíticos.
Lo demás son fábulas alimentadas de llantos de derrota e infelices declaraciones. A estas alturas, quien quiera escuchar y leer debe darse buena cuenta de que la República Bolivariana de Venezuela jamás aceptará pretensiones de tutelaje, o chantaje de nada ni nadie; haciendo lo debido para que quienes aún dudan, pues queden convencidos con los hechos.
Nuestro reto futuro, dado este paso acordado en Barbados, es avanzar en la configuración de una gran voluntad nacional a través de la Conferencia convocada por el Jefe de Estado Venezolano para terminar de librar a nuestra patria de todas y cada una de las medidas de agresión que se nos han impuesto, avanzando libremente en el funcionamiento de nuestro sistema político, con arreglo a nuestros propósitos e intereses exclusivos; sin que importe en ello opiniones de nadie que no sea venezolano o venezolana.
Cumpliendo todo lo dispuesto en la Constitución y las leyes de nuestro país, y exhortando a quienes, internacionalmente, difieren de nosotros a volver a una racionalidad de respeto hacia la República Bolivariana de Venezuela; a menos que quieran seguir su agenda de agresión y dispositivos absurdos que sólo tendrán un destino.
Nuevas derrotas…