Por: Rosita Caldera
Graves impactos climáticos ocurrirán si no se detiene la destrucción del territorio Esequibo que ejecuta el gobierno de Guyana, otorgando allí concesiones mineras y petroleras indiscriminadamente y de manera ilegal.
Para el experto ambientalista, investigador, docente, Leobardo Acurero, se trata de un macroecocidio lo que se está cometiendo en esa región de nuestro planeta, y las consecuencias no sólo afectarán esa zona selvática que le han robado a Venezuela, sino que tendrá impacto mundial.
Acurero considera necesario divulgar, dar a conocer los diversos estudios que ya han adelantado organizaciones ambientalistas, sobre la realidad del Esequibo, zona que ha sido definida por los ecologistas como un Bioma Tropical. Se trata de una región selvática, del precámbrico, de incomparable biodiversidad, con especies únicas, con poblaciones originarias que requieren ser protegidas, resguardadas ─nos dice─ de las amenazas de extinción que propicia el gobierno guyanés.
Por estas y otras razones, Leobardo Acurero sostiene que es el momento de promover, unidos todos junto a Venezuela, una acción por la defensa de la vida. Todas las vidas ─dice─ la vida humana, animal y vegetal; que allí logró instaurarse y permanecer.
Acurero ha dado conferencias, declaraciones, participado en foros y expuesto sus opiniones públicamente y las ha compartido con destacados activistas que en Venezuela y en el mundo luchan por la preservación del medio ambiente.
Sostiene, basándose en estudios e informes recabados por el Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC) y otras agrupaciones ecologistas, que parte del calentamiento climático, hasta más del 5%, es generado por las deforestaciones, y esta es, precisamente, una actividad promovida e intensificada por las extracciones mineras autorizadas por Guyana.
Y se van a intensificar aún más, con los 13 millones de hectáreas que han otorgado para explorar más minas en la zona. Esto debe detenerse. No se puede permitir. Con esas intervenciones, serán afectadas las selvas, se incrementará la producción de CO2 que dañará la atmósfera y el natural sumidero de carbono que allí funciona. Una deforestación como la que se avecina, hará que se pierdan nutrientes del suelo, acabando con la vegetación, se morirán los árboles y, a muy corto plazo, sólo quedarán sabanas y desiertos. En una zona ─agrega─ que es fuente de agua dulce, porque ese bosque tiene ríos de mucho caudal, como lo son el Orinoco y el Amazonas.
Insiste en la necesidad de proteger esta área tan especial por la influencia que tiene, tanto en la región Suramericana como a nivel global, porque en esa zona circula la corriente submarina del Atlántico, impulsada por tres grandes ríos. Es una corriente que contribuye con su fluir a estabilizar el clima planetario pues, actúa como conductor de calor que luego enfriará sus contenidos acuíferos en el Ártico para devolverlos después, repitiéndose el ciclo natural de enfriamiento global, desde las corrientes submarinas.
—Ese sistema también está amenazado.
De igual modo ─agrega Acurero─ la producción del fitoplancton se agota por la contaminación, y esa es fuente de alimentación y abundancia de peces y demás variedades marinas que existen en esa costa atlántica y en el mar Caribe, grandes proveedoras de proteínas para la humanidad.
Los pueblos y sus organizaciones deben unir esfuerzos para ejercer a plenitud la soberanía territorial y proteger a esas comunidades venezolanas y a todo ese bosque que representan la plenitud de vidas que hay que defender. Es una de las exhortaciones que nos deja Leobardo Acurero.