«¡Vamos, Nico!» El llamado, escuchado muchas veces en Venezuela, tanto con música o como lema, en los 11 años transcurridos desde la desaparición física del comandante Hugo Chávez, acompaña a Maduro en este año de elecciones presidenciales. Una consigna que surgió de los diputados chavistas reunidos en el Parlamento; apenas el Consejo Nacional Electoral (CNE) anunció la fecha de las próximas elecciones, 28 de julio: el día del nacimiento del Comandante que, habiendo regresado de Cuba para anunciar al país su grave estado de salud, recomendó, tanto al PSUV (partido que él fundó en 2007), como al pueblo que lo había reelegido por abrumadora mayoría sólo dos meses antes, elegir al entonces Ministro de Relaciones Exteriores, Nicolás Maduro, como su sucesor.
Y el pueblo confió en el comandante, votando una y otra vez al exconductor de autobús que lo había apoyado desde la primera hora, aportando una gran experiencia de la extrema izquierda venezolana.
Después de casi un mes de consultas entre todas las fuerzas políticas, tanto aliadas del chavismo como de la oposición, el CNE ha fijado la fecha de los comicios y establecido un cronograma electoral. Los candidatos serán inscritos en el registro electoral entre el 21 y el 25 de marzo. La campaña electoral comenzará el 4 de julio y finalizará el 25.
Maduro aún no ha formalizado su candidatura; pero desde la base que, por indicación del PSUV debe elegir a su candidato, el llamado no se hizo esperar: «¡Vamos, Nico!». El partido ha puesto en marcha una extraordinaria movilización popular que, a través de asambleas celebradas en todo el país, indicará su preferencia de forma transparente y directa, y los resultados serán visibles en «medios, redes y paredes», según el modelo de comunicación “participativa y protagónica” que construye y multiplica conciencia y organización.
La estructura en la que se organiza el PSUV, el partido más grande de América Latina, es amplia, circular y capaz de llegar a todos los rincones de Venezuela. En apenas tres días se han activado 268.819 calles en las 46.906 comunidades del país. Más de 15.850 Unidades de Combate Bolívar Chávez (UBCh), las estructuras organizativas de la base ya presentaron propuestas y sugerencias.
En el estado Nueva Esparta, las 1.364 asambleas populares que se realizaron en los 11 municipios postularon a Nicolás Maduro. Y así fue en Apure donde, según dijo el gobernador Eduardo Piñate, figura histórica del PSUV, sólo entre el 7 y 8 de marzo se realizaron más de 5.000 asambleas populares. El mismo resultado se dio en los 15 municipios de Sucre, en Monagas y en Aragua; donde militantes del partido ya acuden desde hace meses. La indicación proveniente de la juventud chavista también es unánime y clara: “Vamos, Nico”.
Maduro agradeció al PSUV por organizar las jornadas consultivas y animó al pueblo a construir un frente lo más amplio posible para lograr una gran victoria el 28 de julio. La revolución Bolivariana ─dijo─ concentra todos sus esfuerzos y trabajo para generar el mayor bienestar colectivo y prosperidad de nuestro pueblo; a través de la construcción de obras públicas que logren la recuperación total del “buen vivir” a nivel nacional.
Un esfuerzo titánico llevado a cabo en los últimos años; a pesar de los numerosos obstáculos, trampas e impedimentos puestos por el imperialismo a través de sus títeres de extrema derecha, que aún ahora intentan tejer la habitual trama mefítica, utilizando organismos internacionales. Mientras varias estructuras de la oposición moderada han declarado su intención de presentar sus propios candidatos, el fascismo proatlántico, aunque dividido internamente por intereses ciertamente no ideales, insiste en mantener abierta la candidatura de María Corina Machado, lo que es imposible según las leyes venezolanas: la señora trumpista fue inhabilitada por 15 años; y no desde ahora.
El gobierno bolivariano ha cumplido su palabra prometida durante los acuerdos firmados en Barbados con todos los elementos de la oposición (incluso la extrema derecha). La Constitución Bolivariana prevé que las elecciones presidenciales de las que surgirá el próximo jefe de Estado, que gobernará durante seis años y asumirá el cargo el próximo año, tendrán lugar en 2004. Se acordó que las consultas se llevarían a cabo este año, y así fue.
Para el fascismo venezolano, que nunca ha respetado las disposiciones constitucionales, sin embargo, se trata de enturbiar las aguas, antes y después de la votación, para negar los resultados, confiando también en los resultados electorales de Estados Unidos y, antes incluso, en el escenario que surgirá de las elecciones europeas de junio, que prometen consolidar la hegemonía de la derecha.
Por esta razón, los poderosos lobbies venezolanos proatlánticos que operan en los países de la Unión Europea, donde muchos prófugos de la justicia residen en el lujo, ya han activado la máquina de barro, y presionan para la presencia de una «misión técnica de observación de la Unión Europea” y otras instituciones internacionales. Mientras tanto, el gobierno bolivariano ha respondido con firmeza a las declaraciones injerencistas de la UE que, ya en 2021, cuando asistió a las megaelecciones de alcaldes y gobernadores, no pudo frenar su instinto neocolonial.
En 2018, tras un año de violencia organizada por la extrema derecha, la Unión Europea y Estados Unidos, en apoyo a la oposición golpista que había boicoteado las elecciones, no reconocieron la victoria de Maduro e impusieron una mortífera secuencia de medidas coercitivas unilaterales que destruyó la economía del país, e impuso un enorme sufrimiento al pueblo, pero no lo ha empujado a volverse contra su presidente legítimo.
Incluso en esta situación, a pesar de la flexibilidad inicial de algunas «sanciones» por parte de Estados Unidos, el gobierno de Biden ha renovado por un año más el decreto de Obama que, en 2014, activó el mortífero mecanismo. Y, en abril, vencen las «licencias» acordadas tras el intercambio de prisioneros celebrado entre Estados Unidos y el Gobierno bolivariano con el que el diplomático venezolano Alex Saab, secuestrado por Estados Unidos, fue devuelto a su patria a cambio de algunos mercenarios estadounidenses detenidos en Venezuela.
Maduro, el PSUV y la Revolución Bolivariana, sin embargo, se han templado en el fuego de las dificultades y, contra viento y marea, contra viejas trampas y mentiras neocoloniales, preparan un nuevo desafío, mientras las calles corean: «¡Vamos, Nico!».