La orquesta de voces contó y cantó la historia de un pescador de anclas que había navegado tantos mares que ya tenía redonda el alma, de tantos viajes; explicó cómo tiembla en la tierra la luz con una gota de breve rocío y dijo que sólo dura un segundo apenas
En el camino que la rosa apunta de un torvo sembrador, suena el arado del campesino que está en la tierra, el ancla del marinero que está en el mar, el arma del miliciano que va a la guerra con un canto infinito de paz. Y la vigilia entre la noche anuncia la presencia febril del sobresalto ante la gira que hizo el Orfeón Universitario de la Universidad Central de Venezuela por la isla de Margarita del 1º al 5 de mayo de 2024.
Allí lo recibió. —además de Francisco e Inocente Carreño, Modesta Bor, Jesús Rosas Marcano, Chelías Villarroel, Beto Valderrama, Perucho Aguirre, Francisco Mata, Luis Beltrán Prieto Figueroa, Efraín Subero, José Ramón Villarroel “El Huracán del Caribe”, Gustavo Pereira, Pedro Ramón Deffit y Rafael “Fucho” Suárez— la negra Atilia con su canasto tejido donde lleva lo de vender: franela china de algodón y blumas de nylon, el alcoholado español, los naipes y el mentol, la blusa fina, el jabón y crema de tocador.
Un competidor de la negra Atilia le dijo, con aires de pedantería: Yo valgo más que el coral, que el diamante y que el rubí, yo no me cambio por ti, pues yo valgo donde quiera y en regiones extranjeras allí me aprecian a mí.
Los orfeonistas, alojados en el hotel Colibrí Suites, en Porlamar, antes de desayunar unas empanadas de cazón en compañía de los conjuntos Guaiquerí, Collar de Perlas, Madre Perla y los Topotopos, veían las tetas de María Guevara y se percataban de que oriente es la tierra donde amanece más temprano y es que en oriente, mi hermano, la mar tiene otro color y el amarillo del sol es un poco azafranado, el aire es menos pesado y la luna es una flor que perfuma con amor a quien está enamorado.
El pueblo disfrutó de la voz plural ucevista. «El cantar tiene sentido, entendimiento y razón», dijo una señora. Varias personas hablaron sobre lo que significa para toda Venezuela el 19 de abril de 1810, menos en Margarita, porque en la isla la noticia del no a Vicente Emparan se supo el 4 de mayo de ese año.
Otras comentaban que Margarita, esa lágrima que un querubín derramó y al caer en hondo piélago en perla se convirtió, estuvo siempre habitada por el bravío pueblo guaiquerí, cuyos habitantes la llamaban Paraguachoa; a Cubagua, Cua Hua; y Cochen a Coche.
Un guía del castillo San Carlos Borromeo en Pampatar explicó que el 31 de julio de 1817, los guaiqueríes, bajo el mando del bolivariano Francisco Esteban Gómez, derrotaron en la Batalla de Matasiete, cerca de la ciudad de La Asunción, a las fuerzas españolas a las órdenes de Pablo Morillo.
La voz plural más conmovedora de la Universidad Central de Venezuela cantó el miércoles 1° de mayo en la iglesia del Cristo del Buen Viaje en Pampatar, donde fue recibido por el canto margariteño de un coro de pueblo y, al finalizar el concierto, fue declarado visitante ilustre del municipio Maneiro. El jueves 2, en la Casa de la Cultura Francisco Lárez Granado, en Juan Griego, fue recibido por un coro de niños que dedicó un canto a la historia del orfeón ucevista y le obsequió una diversión margariteña. El viernes 3 en la Catedral Nuestra Señora de La Asunción, en la capital neoespartana, la agrupación coral fue recibida por sus ahijados: los niños cantores de Margarita, ya adultos, primera agrupación coral infantil del estado Nueva Esparta fundada por la maestra María Salazar de Rojas, la cual en 1980 fue bautizada por el padrino Orfeón Universitario en las personas de Raúl Delgado Estévez y Graciela Gamboa. Al finalizar la presentación, el coro ucevista fue honrado con la Orden Ciudad Heroica del municipio Arismendi. El sábado 4, cantó en la Basílica Nuestra Señora del Valle del Espíritu Santo y el domingo 5, en el museo Francisco Narváez de Porlamar, donde dos payadores de lujo: Ernesto Da Silva “El ciclón de Margarita” y José Agreda “El vengador del serafín”, le tributaron improvisaciones en décimas espinelas a ritmo de galerón.
La orquesta de voces contó y cantó la historia de un pescador de anclas que había navegado tantos mares que ya tenía redonda el alma, de tantos viajes; explicó cómo tiembla en la tierra la luz con una gota de breve rocío y dijo que sólo dura un segundo apenas. El director le preguntó a ese mar donde solía llorar mi corazón, si por su arena, con dulce silbo de veloz sirena, cruzó la virgen que me viera un día contar los granos de la arena mía.
En una de las noches de luna llena, los orfeonistas recibieron la visita de unos duendes llamados chimichimitos, esos que suelen reunirse en la playa para jugar y entonar cantos tan dulces que atraen a los peces a la orilla del mar. Y es que cantar en Margarita, entre peñeros, atardeceres, sancochos de pescado y diversiones, entre mitos y creencias, consejas y leyendas, entre fantasmas y aparecidos, significa comprender el mosaico cultural y espiritual de un pueblo que resistió a los embates de perversión y barbarie del tirano Aguirre, un pueblo que vive un sentido álmico y de fe ciega en la procedencia celestial del dios del cristianismo, su madre la Virgen del Valle, su hijo el Santísimo Cristo del Buen Viaje, las procesiones de imágenes y el uso de escapularios y de Cordones de San Blas, los poderes terrenales de la Cruz del Cielo, de la Mano Poderosa y del Ojo de Dios, de los santiguaos y los ensalmes, de las supersticiones originarias en los poderes sobrenaturales del Sol y de la Luna, del mar, el sol y el viento, de las estrellas, de los eclipses, de los cometas, de los truenos y de los rayos.
El 6 de mayo de 2024, el Orfeón amaneció en su Caracas natal, recordando que ese día, pero de 1816, se instaló en la iglesia parroquial de la Villa de Santa Ana del Norte en la isla de Margarita, cuna del general Francisco Esteban Gómez, una Asamblea de Notables presidida por el general Juan Bautista Arismendi. Esta importante junta permitió reiniciar la guerra por la independencia del imperio Borbón. La primera resolución fue designar a Simón Bolívar como jefe supremo de la República de Venezuela. El general Santiago Mariño es designado como segundo al mando.
El 6 de mayo de 1816, se reunió nuevamente esta junta patriótica y el Libertador firma el fin del decreto de la guerra a muerte. Este nuevo capítulo de nuestra gesta libertaria es conocido como tercera república según el historiador Caracciolo Parra Pérez, entre otros, quienes periodizan como Primera República (1811-1812); Segunda República (1813-1814); Tercera República (1817-1819); República de Colombia (1819-1830); Cuarta República (1830- 1999) y Quinta República (1999 hasta el presente). Para Bolívar, la República históricamente fue un continuum iniciado el 19 de abril de 1810 y hecho república el 5 de julio de 1811, cuando el primer congreso constituyente de Nuestra América crea la Confederación Americana de Venezuela.
En su proclama del 7 de mayo de 1816, en el Cuartel General de la Villa de Santa Ana del Norte, Bolívar declara la urgencia de instalar nuevamente el Congreso de Venezuela, “… para que nombréis vuestros diputados en Congreso, sin otra convocatoria que la presente”.
Voy en mi sitio en el velero mundo vestido de silencio y de tu nombre para cantar con el coro activo más antiguo de Venezuela, con el instinto desatado a punto de fiera pugna que la vida impone. Cortada linfa latiguea mi carne mecida por salobres ebriedades la circundante lobreguez, lubrican ramalazos de luz. Mientras mi alma, de tu cariño, en la divina llama acera el temple de su fe marina.