Una victoria “evidente e abrumadora”. Así, en un primer balance proporcionado a última hora de la noche del domingo, el presidente del Consejo Nacional Electoral (CNE), Elvis Amoroso, definió el resultado del referéndum consultivo sobre la Guayana Esequiba. El porcentaje de votos afirmativos a las cinco preguntas propuestas superó el 95%, mientras que el porcentaje de votos “No” fue apenas, en promedio, superior al 4%. La participación también superó las expectativas, registrando 10.554.330 votos, realizando el sueño de Chávez. Un porcentaje destinado a crecer – afirmó Amoroso – porque los colegios electorales permanecieron abiertos dos horas más, como anunció por la mañana la autoridad electoral, para permitir a todos los ciudadanos que hacían cola ejercer su derecho.
El sistema de votación, probado a lo largo de los años, es rápido, automatizado y seguro, gracias a la verificaciones proporcionadas antes y después de presionar el botón para expresar su elección. Los numerosos invitados internacionales pudieron comprobarlo directamente, visitando algunos de los 15.857 centros de votación, ya operativos al 97% desde las primeras horas (en total, 28.027 mesas electorales en los 23 estados y el Distrito Capital). En todas partes reinaba un ambiente alegre y relajado. La gente acudió a las urnas acompañada de niños y mascotas. En Guarenas, en el Centro Socialista Inces, las organizaciones participantes (en total 61 a nivel nacional) informaron a los observadores internacionales y a los periodistas, sobre cómo el 27 de febrero de 1989, se inició la primera protesta popular contra el neoliberalismo en esa localidad que en el 2023, sigue luchando contra las fuerzas que siguen atacando la soberanía venezolana.
En Petare, la urbanización más grande de América Latina, las organizaciones populares presentes en las mesas -en su mayoría mujeres- dijeron confiar en que, como en otras votaciones anteriores, la sabiduría popular se expresaría con votos en la circunscripción José de Jesús Arocha, un sector que suele indicar una tendencia general. Y así fue, nuevamente ganó la Patria.
Hoy en día es imposible hacer votar a los muertos, como ocurrió durante la Cuarta República, cuando el voto estaba condicionado por las élites que gobernaban para sus propios intereses, como sigue siendo en los países capitalistas. Tras la aplastante victoria de Hugo Chávez en las elecciones presidenciales del 6 de diciembre de 1998, el pueblo pasó a ser protagonista de la vida política. Después de haber jurado sobre la «moribunda constitución» de 1961, el comandante lo instó inmediatamente a participar en el proceso constituyente que gestó una nueva constitución. Una constitución bolivariana, basada en la democracia participativa y protagónica, expresada en sus cinco poderes y declinada en dos géneros, y aprobada por un referéndum vinculante.
Desde sus primeros pasos, la revolución bolivariana lanzó una formidable campaña para registrar a la población que siempre había sido excluida, que ni siquiera contaba con cédula de identidad: en su mayoría mujeres, nacidas y criadas al servicio de los ricos, o pueblos indígenas, que después han encontrado representación y respeto por sus tradiciones originarias.
Y, de hecho, impactó la masiva concurrencia a votar de las poblaciones originarias del Esequibo, y su alegría por el resultado, con el izamiento de la bandera bolivariana de 8 estrellas y el canto del himno nacional en el lengua originaria. Un resultado obtenido gracias al trabajo político de la revolución bolivariana que, hace tres años, estableció, en el seno del parlamento, la Comisión Especial del Esequibo, que realizó numerosas reuniones y asambleas para recoger las propuestas de las poblaciones originarias que habitan el Esequibo desde hace 10.000 años.
En un territorio de 159.000 kilómetros cuadrados, habitan siete pueblos originarios, descendientes de dos etnias raíces principales, los Arawak y Caribes. Ellos protegen un territorio extraordinariamente rico en recursos que hay que preservar, y que estaría en peligro ante la voracidad de las multinacionales, que ya están devastando la zona reclamada, con la complicidad del gobierno de Guyana.
Por lo contrario, la Constitución que parió la revolución bolivariana, permite impulsar la creación de la Universidad de la Guayana Esequiba y la Fachada Atlántica (ya prevista por la Comisión especial), que garantizará programas nacionales de información en las culturas aborígenes, ingeniería naval, el desarrollo ecológico, recursos hídricos, reforestación del hábitat, recursos naturales estratégicos con uso soberano, entre otros. Una visión que contribuirá a preservar a los 2.000 aborígenes Wai Wai en peligro de extinción, y a los que viven más apartados en lugares inhóspitos.
El el 2 de enero de 1969, en la zona de Rupununu, actual región del Alto Tacutu-Alto Esequibo, los Wapishana, liderados por una valiente campesina, Valerie Hart, fueron protagonistas de una revuelta para reclamar la nacionalidad venezolana, pero fueron masacrados. Hubo alrededor de 100 muertes y informes de violencia y tortura, especialmente entre los Makushi y Wapishana. Venezuela otorgó la nacionalidad a 120 personas y las colocó al sur del estado Bolívar. En las masacres participaron mercenarios franceses.
También para preservar la identidad de los pueblos originarios del Esequibo, se ha propuesto la pregunta número 5, la cual dice: “¿Está usted de acuerdo con la creación del estado Guayana Esequiba y se desarrolle un plan acelerado para la atención integral a la población actual y futura de ese territorio que incluya entre otros el otorgamiento de la ciudadanía y cédula de identidad venezolana, conforme al Acuerdo de Ginebra y el derecho internacional, incorporando en consecuencia dicho estado en el mapa del territorio venezolano?”
Un gran debate que no termina el 3 de diciembre, sino que es el punto de partida para involucrar a todos los sectores del país en la defensa del territorio. En la opinión de Hermann Escarrá, presidente de la Comisión Especial para la Defensa del Territorio Esequibo y la Soberanía Territorial, y diputado Psuv para el estado Aragua, la creación del estado Guayana Esequiba es competencia de la Asamblea Nacional. Tiene que ser – dijo el parlamentario– “mediante una ley, porque es reserva legal, así como ocurrió con Vargas, que no hubo necesidad de modificar la Constitución”. De igual manera, el diputado explicó que el proceso de creación del estado 24, a través de una ley orgánica o especial, no debería llevarse más de 15 días en el tiempo parlamentario.
El referéndum consultivo fue propuesto por unanimidad por una comisión parlamentaria mixta compuesta por representantes del gobierno y diputados de la oposición, que invitaron a votar sí a las cinco preguntas y que declararon su satisfacción por la unidad nacional demostrada «por primera vez en muchos años». Se puede, por tanto, suponer que los pasos siguientes también serán fruto de este buen clima creado, en detrimento de los componentes golpistas, subordinados a Washington.
El resultado del referéndum consultivo sirve, sobre todo, para apoyar la diplomacia de paz llevada a cabo por el Gobierno bolivariano, que reivindica el Acuerdo de Ginebra como base esencial para resolver, a satisfacción mutua de las dos partes, la cuestión histórica que quedó sin resolver debido a la intervención imperialista de las potencias coloniales y neocoloniales. Por esta razón, Venezuela denunció la decisión de Guyana de apelar ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ), donde, sin embargo, presentó sus propios, irrefutables, históricos argumentos. Y, como destacó el presidente Maduro, la decisión de la CIJ tampoco aceptó la solicitud del gobierno de Guyana de impedir el referéndum consultivo.
Sobre las cinco preguntas propuestas, el pueblo se expresó claramente. Al respecto, además de la quinta antes citada, las preguntas del referéndum decían: 1) ¿Está usted de acuerdo en rechazar, por todos los medios, conforme al derecho, la línea impuesta fraudulentamente por el laudo arbitral de París de 1899 que pretende despojarnos de nuestra Guayana Esequiba? El 97,83 por ciento del pueblo respondió Sí. El No fue solo del 2,17 por ciento. 2) ¿Apoya usted el Acuerdo de Ginebra de 1966 como el único instrumento jurídico válido para alcanzar una solución práctica y satisfactoria para Venezuela y Guyana, en torno a la controversia sobre el territorio de la Guayana Esequiba? El 98,11 por ciento respondió Sí. El 1,8 por ciento respondió no.
3) ¿Está usted de acuerdo con la posición histórica de Venezuela de no reconocer la jurisdicción de la Corte Internacional de Justicia para resolver la controversia territorial sobre la Guayana Esequiba? El 95,40 por ciento respondió Sí, mientras que el No ha sido el 4,10 por ciento.
4) ¿Está usted de acuerdo en oponerse, por todos los medios, conforme al derecho, a la pretensión de Guyana de disponer unilateralmente de un mar pendiente por delimitar, de manera ilegal y en violación del Derecho Internacional? 95,94 por ciento respondió Sí, mientras que el 4,06 por ciento no está de acuerdo.
Bolivarianismo versus Monroísmo. Dos visiones que, a doscientos años de la nefasta doctrina Monroe, fueron analizadas durante un encuentro antiimperialista internacional en el que líderes políticos venezolanos y analistas internacionales dialogaron. Los herederos de la visión libertaria de Bolívar son aquellos gobiernos y pueblos que, como Venezuela, se están preparando para construir un mundo multicéntrico y multipolar. Los herederos del monroísmo son los Estados Unidos que, como dijo Bolívar en una carta profética, “parecen destinados por la Providencia a plagar la América de miserias, en nombre de la libertad”.
Una tarea llevada a cabo hoy por la OTAN y sus aliados y, en lo que respecta a la zona reclamación, es ejecutada por su Comando Sur, al que el Gobierno de Guyana, que rechazó los resultados del referéndum, permitió la entrada, para proteger los intereses de ExxonMobil. En julio, Estados Unidos lideró ejercicios militares en Guyana, con la participación de más de 1.500 efectivos de 20 países.
Al propósito, el presidente Maduro denunció «una campaña sucia» de la ExxonMobil contra el referéndum, y prometió revelaciones al respecto. «Ha arrancado una campaña sucia con mucho billete de la ExxonMobil por redes sociales para tratar de evitar que se haga el referéndum, para tratar de sabotearlo, para tratar de confundir», dijo el mandatario.
El ministro venezolano de Defensa, Vladimir Padrino, tachó el planteamiento de Guyana como provocación. «Con esos estilos y esas formas de ‘guapetón de barrio’ (envalentonado) – dijo – no es que vamos a resolver este asunto, este diferendo, no es así. No es así, convocando al Comando Sur (de Estados Unidos) a establecer una base de operaciones en ese territorio, no es así, no es con esa arrogancia».
Después los resultados del consultivo, Padrino felicitó a la FANB por su labor impecable durante la votación, en la que participaron, en unión cívico-militar, 280.000 soldados y soldadas, milicianos y milicianas. Ante el intento de hacer aparecer a Venezuela como un agresor que impediría el desarrollo de la pequeña Guyana, Padrino reiteró la vocación libertaria y no invasora de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, heredera del ejército multicolor que acompañó a Bolívar en su camino emancipador.
El resultado del referéndum puede tener un efecto expansivo, extendiéndose a otras situaciones fronterizas influenciadas por el neocolonialismo. En primer lugar, dentro de la propia Guyana, sobre la cuestión de Surinam, que es en parte holandesa, pero tiene un territorio en disputa con Guyana, el Tigris, donde la antigua colonia inglesa ha decidido establecer una base militar. Parece que Surinam está pensando en un referéndum consultivo como el que tuvo lugar en Venezuela.
Monroísmo versus Bolivarianismo. De un lado la voz del amo, la voz de las armas, del otro la voz del pueblo, la voz de la paz con justicia social.