Pese al extraordinario poder y experiencia de la corporatocracia mediática global, Washington se encuentra cada vez más entrampado en la lucha por preservar su imagen de defensor de la democracia, de los “valores occidentales”. Esto es fundamental en su objetivo de mantener, o por lo menos, alargar el máximo tiempo posible, su posición hegemónica.
Se sabe que el fin de la unipolaridad es inevitable, pero requieren retardarlo, siempre lo decimos, para que en el nuevo escenario, –el nuevo orden mundial que emerge– se encuentren en la mejor posición posible.
El conflicto en Ucrania, como en su momento la pandemia de Covid-19, han servido para acelerar procesos, forjar realineamientos, y, sobre todo, cambiar percepciones globales.
La prepotencia de Estados Unidos, de sus voceros; los retrata, los deja en evidencia; los arrincona.
Así tenemos que, mientras el mundo seguía con atención la reunión entre Vladimir Putin y Xi Jinping; sobre todo lo que podría significar una salida aceptable al tema Ucrania, John Kirby, coordinador para Comunicaciones Estratégicas del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, manifestaba su preocupación de que China reiterara su petición de alto al fuego.
“Esperamos que el Presidente Xi presione al Presidente Putin para poner fin a los bombardeos de ciudades ucranianas, hospitales y escuelas; para así detener los crímenes de guerra y las atrocidades, y para que se retiren sus tropas”, dijo Kirby.
«Pero estamos preocupados por si, en cambio, China reitera los llamamientos de alto el fuego y deja a las fuerzas rusas dentro del territorio soberano de Ucrania», afirmó.
Washington obvia que China ha mantenido un papel prudente, equilibrado, en sus relaciones internacionales; que promueve el respeto al derecho internacional, que inclusive en las provocaciones de “occidente”, en el tema de Taiwán, Pekín ha sido cauteloso.
No olvidemos que en medio de esta guerra proxy de la OTAN, especialmente Estados Unidos contra Rusia, China puso a disposición de la comunidad internacional un plan de paz que consta de doce puntos.
La iniciativa fue recibida con beneplácito por la mayoría de líderes políticos mundiales, por académicos independientes, personas de buena voluntad, pero claro, la oposición vino de Estados Unidos.
Ante las declaraciones de Kirby, la diplomacia China se pronunció.
«EEUU cree que la posición de China es injusta, ¿pero suministrar armas sin descanso al campo de batalla es justo? ¿Contribuir a la constante escalada del conflicto es justo? ¿Permitir que los efectos indirectos del conflicto se extiendan por el mundo es justo?», dijeron en un comunicado.
Wang Wenbin, alto diplomático de China, recalcó que Pekín no tiene objetivos egoístas en la cuestión ucraniana. “China no es la instigadora de la crisis ucraniana, no es parte en esta crisis y mucho menos suministra armas a ninguna de las partes», indicó.
Pero lo dicho, la Casa Blanca teme quedar arrinconada, en situación incómoda. Así lo publicó Blomberg el 23 de marzo. Señalan que hay conciencia en Washington de que la comunidad internacional, los aliados de Washington, están cansados del conflicto, y su posición en contra de la paz, los va dejando solos.
Según Bonny Lin, analista del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, los cuestionamientos de Washington a la propuesta China, refuerzan la percepción de que Estados Unidos no quiere la paz.
«Habrá muchas formas en las que China retrate a EE.UU. negativamente», dijo.
Es que, más allá de la política guerrerista norteamericana, que le deja millones de dólares en ganancia al complejo industrial militar; una resolución del conflicto –con Pekín como principal propulsor–, reforzaría la influencia y liderazgo chino.
Se confirmaría que hay países con capacidad de actuar e influir al margen de Estados Unidos, de Occidente. Se constataría que la mayoría de países se cansaron de arbitrariedades e injusticias.
En ese sentido, es interesante la visión de Karen Kwiatkowski, teniente coronela retirada de la Fuerza Aérea estadounidense, para quien Estados Unidos no asimila que emerge un nuevo orden mundial con más protagonistas; y que ya no pueden controlarlo a su antojo.
«A medida que las relaciones entre varios países se expanden, y los antiguos enemigos pueden enfocarse en una amistad futura, como vemos con las iniciativas lideradas por China entre Irán y Arabia Saudí; se debilitan y posiblemente se eliminan las bases de la proyección del poder de EEUU»; dijo quien también fue analista del Departamento de Defensa estadounidense.
La teniente coronela enfatiza que «el liderazgo político en Washington está actualmente envejecido y débil, no se confía en él y se enfrenta a una temporada electoral que consumirá la mayor parte de la energía que le queda».
El 23 de marzo, en Fox News aparecieron unas declaraciones de Mike Pompeo criticando que el gobierno de Joe Biden permitiera el acercamiento de Pekín y Washington.
Claro, esa es otra muestra de arrogancia. Pompeo cree que los otros países firman acuerdos o dejan de firmarlos si Washington lo permite. Ignora que quienes rigen los destinos en China Y Rusia son estadistas con una gran lectura de la geopolítica, personas con proyectos nacionales de alcance global.
Además, ante el resquebrajamiento del derecho público internacional propiciado por Washington, vieron la necesidad de concretar alternativas viables. Allí están los BRICS, por ejemplo.
Hoy, fortalecidos, con alianzas en todos los continentes, con el fabuloso crecimiento económico, diplomático, militar, que lograron, están en condiciones de pelear la hegemonía, la abusiva unipolaridad.
Pero el ex director de la CIA tiene razón en algo, China y Rusia, miembros permanentes del Consejo de Seguridad en la ONU, se oponen a la prepotencia de EEUU, y combaten su arrogancia.
«El compromiso económico entre estos dos países es importante, afectará a EEUU y el empleo en todo nuestro país, y debemos estar en alerta absoluta para contraatacar», indicó.
Aquí debemos resaltar algo importante, soslayado por la corporatocracia mediática global, que es la deferencia con la que Ucrania, su gobierno, trata a China. Allí no hay la altanería que luce con los gobernantes de Europa, principalmente con el canciller alemán.
A Vladímir Zelenski no se le escucha improperios contra China, aunque Occidente mire a Pekín como un aliado vital para Rusia. La razón es simple, Pekín es uno de los principales socios comerciales de su país, es un inversionista apreciable. No descarta que a futuro China ayude a reconstruir Ucrania. Ya China ha invertido anteriormente en infraestructura, ayudó a Kiev en la exportación masiva de maíz y cebada por el mar Negro. Cuando China hizo público su plan de paz, con sus doce puntos, rechazado con pocos argumentos y mucha estridencia en Washington, Zelenski, pese a su obsecuencia con la Casa Blanca, fue cordial.
«Creo que algunas de las propuestas chinas respetan el derecho internacional y creo que podemos trabajar en ello con China. ¿Por qué no?», declaró.
Alexánder Merezhko, jefe del comité de política exterior del Parlamento ucraniano, dice que en su país «existe el temor de que, si comenzamos a criticar a China con más dureza, Pekín lo usará como una excusa para fortalecer su ayuda a Rusia e incluso comenzará a brindar ayuda militar».
Mientras tanto surgen nuevos hechos, nuevas noticias que refuerzan la convicción de que emerge un nuevo orden mundial. Por ejemplo, la agencia Reuters informó que entre Arabia Saudita y Siria existe la voluntad de reanudar relaciones diplomáticas.
Eso es una consecuencia del trabajo diplomático que hizo China para la normalización diplomática entre Arabia Saudita e Irán. Ambas potencias regionales firmaron en Pekín un documento de entendimiento, el 10 de marzo.
A partir de ahí se inició el intercambio de diplomáticos entre ambos países, inclusive se tiene previsto que el mandatario persa visite la capital árabe en pocas semanas.
Hablando de visitas, entre el 30 y 31 de marzo, Pedro Sánchez, presidente del Gobierno español, debe estar llegando a Pekín. ¿Cómo tomará Washington el periplo? Suponemos que harán algún comentario irritable.
Por cierto, España asumirá la presidencia rotatoria de la Unión Europea el mes de julio.
El nuevo orden mundial del que hablamos, cada día es más visible.