Por: Carolys Helena Pérez González
¿Recuerdas la primera vez que te sentiste con el poder de influenciar a otra persona para que hiciera algo que tú necesitabas o requerías?
¿Alguna vez has sentido como otra persona que realmente te importaba mucho movió sus palabras, administró sus gestos para llevarte a hacer algo que quizás no estaba en tus planes pero que hiciste por hacer feliz, complacer o ganar puntos?
¿Cuántas veces has dicho o escuchado, “las niñas no dicen que no”, “esa falda está muy corta”, “cierra las piernas”, “con quién hablas a esta hora”, “eres muy madura para tu edad”, “ya es toda una mujer”, “si aguanta con dos tobos de agua esa está lista”, “cuando las mujeres dicen que no, quieren decir tal vez”, “tú te lo buscaste”? La culpabilización de las mujeres es el primer aspecto fundamental en torno a las agresiones sexuales y forma parte de una cultura que asocia al deseo y al placer con el poder y la violencia, e insiste en decirle a las niñas que sus cuerpos no merecen respeto y que si llegan a ser agredidas sexualmente su intimidad será la verdadera juzgada.
A propósito de la serie de denuncias que en los últimos días se han sumado a las voces de víctimas de violencia sexual que desde hace meses se han pronunciado en redes sociales hoy me hago todos estos cuestionamientos que veo, escucho y percibo repetirse una y otra vez de forma tan natural como quien bebe una taza de café en las mañanas.
A las mujeres nos violan, nos matan y nos agreden hombres que no nacieron ni violadores, ni maltratadores, ¿te has puesto a pensar desde tu rol militante y constructor de esta Patria/ Matria qué es lo que consigue que tengamos visibles, naturalizados y formados a violadores y maltratadores de incluso 13 o 14 años de edad?
Los perfiles psicológicos de los abusadores son tan múltiples como los perfiles de las víctimas, al hombre violento, a la mujer violenta y violentada la formamos nosotres desde nuestros espacios no públicos y es una alerta a la prevención la que hoy expando en este lugar para las ideas, no sólo desde las responsabilidades que hoy nos atañen y que hemos asumido con compromiso militante, si no como mujer, como madre y como venezolana.
¿Es una alerta?, sí y lo es con todas sus letras, sin abstracciones que impidan que como sociedad generemos mecanismos de identificación, este flagelo nos involucra a todas y a todos en primera persona, forma parte de una silenciada memoria colectiva global y que hoy es nuestro deber como patriotas erradicar como a cualquier forma de violencia, que impidan la sanidad física, mental y espiritual para el buen vivir de todas y todos los venezolanos.
Históricamente la violación ha formado parte de las estrategias de guerra para minimizar y humillar al enemigo permitiendo así la desestabilización del tejido social de los pueblos, el caso de las casi 40 mil mujeres musulmanas violadas por paramilitares serbios en la guerra civil de Yugoslavia, el imperialismo en Irak, Siria, Palestina, el paramilitarismo colombiano y la esclavitud sexual en cada uno de estos países son algunas de las píldoras de la historia política más reciente de las mujeres.
La paz comienza en casa, decimos las feministas venezolanas como un eco de aquello que la cuarta ola del feminismo abanderaba “lo personal es político” y aquí yacen las profundas heridas que hoy nos corresponden sanar.
¡Unidas y unidos venceremos!
¡Palabra de mujer!