Nos encontramos actualmente en una coyuntura extremadamente compleja ocasionada por el brutal bloqueo económico que nos impone el imperialismo yanqui.
A raíz de esta situación, se ha producido una contracción brutal de la producción, el desplome del ingreso nacional, un fuerte proceso inflacionario, una severa crisis de las finanzas públicas, la caída dramática de las reservas internacionales, entre otras cosas, lo cual se ha traducido en una terrible situación social expresada en el incremento de la pobreza, el deterioro de los salarios, servicios públicos, empleo y seguridad social.
A ello se une el agotamiento del modelo económico rentista y dependiente, imperante desde comienzos del siglo pasado, lo cual nos ha hecho mucho más vulnerables a las agresiones del imperialismo.
Este escenario impone la necesidad de transformar profundamente el modelo económico existente. En especial, la construcción del socialismo en nuestro país hace impostergable la tarea del desarrollo de las fuerzas productivas.
En lo inmediato, la recuperación productiva es una tarea trascendental para darle respuestas a las grandes necesidades de la población, dramáticamente afectadas por las sanciones imperialistas.
El diseño de ese nuevo modelo económico es una de las principales tareas de la revolución bolivariana de cara al mediano plazo. El socialismo solo se podrá sostener en una economía productiva, diversificada, moderna, con sólidas cadenas productivas.
En las líneas programáticas de la Revolución Bolivariana, comenzando por el Plan de la Patria y pasando por la Ley Antibloqueo, se establece que nuestra economía será una economía mixta, donde convivan las diferentes formas de propiedad: estatal, privada, de los trabajadores, comunal; todo ello bajo la dirección del Estado y los intereses históricos del pueblo trabajador.
Dadas las condiciones de debilidad financiera extrema del Estado, impuestas por el bloqueo, es indispensable estimular la inversión privada tanto nacional como extranjera, pues en la ecuación productiva del país la inversión es la variable más débil.
Sin inversión, no habrá recuperación productiva ni generación de riqueza e ingresos, condiciones indispensables para atacar los problemas del país y derrotar la agresión imperialista.
Uno de los esquemas propuestos para atraer inversiones son las Zonas Económicas Especiales (ZEE). Estas consisten en el establecimiento de un espacio territorial para el desarrollo de la producción bajo determinados criterios productivos-tecnológicos.
La producción de las ZEE se especializará en las nuevas tecnologías, las exportaciones, la sustitución de importaciones, el desarrollo industrial, el procesamiento de materias primas existentes de manera abundante en el país, etc.
En estos espacios existirán condiciones muy favorables en cuanto a la prestación de servicios y la infraestructura productiva y comercial. Asimismo, se ofrecerán estímulos fiscales, arancelarios y de otra naturaleza, que irán desapareciendo progresivamente.
Las inversiones llegaran a fortalecer las ZEE a partir de un clima de confianza y seguridad jurídica, que nacen de un orden jurídico muy claro y políticas económicas coherentes. En esas condiciones estamos trabajando muy duro.
Sin embargo, el bloqueo yanqui se convierte en el principal obstáculo para el desarrollo de este proyecto. Para enfrentar esta situación, la Ley Antibloqueo, está llamada a jugar un papel muy importante.
Las ZEE no serán islotes en el desarrollo del país. Serán articuladas a los parques industriales y el tejido productivo nacional en general. De tal manera, que se convertirán en plataformas para nuestras exportaciones, para el desarrollo industrial y la modernización tecnológica. Serán un aporte importantísimo a la industrialización del país.
Es de principal importancia destacar que las ZEE generarán empleo, ingresos y salarios al país y sus trabajadores.
A pesar de todo el esfuerzo y el diseño que fundamenta las ZEE, ya salen los “críticos” de siempre en la derecha y la ultraizquierda a objetar las ZEE. Pero no lo hacen sobre la base del conocimiento de la Ley de ZEE que se debate en la AN y a nivel nacional ni tampoco del propósito que mueve al gobierno bolivariano. Más bien, se fundamentan grotescamente en el prejuicio y el afán de rechazar todo lo que venga de la revolución.
En naciones como China y Vietnam, las ZEE han tenido un resultado extraordinariamente positivo. Nosotros debemos tomar de esas experiencias, lo que podamos aplicar a nuestra realidad. Sobre la base de nuestras fortalezas, incorporaremos estos experimentos económicos al esfuerzo de la recuperación económica, al diseño del nuevo modelo económico y al desarrollo integral de la nación y su pueblo.