¿Por qué Estados Unidos escoge a Betancourt? Porque entendía muy bien el bolivarianismo, porque fundó el Partido Comunista de Costa Rica, porque siempre deseó ser militar y empresario, porque había luchado junto a comunistas, porque mantenía grandes negocios y acuerdos con el régimen de Muñoz Marín y su Estado Libre Asociado de Puerto Rico; en el que Diego Cisneros era recibido a cuerpo de rey, y porque sentía una idolatría servil por el monroísmo. Es decir, el títere perfecto, el hombre llamado a anular a Domingo Alberto Rangel y a otros dirigentes importantes como Fabricio Ojeda y Guillermo García Ponce.
El 23 de enero de 2023 se cumplieron 65 años de la caída de Marcos Pérez Jiménez. En este sentido, es vital que esta fecha sea propicia para que “Abramos la historia”, como suele aconsejarnos Simón Rodríguez. Haciéndole caso al gran cimarrón sentipensante, me veo en la necesidad de hablar sobre el pacto de Punto Fijo. Su origen se hilvanó en una primera instancia entre 1950 y 1953 en reuniones entre Rómulo Betancourt y Nelson Rockfeller en la mansión de éste, con Diego Cisneros como enlace e intérprete. Rómulo le ponía a Mister Rocke, como cariñosamente le llamaba, su partido Acción Democrática, desde el exilio, para apoyar la política injerencista de Estados Unidos en la guerra de Corea. En esas “amenas” reuniones Betancourt le expresó a Cisneros que “el error del Libertador fue no concebir una América unida bajo los preceptos mercantilistas de Estados Unidos”.
Betancourt y el pacto de Nueva York
En 1957, Betancourt se reúne periódicamente con el agente del Instituto Americano para el Desarrollo del Sindicalismo Libre (AIFLD, por sus siglas en inglés), Serafino Romualdi. Este italiano jugaría un papel fundamental en el golpe de Estado al brasileño João Goulart en 1964 ya que en 1956 organizó una visita a Estados Unidos de varios dirigentes sindicales brasileños con el objetivo de desarrollar “un cuerpo de dirigentes quienes, al recibir el entusiasta apoyo de la base sindical, pudieran revertir los esfuerzos comunistas por capturar el movimiento obrero brasileño”.
El 20 de enero de 1958, Romualdi cuadra una reunión entre Betancourt y los dirigentes Rafael Caldera y Jóvito Villalba, con el Secretario de Estado John Foster Dulles, hombre accionista de la United Fruit Company; de triste recordación en el Caribe por la masacre de las bananeras en Colombia en 1928 y el golpe de Estado a Jacobo Árbenz en Guatemala en 1958. El gringo le leyó la cartilla a los tres venezolanos trazándoles la agenda de Gobierno a seguir luego del derrocamiento de Pérez Jiménez; que ya estaba maquinado desde Washington porque se teñía de nacionalista y construía obras que atentaban contra los intereses angloamericanos. Esta reunión es conocida como el Pacto de Nueva York y su objetivo general era aislar a los comunistas que se sabía serían mayoría en la Junta Patriótica de Venezuela. Las órdenes fueron claras, detalladas en estos tres objetivos específicos: (1) persecución, tortura y muerte a comunistas; (2) paralización de las redes ferroviarias para inundar el país de gandolas Mack Trucks y tractores Carterpillar y (3) el fortalecimiento del modelo rentista. Una vez instruidos servilmente, estos tres personajes viajaron con Dulles a Washington. Allí los recibió el vicepresidente Richard Nixon.
Este objetivo general cambiaría la historia contemporánea de Venezuela. Su esencia está en estas palabras que le dirige Rockefeller a Betancourt refiriéndose a Pérez Jiménez: “Estoy impresionado por el desarrollo económico de su país. Yo pienso que ya que ustedes fueron grandes amigos, mi amigo Diego, puede conseguir ciertos ajustes y acuerdos para que se produzca en Venezuela un cambio que no resulte en pernicioso para su situación política. Hay informes que revelan que Venezuela se encuentra en el ojo del huracán comunista”.
¿Por qué Betancourt?
¿Por qué Estados Unidos escoge a Betancourt? Porque entendía muy bien el bolivarianismo, porque fundó el Partido Comunista de Costa Rica, porque siempre deseó ser militar y empresario, porque había luchado junto a comunistas, porque mantenía grandes negocios y acuerdos con el régimen de Muñoz Marín y su Estado Libre Asociado de Puerto Rico; en el que Diego Cisneros era recibido a cuerpo de rey, y porque sentía una idolatría servil por el monroísmo. Es decir, el títere perfecto, el hombre llamado a anular a Domingo Alberto Rangel y a otros dirigentes importantes como Fabricio Ojeda y Guillermo García Ponce.
El 9 de febrero de 1958 Betancourt da un discurso en la plaza Diego Ibarra de Caracas; en el cual explica su rol para detener toda iniciativa bolivariana: “es que nos hemos convencido, todos, de que el canibalismo político, la encendida pugnacidad de la lucha política, le barre el camino a la barbarie para que irrumpa y se apodere de la República. No estoy definiendo una actitud de carácter personal. Estoy ratificando una línea de partido, del partido Acción Democrática”. El pacto de Nueva York se resella en Caracas, en la quinta Punto Fijo, residencia de Caldera, el 31 de octubre de 1958.
El domingo 7 de diciembre de 1958 Betancourt gana las elecciones. El 13 de febrero de 1959 asume la presidencia. El 1° de mayo aplaude la alianza obrero-patronal traducida en la reducción de la clase obrera al inframundo del regateo y la pedigüeñería. Acá es importante recordar que en 1919 se crea la Organización Internacional del Trabajo, para agregar a las discusiones obrero-patrón un tercer participante: el Estado, mermando así a la clase trabajadora. Con la creación del organismo internacional más antiguo del mundo, se gobierna en forma tripartita por gobiernos, sindicatos y empleadores. ¿Por qué surge la OIT? Para quitarle fuerza al primer estado obrero de la historia, la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, que triunfa en 1917 a través de la Revolución rusa, que se transforma en un poderoso impacto en el movimiento obrero mundial.
Romualdi hacía bien su trabajo. Para este italiano, quien jugaría un papel fundamental en el derrocamiento en Guyana del Primer Ministro Cheddi Jagan; los obreros lejos de tener conciencia de clase debían ser desclasados. En su autobiografía, Romualdi se jacta de la eficiencia “de los egresados del AIFLD en combatir al comunismo”.
La política entreguista del padre del Puntofijismo habla por sí sola: firma el Tratado de Comercio con Estados Unidos que obliga a Venezuela a obtener de ese país el 82% de sus importaciones; entrega el petróleo y el hierro a sus amos del norte (un porcentaje significativo de las autopistas, avenidas y calles de Estados Unidos está asfaltado con nuestro petróleo); entrega todo el aluminio posible, en un negocio leonino, para que la empresa Reynolds Metals saliera de la bancarrota. Luego, esta inundó el mercado venezolano con amas de casa que sucumbían ante el comercial “¡Qué me haría yo sin ti, papel de aluminio Reynolds!”. La sustitución de importaciones de los planes de la nación del puntofijismo fue letra muerta. Las cifras de asesinados, torturados y desaparecidos durante el puntofijismo que maneja la Comisión por la Justicia y la Verdad son alarmantes: 11043 expedientes revisados detallan, sin contar el Caracazo, más de 5000 víctimas directas, más de 15 mil indirectas y 38 centros terroristas de tortura.
Por el bien de Venezuela, Rómulo Betancourt es uno de los personajes que gradualmente se van desdibujando del imaginario colectivo, en la medida en que se interpreta su pensamiento más allá de frases emblemáticas como “adeco es adeco hasta que se muere”, “disparen primero y averigüen después”, o “Neruda es un poeta en decadencia”. Su posición ética y convicción ideológica se encuentra en su propio discurso. Este político guatireño es protagonista de dos hechos transcendentales en la historia contemporánea de Venezuela: la candidatura del maestro Luis Beltrán Prieto Figueroa en 1967 y más atrás, el golpe de Estado a Isaías Medina Angarita, el 18 de octubre de 1945.
Los gringos no quieren a Prieto
El imperialismo estadounidense aprueba la candidatura por el partido Acción Democrática de Gonzalo Barrios y saca del juego electoral al pedagogo margariteño, tal y como queda evidenciado en esta cita de Betancourt a finales de1967: “Pero es que Prieto se ha vuelto loco; ¿es que acaso él podría gobernar sin el consentimiento de Washington? Prieto también vive contaminado por la fiebrecita de ese hipócrita izquierdismo; producto no de principios sino de un resentimiento secular, que sudan pero que nunca pasan, quienes se han amamantado en las ubérrimas ubres de la ambición grupal. Él no entiende acaso que quienes determinan el poder no lo quieren para nada: la iglesia lo odia, en las Fuerzas Armadas no lo tragan, en los medios de comunicación lo muestran horriblemente feo, sin ninguna gracia personal, los empresarios lo harían papilla a las primeras de cambio creándole desabastecimiento y una espantosa especulación”, y culmina preguntándose “qué se ha creído, que los americanos lo dejarían gobernar; es que ya me lo han dicho al negro no lo queremos” (José Sant Roz, “El procónsul Rómulo Betancourt. Memorias de la degeneración de un país”, Monte Ávila).
En una entrevista publicada en El Universal el 27 de septiembre de 1968, el Maestro Prieto dijo: “Creo que nunca he sido adeco, si por ello se entiende un hombre que usa el poder para perseguir a la colectividad para su propio beneficio. No soy adeco, si por ello se entiende al político que emplea la fuerza para destruir a sus enemigos. Es la negación de lo que yo he sido y soy”.
El domingo 1° de diciembre de 1968 se celebraron elecciones en Venezuela para elegir al sucesor del presidente adeco Raúl Leoni. Rafael Caldera del partido sociacristiano Copei obtiene 1 millón 83 mil 712 votos, Gonzalo Barrios, 1 millón 50 mil 806 votos, Miguel Ángel Burelli Rivas, 826 mil 758 y Luis Beltrán Prieto Figueroa, 719 mil 461, la mayoría de estos obtenidos de la clase obrera que, lamentablemente, se pliega manumisamente a los designios de Caldera, abandonando las luchas por la dignidad proletaria. ¡Romualdi hizo su trabajo!
Golpe de estado a Isaías Medina Angarita
Más de dos décadas antes, Betancourt llegó al poder de la mano de una camarilla de jóvenes militares, formados en la Escuela de las Américas bajo supervisión estadounidense, que legitimaron el golpe de Estado al gobierno de Isaías Medina Angarita pactando con el líder del partido blanco la repartición del Poder. El intelectual venezolano, Arturo Uslar Pietri, escribe una carta que publica el periódico La Esfera el 5 de mayo de 1946, seis meses antes de que Betancourt fuese presidente, en la cual dice: “En verdad ha sido trágica la equivocación de los militares en llamarlo a usted para entregarle el Gobierno. Usted nunca ha podido ser otra cosa que un demagogo, y en el ejercicio del poder continúa siéndolo irremediablemente. Con ese pintoresco fárrago de nociones inconexas, que ha acumulado en sus lecturas apresuradas e incompletas, empezó a fabricar esa falsa imagen de hombre cultivado y de muchas aptitudes. Sin embargo, lo que hasta ahora se ha visto y ha dicho de política, de economía, de historia, es superficial y muchas veces inexacto. Del gran monumento jurídico y social, de la carrera administrativa, no conoce usted ni la silueta… con el despliegue permanente de esa quincalla verbal y con la audacia inconsciente de que no sabe lo que hace y nada tiene que perder, ha logrado apoderarse del comando efectivo del Gobierno y enrumbarlo por un camino de errores hacia la satisfacción mezquina de sus oscuras pasiones de hombre tarado de complejos”.
El análisis del discurso de Rómulo Betancourt conduce a resumir su vida como la del fantoche que cabalgó la deontología con la execración, la felonía y la ingratitud como sus principios. Fue un bufón sumiso y obediente, una marioneta cuyos hilos movían desde el Departamento de Estado. Rómulo Betancourt murió en Nueva York el 28 de septiembre de 1981. La fecha la recuerdo porque a causa del duelo nacional decretado, Freddy Mercury tuvo que suspender las dos últimas funciones en el Poliedro de Caracas con su emblemático Queen. Venezuela solo pudo verlo en su noche inaugural. La bohemia se había quedado sin su rapsodia por culpa de un hombre tarado de complejos.
El puntofijismo ganó las elecciones del 6 de diciembre de 2015. Inmediatamente los diputados de extrema derecha salieron a buscar sanciones en Estados Unidos y Europa contra el pueblo. El cártel denominado Gobierno Interino saqueó las riquezas de Venezuela en el exterior. Su esencia entreguista, eminentemente antibolivariana, antirrodrigueana y antizamorana no debe volver jamás a Miraflores.