Cuando valoramos el contexto actual, en torno a la celebración de un nuevo Congreso Extraordinario por parte del Partido Socialista Unido de Venezuela, es bueno repasar algunos elementos de esta nueva etapa que para nosotros tiene múltiples factores, y para los enemigos tiene la determinación de generar una nueva escalada de agresión hacia el país.
En ello conviene revisar los tres escenarios que nos hemos dispuesto sobre el tema, así como otros objetivos propios de las últimas maniobras imperiales que también tienen un trasfondo que debemos valorar.
En el caso de la política exterior de los Estados Unidos para la República Bolivariana de Venezuela, nosotros hemos hablado claramente de tres escenarios:
Un escenario de negociación política con la Revolución Bolivariana dónde Estados Unidos procure hacerse, a través de procesos acordados, de un trato exclusivo y excluyente de otras potencias que le permitan acceder a los recursos estratégicos de Venezuela, entendiendo a su vez la imposibilidad material de cumplir su determinación estratégica de cambiar el régimen político de nuestro país.
Retomar la agenda de máxima presión con medidas, incluso más allá de lo económico, trascendiendo a lo militar, para construir un momento donde se conjuguen sus tesis de «amenaza creíble» para promover un «quiebre interno» de la institucionalidad democrática venezolana, al punto de generar la posibilidad de cambio de régimen tan anhelada por sus laboratorios de ideas y operadores políticos. Esto incluye maniobras en el territorio nacional propias de una intervención indirecta, pero que hacen puente con maniobras de aproximación hacia el territorio nacional por el Mar Caribe.
Finalmente, y llevado a una última razón, construir el escenario para una intervención militar directa en Venezuela, construyendo en el proceso una coalición militar de países de la región así como de Europa occidental; visualizando en el proceso los costos políticos, militares y financieros de una campaña que podría desestabilizar por completo a América Latina.
Es bueno aclarar que en estos tres escenarios no hay fórmulas mutuamente excluyentes. Es decir bien pudiera el lector o lectora configurar escenarios que conjuguen elementos de estos tres que hemos enunciado, ya que si algo tiene la política exterior de los Estados Unidos para con nuestra región es el ejercicio de la diplomacia del engaño y la diplomacia por la fuerza; en la misma medida en que son repartidos garrotes y zanahorias, de acuerdo a sus intereses estratégicos y a la disposición o no de nuestras naciones a ser genuflexos a sus determinaciones.
Por ende estos aspectos, entre otros más, tendrán que ser valorados por quienes se encontrarán en el Congreso Extraordinario del PSUV, ya que cada uno de estos elementos comporta amenazas hacia nuestra existencia como Estado nación, propio de un convulso escenario internacional donde el movimiento de las placas tectónicas de la irrupción de un nuevo orden multipolar (que se está erigiendo en la fuerza de los hechos como alternativa de un nuevo orden mundial) también comporta movimientos desesperados por parte del otrora todopoderoso imperio estadounidense, promoviendo en el proceso amenazas reales de destruir completamente a Estados para tratar de sostener un imposible: su hegemonía sin contendientes.
Esto también contiene otros elementos propios en el mensaje del imperio hacia nuestra región y al mundo. Las últimas maniobras que estamos viendo en el campo militar procuran garantizar el control político y militar de América Latina para Estados Unidos.
Ya en el proceso han caído Panamá, Ecuador, Perú, Trinidad y Tobago, Guyana y eventualmente Bolivia cuando cambie de gobierno, cuyas soberanías básicamente no existen. Sin embargo el hecho de que 21 de 33 países de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños CELAC hayan dispuesto advertencias a la violación del Tratado de Tlatelolco con estas maniobras, resulta un poderoso mensaje de esperanza hacia el futuro.
Recapitular alguna de estas cosas resulta esencial en una etapa desafiante que apenas comienza, pero que como valor agregado, hasta el momento, encuentra unida a la República Bolivariana de Venezuela en torno a la defensa de nuestra paz, estabilidad e integridad territorial.