La Cumbre de los BRICS, como habíamos señalado anteriormente, traería muchos y variados comentarios luego de su finalización. Hay de los favorables, de los contrarios. Pero el mundo entero, sobre todo los políticos y factores de poder, siguieron con atención el evento. Nadie estuvo indiferente.
De hecho, el alcance, su trascendencia, opaca otros cónclaves. Tan cierto es eso que la próxima reunión del G 20, que se desarrolla en breve, tendrá una tónica reactiva.
Ante un desplazamiento de hegemonía, ante la emergencia de un nuevo gran poder, de un nuevo orden mundial, Estados Unidos parece tener una agenda, una propuesta para contrarrestar lo avanzado en Sudáfrica.
Esto se vio desde que, en plena Cumbre de los BRICS. Mientras los BRICS se reunían en Johannesburgo, el inefable Joe Biden hablaba de fortalecer mecanismos financieros, es decir las estructuras surgidas luego de la Segunda Guerra Mundial, de la asunción de Washington como líder fundamental de Occidente, básicamente hablaban de revitalizar el Banco Mundial y el FMI.
Fue Jake Sullivan, asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, quien afirmó que su país insistirá en ese planteamiento con sus socios del G 20. Curiosamente, la India es socio fundamental de los BRICS, lo cual no tiene por qué ser contradictorio. Los BRICS, el documento final que emitieron, no habla de un choque frontal contra los bloques tradicionales, habla de entendimiento de relaciones más justas, sin imposiciones ni abusos.
Como era de esperarse, como lo han venido haciendo en los últimos años, cuando ven que su hegemonismo expira, Washington ha tratado de menospreciar el crecimiento de los BRICS.
Ha intentado restarle importancia. El citado Sullivan, apelando a una comprensión, a un pensamiento de apertura, contrario al accionar de su país, dijo que no había problemas con la incorporación de nuevos países a los BRICS. La alusión, básicamente, era por su ex aliado fiel, Arabia Saudita. Dijo que «cada país puede escoger a sus socios».
Pero claro, acostumbrado a una sola visión, a imponer una sola óptica, a no tener contrastes, Sullivan destacó la disparidad de visiones políticas de los BRICS.
Es más, en una manifestación de arrogancia, aunque no tan convincente, expresó a los medios estadounidenses que la Casa Blanca no ve al grupo «evolucionando a convertirse en algún tipo de rival geopolítico».
Esa posición no es compartida por intelectuales, o por los llamados grupos de reflexión occidentales. Uno de ellos, Sarang Shirode, director del programa Global South en el Quincy Institute; piensa que el crecimiento de los BRICS responde a una necesidad de muchos países, de nuevas alternativas económicas, comerciales, diplomáticas, de seguridad.
Desde sus perspectivas, los países emergentes están «buscando alternativas, no reemplazos» al orden global imperante. Que ya no quieren la unipolaridad liderada por Estados Unidos.
Han intentado explotar algunas disputas históricas entre China e India. Olvidan que ambos países, a veces con la intervención de Moscú, han sabido lidiar con ellas, que eso no ha impedido la consolidación del bloque.
Diversos analistas europeos y norteamericanos expresan que en Washington no sentó bien la incorporación de Irán. Consideran, allí no se equivocan, que con su incorporación los persas podrán sortear con mayor facilidad las sanciones que Washington les impuso.
Desde la llamada comunidad de inteligencia, el ex analista de la CIA, Colleen Cottle, piensa que la expansión del BRICS es una maniobra de China para hacerles ver a las potencias occidentales, especialmente a Estados Unidos, que los países emergentes se ven atraídos hacia su ámbito.
Según el hoy miembro del influyente Atlantic Council, también demuestra que en el mundo hay una demanda por cambios. Para el ex miembro de la CIA, Washington requiere una estrategia más efectiva que vaya más allá de sólo trabajar con países afines, que debe tener respuestas concretas al accionar chino que se enfoca en desarrollar infraestructura en los países en vías de desarrollo.
«Se necesita todo el paquete, la visión articulada de largo plazo y los fondos concretos para respaldarla», afirmó Cottle.
Pero mientras desde occidente, Washington prioritariamente, intenta demeritar públicamente al emergente bloque, en la práctica actúa distinto.
¿Un ejemplo? A los días de finalizar la Cumbre y que se vieran acuerdos entre sus integrantes y países invitados, Washington envió a su secretaria de Comercio, Gina Raimondo, rumbo a Pekín para relajar tensiones con el gobierno chino. La funcionaria fue recibida por Li Feng, director del Ministerio de Comercio para América y Oceanía.
Según el Departamento de Comercio estadounidense, la visita de Raimondo tuvo como objetivo «sostener discusiones constructivas sobre la relación comercial entre Estados Unidos y China, los desafíos de las empresas estadounidenses y áreas de posible cooperación».
La diplomacia china, de conocimientos milenarios y paciencia confuciana, escuchó a la funcionaria, hizo ver sus puntos de vista, pero el problema es siempre el mismo: Estados Unidos no tiene credibilidad.
Recordemos cuando hace unos meses, Blinken, uno de sus funcionarios con más alto rango visitó al gigante asiático, fue recibido por el mismísimo Xi Jinping, y a las pocas horas Joe Biden hizo unas declaraciones desafortunadas, echando por tierra todo lo avanzado por su subalterno.
No hay coherencia, no hay respeto a la palabra empeñada. Pero, además, no cesan las sanciones comerciales de Washington ni las restricciones comerciales contra las empresas, contra los productos chinos.
Es que la Casa Blanca envía delegaciones, hace declaraciones, pero al final afirma que las restricciones son vitales para su seguridad nacional. Visitas como la de Raimondo son reacciones sin mucho fundamento ante el impacto de la última reunión de los BRICS.
Por el momento Estados Unidos, los poderes fácticos a la sombra representados por la Administración Biden, parecen no tener claro que hacer. Deben tener planes, estrategias, pero por el momento juegan a eso, a ganar tiempo para ver que van a hacer, o cómo actuar para quedar en situación expectante.
Lo real, lo que puede irse viendo, es que Europa Occidental parece ir perdiendo importancia. Reiteramos, Washington parece apuntar a fortalecer su presencia e influencia en el Indo- Pacífico. Potenciar el AUKUS, ir sumando a Japón, Corea del Sur, Nueva Zelanda. Aunque sin descuidar a sus «aliados» tradicionales, sobre todo como mercado para colocar sus productos. No olvidemos que Washington, arrastrando a los alemanes en esa guerra proxy contra Rusia, los dejaron sin energía barata, haciéndoles perder competitividad industrial.
Los europeos, que tarde parecen haberse dado cuenta de la trampa en que cayeron, hacen ver su molestia. Por eso es que no apoyarían las intenciones de provocar una guerra entre la República Popular de China y Taiwán. No les interesa pelearse con China, siendo Pekín un aliado comercial fundamental para los europeos; mucho menos caer en la vorágine de imponerle sanciones, como han hecho con Rusia.
Todo eso, todas esas reacciones, esos improntus de la Casa Blanca, son porque el nuevo orden mundial que emerge, en el cual los BRICS son una ficha importante, los tiene preocupados.
En donde si hay claridad en la lectura geopolìtica global, porque tienen siglos de jugar con los poderes fácticos, porque tienen una sólida escuela en el manejo de poder, en el manejo de relaciones internacionales, es en el Vaticano.
El Papa, que de geopolítica sabe, manifestó su deseo para que el Estado que dirige, el Vaticano, obtenga el estatus de observador en el grupo BRICS. No olvidemos que dicho Estado tiene similar estatus ante la ONU. Leonid Sebastiânov, presidente de la Unión Mundial de Viejos Creyentes, añadió que el Papa «considera que sería bueno que el Vaticano reciba el estatus de observador ante la nueva estructura de los BRICS, que al Vaticano le interesaría formar parte de esta estructura con estatus de observador, del que goza ante la ONU».
¿Qué significa esto? Bueno, que el Vaticano, cuya activa participación durante la Segunda Guerra Mundial, ya los historiadores han tratado ampliamente el tema, le permitió subsistir como Estado y garantizar muchos de sus intereses, percibe lo que viene y no quiere quedarse al margen. Como diría alguien coloquialmente, quiere estar del lado de los que van a mandar. Es bueno observar siempre como se mueven los Papas, sus séquitos, en el plano internacional.
El nuevo orden mundial emergente, como señalamos, requiere nuevas narrativas, nuevas percepciones. Eso lo saben las nuevas potencias, los emergentes. Por eso también se han preocupado por montar plataformas comunicacionales vigorosas. Rusia Today, Sputnik Mundo, Telesur, Hispantv, entre otras, hacen esa labor, por eso han sido perseguidas por los adalides de la libertad de expresión occidentales.
En ese contexto, en esa dinámica, en la República Popular de China montaron medios como The Global Times, influyente en el gigante asiático, y, también en occidente.
El prestigiado medio publicó un material luego de la Cumbre, allí señalan que «la expansión de los BRICS muestra que el sur global busca fortalecer su autonomía estratégica y trae esperanzas de reestructuración a los países del grupo. El sur global no quiere que le digan cómo manejar sus propios asuntos soberanos».
Refuerzan la opinión de que «los BRICS ya representan alrededor del 40% de la población mundial y más de una cuarta parte del PIB (producto interno bruto) mundial. Con las incorporaciones, representará casi la mitad de la población mundial e incluirá a tres de los mayores productores de petróleo del mundo: Arabia Saudí, los Emiratos Árabes Unidos e Irán».
El medio rememora la Conferencia de Bandung, aquella donde asistieron países que recientemente habían roto cadenas coloniales; líderes de movimientos de liberación, principalmente en Asia y África.
Eran pueblos, países, que buscaban agruparse y protegerse de las grandes superpotencias, sin incorporarse a ninguno de los grandes bloques conformados luego de la Segunda Guerra Mundial.
En cambio «la formación de los BRICS en 2009 fue impulsada por la idea de que los cuatro mercados emergentes de China, Brasil, Rusia e India se convertirían en las futuras potencias económicas del mundo. En 2010, Sudáfrica se unió oficialmente al grupo. Luego los BRIC se convirtieron en BRICS. Así, la expansión de los BRICS esta vez demostró una vez más que los BRICS son un mecanismo inclusivo y en desarrollo», señala Global Times.
Ante la inocultable intención de crear fricciones en el grupo, por parte de occidente, el Global Times sostiene que «mucha gente cree que la India y Brasil se opusieron a la expansión de los BRICS. Pero el hecho es que el primer ministro indio, Narendra Modi, y el presidente brasileño, (Luiz Inacio) Lula da Silva, han explicado abiertamente su actitud positiva hacia la ampliación. La decisión final tomada por los miembros del BRICS ha demostrado el espíritu de unidad».
Para el medio chino, un BRICS más grande apunta al desarrollo y la autonomía política, y refleja la expectativa del Sur Global de que los países de la alianza puedan llenar el vacío actual en la gobernanza global, en medio del declive económico, militar y geopolítico de Estados Unidos.
Los BRICS representan una esperanza para un Sur Global descontento con reglas establecidas décadas atrás.
«Hay dos razones por las que tantos países han solicitado unirse a los BRICS. Por un lado, políticamente ya no quieren sucumbir a la hegemonía de Estados Unidos, sino que desean configurar un orden mundial multipolar con un diálogo igualitario. Por otro lado, esperan obtener fondos del Nuevo Banco de Desarrollo y fortalecer los intercambios y la cooperación económicos y comerciales con los países miembros. Esto es especialmente importante para el Sur Global en la era pospandémica«, sentencia el medio.
Es cada vez más notorio que más pueblos, más países, apuestan por la desdolarización, por alternativas a su dominio, pero no es tan simple lograrlo totalmente, aunque su uso va descendiendo.
«Por ejemplo, la India y Bangladesh utilizan el yuan chino como liquidación cuando compran petróleo ruso, mientras que Brasil y China han anunciado la introducción gradual de un acuerdo de compensación en yuanes para parte del comercio entre los dos países. El sur global espera un sistema monetario independiente y estable«, indican.
Concluyen su trabajo señalando que «la ampliación de los BRICS es un hito histórico. Será un nuevo punto de partida para la solidaridad y la cooperación de los países BRICS e inyectará nueva vitalidad al desarrollo del sur global«,
Otro detalle, la India y Emiratos Árabes Unidos anunciaron una compra de petróleo en rupias, la moneda india.
Pero, en todo caso, prestemos atención al accionar del Sumo Pontífice. La Iglesia Católica tiene siglos de sobrevivencia, siempre adherida a los poderes hegemónicos.
Por cierto, hace unos días, el Papa fue duramente atacado por parte de la corporatocracia mediática global cuando reconoció la rica tradición histórica y cultural rusa. El Sumo Pontífice sabía a lo que se exponía. Parece que asumió un riesgo calculado.