El año 2023 podría definirse desde muchas perspectivas: en lo político, lo económico, lo social, lo internacional. En el ámbito exterior hay muchos aspectos a destacar; pero esencialmente con visión de contraste.
Esto lo afirmaremos desde dos grandes bloques: primero Venezuela vista en la escena mundial; segundo los elementos más resaltantes del año que culmina.
La República Bolivariana de Venezuela logró buenos pasos en torno a un año donde estratégicamente no se detuvieron los intentos de chantaje por parte de la élite política estadounidense y algunas capitales europeas.
La persistencia del liderazgo de la Revolución Bolivariana, encabezado por el presidente de la República, Nicolás Maduro Moros, y una institucionalidad democrática férrea, en no aceptar tutelaje alguno; fue capaz no sólo de ir ganando terreno ante actores que apenas hace unos años atrás decretaban la muerte del Proyecto Histórico Bolivariano, sino además propiciar victorias políticas; que no son poca cosa dado el conflicto existencial que se nos impuso.
Sendos acuerdos en Barbados propiciaron un último trimestre muy activo desde el punto de vista noticioso, pero básicamente sosteniendo una línea de respeto y de desarrollo de la Diplomacia Bolivariana de Paz como estandarte; para seguir avanzando en un proceso de pacificación nacional difícil pero muy necesario para mantener la estabilidad del país, sin pretender buscarle vueltas a los elementos centrales dispuestos en la Constitución Nacional que nos han permitido preservarnos íntegros e independientes.
Fundamentalmente el Acuerdo para sentar las bases de los venideros procesos electorales en nuestro país, expresa que quien quiera alternar en el gobierno o asumir posiciones de poder real, concreto, no ficticio ni por hechuras extranjeras, debe respetar el sistema político y renunciar con claridad a nuevas aventuras como las que se impusieron al país desde 2013 en adelante.
En torno a estos acuerdos, firmados con la oposición aceptada por EEUU y la Unión Europea como la única existente en Venezuela, cosa falsa por la fuerza de los hechos, se desarrollaron gestos con el gobierno de Joe Biden en cuanto a intercambio de detenidos, al punto de lograr una victoria política clara con el fin del secuestro del Diplomático Alex Saab después de años de reclamos ante la arbitrariedad cometida por Washington y cohonestada con el Gobierno de Cabo Verde.
Así mismo, se ha llevado a cabo un proceso progresivo de flexibilización de las genocidas medidas coercitivas unilaterales impuestas a nuestra patria, cuestión que en nada detiene nuestro permanente reclamo en cuanto al cese definitivo e incondicional de las mismas; más cuando las maniobras asociadas a estos medios de presión fueron derrotadas clamorosamente por la resistencia del pueblo venezolano, y una Revolución Bolivariana indispuesta a dejar entronizar un sistema político al servicio de intereses foráneos; por vía de fuerza.
De la misma manera, vienen avanzando procesos sostenidos de entendimiento con varias capitales europeas, al tiempo del afianzamiento de renovadas relaciones con empresas petroleras que han manifestado e incluso ya han suscrito acuerdos para tener intercambio comercial fluido con nuestro país, a través de convenios con Petróleos de Venezuela (PDVSA).
Por si fuera poco, Venezuela se presentó como nación unida, desafiando desde el proceso de movilización democrática y pacífica mostrada el pasado 3 de diciembre, en el Referéndum Consultivo convocado por la Asamblea Nacional; las pretensiones de Guyana y sus factores de respaldo en la trastienda; de despojarnos mansamente el territorio de la Guayana Esequiba sin respuesta alguna.
La Declaración de Argyle luego de la reunión entre los presidentes Nicolás Maduro Moros e Irfaan Alí no es más que la manifestación evidente de una nueva victoria de la Diplomacia Bolivariana de Paz; tanto por el posicionamiento de un tema que parecía dormido y luego no fue nada desconocido para varios sectores políticos a nivel mundial y regional; al tiempo de hacer valer al Acuerdo de Ginebra como el único documento sobre el cual es posible llegar hacia un arreglo práctico y satisfactorio de esta controversia territorial.
En el panorama mundial global dónde lejos de encontrar buenas noticias, la anomia internacional absoluta sigue su avance, incluso en la apertura de frentes de guerra nuevos, sumando la amenaza hacia escalamientos de nuevo tipo
Finalmente, una agenda amplia de acuerdos con la República Popular China, elevando el nivel estratégico de relaciones con Venezuela hacia un escalón superior, nuestra determinación de ser parte del Grupo de los BRICS cuya ampliación está pendiente para concretarse el día 1º de enero de 2024, y una visita pendiente a la Federación de Rusia; nos disponen probables nuevas noticias, positivas en la agenda internacional para Venezuela.
En tal sentido, y sobre este primer bloque, bien podemos decir que el avance internacional de Venezuela fue sustancial y cimentó un proceso de derrota de la lógica existencial que se nos planteó desde marzo de 2013, bajo un demencial decreto político no escrito del fin del Chavismo; y con ello la posibilidad de desmontar el sistema político y crear uno nuevo, a imagen de los intereses estratégicos de factores extranjeros.
Todo ello, por supuesto, considerando a nuestro país como la primera reserva de petróleo del mundo.
Este año, en definitiva, ha sido marcado por aquello afirmado recientemente por el propio jefe de Estado Venezolano; en el contexto de la liberación del Diplomático Alex Saab. Venezuela y EEUU pueden tener relaciones de respeto y entendimiento, sin ceder un milímetro en principios ni aceptar tutelaje alguno, sosteniendo con fuerza posiciones soberanas y de indeclinable independencia.
El segundo bloque tiene que ver con el panorama mundial global dónde lejos de encontrar buenas noticias, la anomia internacional absoluta sigue su avance, incluso en la apertura de frentes de guerra nuevos, sumando la amenaza hacia escalamientos de nuevo tipo.
La tan cacareada contraofensiva de Ucrania, bajo el amparo de EEUU y sus socios de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), ha resultado ser un fracaso monumental, siendo suficientemente atendida por las fuerzas de la Federación de Rusia; lo cual impone un escenario cada vez más aproximado hacia una negociación que ponga fin a un conflicto que ha dejado, por ejemplo, a Europa; en severas condiciones económicas que ya se evidencian en la propia economía de EE.UU.; y que de suyo puede tener impacto directo en la próxima elección prevista para noviembre de 2024 en esa Nación.
La chispa del 7 de octubre pasado, encendió de nueva cuenta un conflicto de más de 70 años; dónde en las más el Pueblo Palestino ha sido arrollado y violado en sus derechos fundamentales por un Estado de Israel que tiene la obligación de pactar una salida negociada y de mutuo beneficio; con arreglo al derecho internacional y garantizando la existencia del Estado Palestino; no en los términos que pretenda la élite política de Israel; sino en estricto cumplimiento al derecho y los dispositivos acordados vía Naciones Unidas.
Tan sonora ha sido la inacción de Naciones Unidas y la evidente inutilidad de sus mecanismos que tanto una decisión del Consejo de Seguridad de esa instancia, promoviendo un Alto al Fuego Humanitario en la Franja de Gaza, dónde las Fuerzas de Defensa de Israel llevan a cabo una masacre injustificable para despojar de su territorio al pueblo Palestino asentado allí, así como una decisión del mismo tenor en el seno de la Asamblea General; han sido obviadas por quienes procuran seguir alimentando un nuevo frente de guerra.
De hecho, en el seno del Consejo de Seguridad dicha decisión fue vetada por EE.UU.; a pesar de ser respaldada por la unanimidad de todos sus miembros, permanentes y pro tempore.
Las relaciones entre EEUU y la República Popular China tuvieron una nueva intención de acercamiento en la reunión del Foro de Cooperación Asia Pacífico APEC, en San Francisco, dónde tanto Joe Biden como Xi Jinping afirmaron que ambas naciones no pueden estar de espaldas ante los desafíos mundiales.
Sin embargo, el hecho de que Biden llamase dictador al gobernante chino fue apenas parte de una tensión que parece no desaparecer y que tendría como piedra angular a la isla de Taiwán.
Por su parte, la Cumbre del grupo BRICS en la República de Suráfrica expresa, a las claras, la voluntad de seguir avanzando en el desarrollo de una instancia política que ya agrupa números superiores en todos los renglones económicos a los exhibidos por el G7.
La ampliación de esta instancia con siete países nuevos, será el momento clave de afianzamiento de un grupo que, aunque ha afirmado no querer pugnar con nadie, se viene imponiendo por la fuerza de los hechos como dispositivo del trasvase hegemónico de la República Popular China; y todo un bloque alternativo a la hegemonía estadounidense con Europa Occidental a la zaga.
En América Latina, el regreso de gobiernos de derecha o extremistas a la región, vistos los resultados de Ecuador y Argentina, no muestra otra cosa que nuevos espacios de desestabilización; ya que sus agendas no dejan de ser las del fracaso sistemático de los programas de ajuste neoliberal que, como recetario, condenaron por años a este continente de la mano del Fondo Monetario Internacional.
Vista la historia es difícil creer el éxito, y sí las consecuencias brutales de una política de shock como la que hoy trata de implementar el presidente de Argentina Javier Milei, que ya tiene respuesta en las calles de esa hermana Nación.
Tan dramática es la crisis estructural de la derecha continental, que ni siquiera pudieron olfatear con eficiencia la oportunidad de actualizar la Constitución Nacional en la República de Chile, cuya Carta Magna también resultó reprobada por la mayoría de ese pueblo.
Fue un año 2023, en resumen, donde la guerra mundial por etapas sigue su avance al parecer indetenible sin que observemos algún momento de racionalidad en la pugna existente.
Tal cuestión sigue ubicando al petróleo como un recurso vital en el futuro inmediato y de mediano plazo, y quién pueda considerar lo contrario apenas debe valorar la presencia de la República Federativa del Brasil en la instancia OPEP+, con sus consecuencias asociadas.
Feliz año 2024…