Los escándalos de corrupción existen en el Pentágono, en la OTAN, existen en muchísimos lados. Es difícil, y más en períodos con una tendencia belicista como la actual, estar exentos de escándalos de corrupción
Europa, por lo menos las mentes lucidas, que sí existen, más allá del discurso oficial institucional de la Unión Europea, ya aceptan que en este nuevo orden mundial que se avizora han dejado de ser protagonistas. Y no solo es por la irrupción de potencias globales, como China e India, por ejemplo.
El principal problema es la miseria política, ética y académica de sus líderes. Tiene que ver con su arrogancia, con su enraizado supremacismo que les impide hacer una lectura adecuada de la realidad; y mucho menos proyectar y planificar el futuro. Europa, sobre todo la atlántica, la que saqueó América Latina para cimentar esa bonanza, de la que disfrutaron sus elites, y que ha cimentado su sistema financiero -hasta hoy vigente-, desdeña a otro gigante: Rusia. Esa elite se entregó sin ningún pudor a Washington e hipotecó el destino de sus ciudadanos.
Pero más allá de esas limitaciones, de esa genuflexión, ese sector representa la podredumbre moral, la decadencia de un modelo que ya hace metástasis.

Europa, que por siglos impuso un modelo civilizatorio en gran parte del mundo, que pretende dar lecciones de “moralidad y ética”, hoy es carcomida por la inmoralidad
Y no ahondaremos en esa imagen del presidente Emanuel Macrón, junto a otros dos intrascendentes “dignatarios”, donde se le ve en un avión con una bolsa, -aparentemente de cocaína- en momentos que se debatían asuntos importantes para Europa.
De eso ya han hablado mucho los medios serios e independientes. Vamos a referirnos a la corrupción en el manejo de fondos públicos, en la toma de decisiones amañadas, de determinaciones apuntaladas con dinero de la corrupción.
Y allí sale en primer plano la “baronesa” Ursula von der Leyen, burócrata que, en la práctica, maneja gran parte de los destinos en el Viejo Mundo, aunque los centenares de millones de europeos no hayan votado por ella.
Cuando se habla de corrupción, muchos europeos la asocian a von der Leyen y al caso ‘Pfizergate’.
Ese caso tiene a la presidente de la Comisión Europea y el director ejecutivo de Pfizer, Albert Bourla, como principales implicados por la falta de transparencia en la firma de contratos multimillonarios para la compra de vacunas que se usarían en la lucha contra el COVID-19.
Como es de dominio público, desde principios de 2021 la Comisión firmó contratos en nombre de la UE para el suministro de más de 3.000 millones de dosis de vacunas COVID con seis fabricantes occidentales hasta 2024.
Pfizer fue el primer beneficiario. Von der Leyen negoció los términos de este contrato directamente con Pfizer a través de SMS. Incluso antes de la finalización de los ensayos clínicos de la vacuna.
Al destaparse el escándalo, al pedirle aclaraciones, la baronesa no colaboró mucho. Apelando a una serie de leguleyadas, se negó a revelar el contenido del intercambio de mensajes; dijo que se habían perdido “accidentalmente”.
Durante aquellos años de pandemia, la Unión Europea se comprometió en contratos valorados en 71.000 millones de euros para la compra de 4.600 millones de dosis de vacunas contra el COVID-19. Una cifra que excedía las necesidades reales de los estados miembros.
Von der Leyen había asegurado 1.800 millones de dosis de Pfizer mediante comunicaciones directas con Albert Bourla, director general de Pfizer.
Por esa razón el Defensor del Pueblo Europeo inició una investigación contra el equipo de Ursula von der Leyen.
En octubre del 2022 la Fiscalía Europea (EPPO) asumió la investigación del caso.
Recientemente salieron nuevos detalles a la luz, dándose pie a que se acuse a la Comisión Europea de malgastar 4.000 millones de euros en vacunas que luego fueron desechadas.
La Comisión Europea ha mantenido en secreto el contenido de los mensajes de texto entre von der Leyen y Bourla. Incluso negando su existencia.
La Defensora del Pueblo Europeo, Emily O’Reilly, criticó la gestión de la Comisión Europea sobre el acceso a los mensajes de texto intercambiados durante las negociaciones para la compra de las vacunas anti-COVID.
Los contratos negociados por la Comisión en nombre de los 27 países del bloque ascendieron a miles de millones de euros.
La Comisión alegó que esos mensajes no podían ser considerados documentos oficiales, y que por lo tanto no fueron resguardados.
Según O’Reilly, los mensajes «entran en el marco de la legislación europea sobre el acceso del público a los documentos y el público puede tener acceso a ellos si conciernen al trabajo de la institución». En su opinión, se trató de «mala administración», argumentando que los mensajes deberían haber estado sujetos a las normas de transparencia pública de la UE para los documentos oficiales.
El escándalo va en aumento, no se detiene. El asunto ha llegado a un punto en que, hace unos días, Jorge Buxadé, jefe de la delegación de Vox en la Unión Europea (UE), ha reclamado la dimisión de la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen.
Según publicó Europa Press, Buxadé afirmó que la UE es «una ciénaga de corrupción».
Pero volviendo a la controvertida baronesa, no es la primera vez que está envuelta en este tipo de entuertos. Hay un antiguo caso de corrupción que la persigue desde cuando era ministra alemana de Defensa.
El Bundestag, el Parlamento alemán, le inició una investigación por contratos irregulares de asesores, en donde las tratativas se hicieron por teléfonos celulares, vía mensajes.
El tema se complicó cuando se supo que los dos celulares que von der Leyen había usado como ministra, cuando los devolvió, tenían todos sus datos borrados.
Ese era un detalle importante para confirmar si ella sabía de aquellos contratos asignados a dedo, cuyo valor, entre 2015 y 2016, superaba los 200 millones de euros.
Autoridades alemanas señalaron que más de la mitad de los contratos, que superaban el 25 por ciento del gasto en asesores de todo el Gobierno alemán, no cumplieron la normativa.
Se cuestionó también si era necesario contratar asesores externos, teniendo personal del Ministerio de Defensa capacitado para hacer la misma labor.
Von der Leyen, en 2018, reconoció que la atribución de esos contratos fue un error, pero dijo que “ella no había estado al tanto”.
Crecieron las dudas cuando el Ministerio de Defensa comunicó que, después de buscar y rebuscar, no podía entregar información de los celulares de von der Leyen porque había sido borrada.
Ojo, el borrado de los datos de los celulares se hizo después de que el Bundestag pidiera esa información.
La baronesa cambió de celular a finales de 2018 después de un intento de hackeo y de que se hiciera público su número. El nuevo teléfono sustituía al que venía usando desde 2013 y en el que diputados alemanes esperaban encontrar evidencias de que Von der Leyen había actuado fraudulentamente.
Luego, von der Leyen dijo que el uso de asesores externos fue adecuado aunque la forma en que fueron contratados no lo fuera. Respecto a los teléfonos móviles, la actual presidenta de la Comisión Europea repitió que no tenía conocimiento de que hubieran sido borrados.
Los parlamentarios demostraron que los datos no fueron borrados hasta el 8 de agosto de 2019, un mes después de que el Bundestag los pidiera como prueba para su investigación.
El semanario ‘Der Spiegel’ explicaba que, según el artículo 247 del Código Penal alemán, cualquier persona que “borre, suprima, altere o convierta en no utilizables los datos (de una investigación) puede ser perseguida penalmente”.
Pese a ello, la baronesa pasó a ocupar su cargo actual en la UE, y, claro, se involucró en el caso Pfeizer.
Hablamos de la baronesa porque ella es la cabeza más visible de la UE, quien maneja la política comunitaria, la que en la práctica es un poder supranacional. Hablamos de ella como un símbolo de esa decadencia moral. Hablamos de ella porque explica como se manejan los asuntos en el Viejo Continente, del nivel que tienen sus líderes. ¿Cómo es posible que, con los antecedentes que le precedían en su gestión en Alemania, la eligieran para manejar los destinos de toda Europa?
Pero, reiteramos, no se limita a ella. Es toda la cúpula política, militar, administrativa.
Hace unas horas, la agencia de noticias AP publicó que la policía ha llevado a cabo detenciones y registros en varios países de Europa en el marco de una investigación por corrupción contra empleados actuales y antiguos de la Agencia de Apoyo y Adquisiciones de la OTAN (NSPA, por sus siglas en inglés).
Se informa que fiscales belgas detuvieron a otras personas tras interrogarlas. A su vez, fiscales neerlandeses también anunciaron la detención de un antiguo funcionario del Ministerio de Defensa de los Países Bajos responsable de contratos públicos internacionales.
La investigación se centra en irregularidades en la contratación con empresas de defensa para la compra de material militar, como munición y drones.
Existen indicios de que los funcionarios pasaban información confidencial a las empresas para ayudarlas a conseguir contratos; y de haber blanqueado dinero a través de consultoras creadas con ese fin.
¿No sabían eso los funcionarios de mayor rango, los jefes? ¿No sabían de eso los elementos de inteligencia? ¿Así quieren derrotar a Rusia?
Para el Dr. en Geopolítica Rolando Dromundo, “los escándalos de corrupción existen en el Pentágono, en la OTAN, existen en muchísimos lados. Es difícil, y más en períodos con una tendencia belicista como la actual, estar exentos de escándalos de corrupción. Porque a veces las mismas dirigencias de los países también van muy ligadas. No olvidemos los contratos que tuvo [el expresidente de EE.UU.] George Bush ligados a la guerra en Irak: cómo los grupos cercanos a él se vieron ampliamente beneficiados por la guerra en Irak”.
Ahí tenemos una de las fórmulas más crueles de la corrupción: la muerte. La muerte revestida de guerra. Crear guerras para apoderarse de los recursos de otros países es cruel. Más aún cuando lo hacemos pensando en beneficiar a las empresas de nuestros amigos. Lucrar con la muerte es amoral, es la corrupción en su más miserable expresión.
Europa, que por siglos impuso un modelo civilizatorio en gran parte del mundo, que pretende dar lecciones de “moralidad y ética”, hoy es carcomida por la inmoralidad que terminará relegándola totalmente en el gran escenario mundial y afectando la calidad de vida de sus habitantes. Ya se está viendo.
Muchos dicen que el motivo principal para la caída de Roma fue la decadencia moral de sus élites. Seguramente no fue la única razón. Lo cierto es que cada día crece, en Europa, la desconfianza en sus líderes por tantos episodios irregulares.
Al respecto, Richard Blanton, profesor emérito de antropología en la Universidad de Purdue, habló en su momento de que “un inexplicable fracaso del liderazgo principal para defender los valores y normas que habían guiado durante mucho tiempo las acciones de los líderes anteriores, seguido de una posterior pérdida de confianza ciudadana en el liderazgo y el gobierno, son antesala del colapso».