Alrededor de la reunión de la CELAC y de los diálogos de México, aparece la fauna fascista en toda su variedad
El ladrón que finge ser un gran demócrata
Sin la presencia intimidante de los capos estadounidenses, los dirigentes de la derecha latinoamericana lucen descolocados y débiles. No se hallan. En la reunión de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) aparecieron haciendo tristes papeles.
Destacó el presidente de Paraguay, Mario Abdo Benítez, muy impopular en su tierra, con un historial familiar de vinculación con el terrible pasado dictatorial guaraní.
A falta de representación de Washington en el foro de la CELAC, asumió la tarea de disparar contra el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro. Lo hizo desde una supuestamente mayor legitimidad democrática y una aún más falsa superioridad moral.
La verdad es que el gobierno que encabeza Abdo Benítez, ni es más legítimo que algún otro ni mucho menos puede erigirse en faro de honestidad. En realidad, su ataque al jefe de Estado venezolano se debe a que la pandilla gobernante paraguaya negoció con el autoproclamado Juan Guaidó una írrita condonación de la deuda que la nación sureña tiene con Petróleos de Venezuela. Ese fue un gran negocio personal y grupal para Benítez y por eso quiebra lanzas por el pseudogobierno encargado.
En suma, el mandatario paraguayo es un ladrón que finge ser un gran demócrata, un espécimen de lo más común, un verdadero clásico en la derecha continental.
El galán tecnócrata pisapasito
En el encuentro de la CELAC también quiso ganar pantalla otro modelo de la derecha pitiyanqui y oligárquica. Se trata de Luis Lacalle Pou, uno de esos sujetos de las tendencias más conservadoras y neoliberales que basan su carrera política en la imagen física y en que aplican las recetas fondomonetaristas con un discurso tecnócrata y un estilo pisapasito.
El presidente de Uruguay es otro hijo de papá, que se mercadea básicamente como un tipo bonito, con pedigrí de mandatario porque su progenitor también lo fue. Es uno de esos personajes que logra escalar al poder aprovechando las tibiezas y debilidades ideológicas de las clases medias y algunos sectores populares del Cono Sur, a los que, según parece, no enseñaron del todo ni siquiera las asesinas dictaduras de derecha que padecieron sus países ni los pésimos gobiernos civiles neoliberales que vinieron después.
Lacalle Pou, con su apariencia de galán de telenovela, se lanzó a agredir al presidente venezolano y también a Cuba y a Nicaragua, repitiendo el libreto de siempre: que son gobiernos dictatoriales que violan derechos humanos.
No es una postura de principios, y eso se aprecia claramente en que no esbozó siquiera un ligero cuestionamiento a países donde se han cometido horrorosos crímenes contra la población en medio de protestas de calle, como Chile, Ecuador y Colombia, gobernados por la derecha.
El asesino que además es cobarde
Como siempre, en el zoológico de la derecha continental destaca el animal colombiano, en este caso por su ausencia. El subpresidente Iván Duque no se presentó en México porque aparte de encabezar las estadísticas de asesinatos de líderes sociales y firmantes de los acuerdos de paz, Colombia, como principal lacayo de EE. UU. es enemiga declarada de la CELAC y ha hecho todo lo que ha estado a su alcance para destruirla.
Duque, aparte de ser responsable directo de esos crímenes de lesa humanidad, es un cobarde redomado y no quiso meterse en una pelea en la que no tiene chance alguno. De haber asistido, se hubiese visto en el trance de estar frente a frente con Nicolás Maduro en Ciudad de México, sin la posibilidad de salir corriendo a buscar el apoyo de “su papá”, EE. UU.
Optó por un viaje a España del que tampoco salió bien librado porque hasta los editores participantes de la Feria del Libro expresaron repudio a su presencia. ¡Qué pena!
El antipatriota que reúne los demás defectos
Acopiando algo de los defectos de todos los anteriores, tenemos a los miembros de la derecha venezolana (bueno, técnicamente nacieron aquí), quienes ante el impacto que causó la reunión de la CELAC y la presencia del presidente Maduro no tuvieron más opción que lamerse las heridas dándole las gracias a Abdo Benítez y a Lacalle Pou por sus “papelones” en la Cumbre y repitiendo gastados discursos sobre un cacareado aislamiento internacional de la República Bolivariana de Venezuela.
Apoyan el robo de activos que se intensifica en Colombia, EE. UU. y Europa y luego se rasgan las vestiduras por los sufrimientos del pueblo venezolano. Así son.