Momentos y eventos para reflexionar
El simulacro hizo algo más que bulla
El día 30 de junio se realizó el simulacro electoral pautado en el cronograma del Consejo Nacional Electoral para los comicios del 28 de julio.
Factores de la oposición que se autodenomina unitaria, (pero que agrupan sólo a una parte del sector adverso al gobierno) asumieron una postura ambigua. Algunos dirigentes llamaron a no participar en esa actividad por considerarla “una pantomima” del chavismo y del CNE para hacer ver al país como muy democrático. Otros dijeron “sí, pero no” y otros más se hicieron los desentendidos.
Lo cierto y verificable es que hubo una enorme afluencia de votantes en todos los centros habilitados; y en los alrededores de estos fue notoria la presencia de los líderes, militantes y simpatizantes de la Revolución Bolivariana.
La organización popular se hizo sentir con mucha fuerza, impresionando a los dirigentes y electores opositores que se han creído la versión según la cual el chavismo está ya desaparecido y arrasado. Al mismo tiempo, el simulacro puso en evidencia la debilidad de los partidos opositores en ese sentido. Al día siguiente, no les quedó otra opción que criticar el trabajo de los puntos tricolor y las pocas fallas reportadas en el funcionamiento de los centros.
Reanudación de negociaciones con EEUU
La oposición comenzó la semana con ese estado de ánimo confuso, producto de lo visto en el domingo de simulacro. Pero lo que les aguardaba era un golpe más duro: el lunes, el presidente Nicolás Maduro les contó un gran secreto: estaban por reanudarse las conversaciones directas del Gobierno constitucional venezolano con el de Estados Unidos, sin intermediarios y sin invitación para el bando opositor.
Esto fue un auténtico palazo en la cabeza para los líderes opositores que se consideran a sí mismos como los niños toñecos de Washington y abrigan la idea de que los jefes gringos les deben notificar a ellos y ellas los pasos que piensan dar con respecto a Venezuela.
Agarrados fuera de base, tuvieron que improvisar sus reacciones. Una parte se decantó por interpretar ese encuentro como el escenario para la capitulación de Maduro, de cara a la negociación de su salida del gobierno. Otros balbucearon palabras sobre el apretón de tuercas que supuestamente le iba a echar Estados Unidos al gobierno, para que no inhabilite a Edmundo González Urrutia ni suspenda las elecciones, dos hipótesis que la misma oposición ha lanzado en su perenne pesca de incautos.
Lo cierto es que las delegaciones se reunieron virtualmente el mismo miércoles y suscribieron sus primeros puntos de acuerdo: respeto mutuo, conversaciones públicas y nada de tergiversaciones de lo pactado. La ausencia del factor opositor fue el síntoma más claro de lo que está pasando y lo que va a pasar el 28-J.
El accidente de la VP y el odio suelto
Una vez más ha quedado demostrado el grave estado mental de muchos voceros partidistas y mediáticos de la oposición, sembrados en la categoría de los odiadores. Fue a propósito del accidente sufrido por la vicepresidenta ejecutiva de la República, Delcy Rodríguez, mientras atendía la emergencia surgida en Cumanacoa, estado Sucre, por el coletazo del huracán Beryl en el oriente venezolano.
Como se sabe, un árbol cayó sobre el vehículo en el que se desplazaban Rodríguez y otras autoridades. Ella resultó con fractura del antebrazo y otros aporreos. De inmediato, se desataron las maledicencias de personajes de toda laya, incluyendo esos que suelen victimizarse como perseguidos políticos, exiliados o segregados por una dictadura.
El presidente Maduro criticó a estas personas que incluso lamentaron que la vicepresidenta hubiese sobrevivido al accidente. Entonces, de inmediato, volvieron a presentarse como los pobres ciudadanos que piensan distinto y por eso son reprimidos.
El baño de resentimiento surtió el efecto de un sonido de alarma para quienes han comenzado a creerse las promesas de la derecha sobre la reconciliación nacional y la buena disposición al encuentro con las masas chavistas. Con expresiones como la generada por el percance de la VP, esos propósitos de muestran muy difíciles de creer.
Arranque de campaña: mitos y realidades
Habló el simulacro, habló la reanudación del diálogo, hablaron las reacciones al infortunio de la vicepresidenta y esas voces dejaron el camino abierto para el día de inicio de campaña electoral formal, el 4 de julio.
Una vez más se cotejaron los mitos con las realidades. Las demostraciones de fuerza en las calles dieron señales claras.
La primera de ellas es la disposición a participar en las elecciones de una gran porción del electorado nacional, es decir, una derrota para los abstencionistas que metieron a la militancia de la oposición en una calle ciega, asegurándoles que era un atajo.
La segunda señal fue muy parecida a la del simulacro (aunque bastante ampliada). Parafraseando a Don Juan Tenorio, podríamos decir que “el chavismo al que vos matáis, goza de buena salud”. Cientos de miles de ciudadanas y ciudadanos acudieron a las marchas simultáneas en todo el país, incluyendo una de grandes proporciones en Caracas. Los alegatos sobre “asistencia obligatoria” y otros por el estilo no alcanzaron a explicar tamañas manifestaciones ni mucho menos el fervor, la alegría, el entusiasmo de los participantes.
La tercera indicación fue sobre la potencia real de la intención de voto por el candidato-tapa de la Plataforma Unitaria, Edmundo González Urrutia, y de su manejadora, la inhabilitada María Corina Machado. Si bien la caravana tuvo buena asistencia, quedó a deber incluso si no se la compara con la marcha equivalente del chavismo, sino con anteriores movilizaciones de la misma oposición. El que tenga ojos (y ganas de ver), que vea.