Estados Unidos reparte sanciones y vetos, reprime y silencia
Haz lo que te digo o te sanciono
El poder imperial se basa en la capacidad para imponer sus intereses por sobre los del resto del mundo, incluyendo adversarios y aliados.
Cuando un imperio está en su apogeo, se dedica a aplicarles a los demás sus normas, reglas y leyes, obligándolos a acatarlas como si fueran dictámenes divinos o parámetros universales.
Con frecuencia, la potencia imperial se ve obligada a incumplir sus propios mandatos y por ello se cuida de no suscribir los convenios internacionales que les exige firmar a los otros países. Por ejemplo, si tiene que bombardear un país sin autorización de Naciones Unidas, lo hace sin que le tiemble la mano y luego lanza operaciones psicológicas y mediáticas de gran alcance para justificar tal acción.
Cuando comienza el declive, las élites imperiales se ven en el predicamento de pisotear sus propias normas a diario. Es lo que ocurre con Estados Unidos en este tiempo, que pretende mantener su hegemonía a punta de bloqueos, “sanciones” y represalias, pisoteando las leyes de libre competencia, mercado y comercio que supuestamente eran sacrosantas. Para legitimar sus barbaridades unilaterales dicen que defienden la democracia y los derechos humanos.
Lo que está de fondo es que el imperio decadente les dice a otros países: “Haz lo que te ordeno o atente a las consecuencias”, lo que parece el típico comportamiento de un secuestrador que apunta a sus rehenes con un arma.
Venezuela es uno de los países que más ha sufrido este trato delictual. Ha quedado claro que recrudecen las írritas restricciones al comercio de nuestro petróleo porque no accedimos a permitir que una persona inhabilitada e incursa en conductas de traición a la patria sea candidata presidencial. En eso andamos.
Palmieri manda desde Bogotá
Mientras el gobierno de Joe Biden impone de nuevo sanciones que apenas si había suavizado ligeramente en octubre, sus agentes diplomáticos actúan como capataces en la finca del oposicionismo radical. Ya ni se ocupan de disimular.
El proceder de los dirigentes de los partidos opositores que conforman la Plataforma Unitaria demuestra que ese sector de la contrarrevolución es una franquicia de ese poder imperial que les imparte instrucciones e intenta hacer de alguno de ellos un candidato capaz de derrotar a Nicolás Maduro.
El embajador fake para Venezuela, Francisco Palmieri, se ha pasado los últimos días dando órdenes desde su oficina en Bogotá, tratando de que gente que se odia mucho entre sí acceda a quererse aunque sea hasta el 28-J.
Debe ser verdaderamente triste pertenecer a un segmento político como ese, en el que los líderes enfrentados de manera encarnizada son “nariceados” por un imperio en pleno ocaso y a través de otro de esos gringos que hablan español como Tiroloco McGrow.
Veto a Palestina y apoyo al genocidio
El desplome de la estructura imperial arrastra consigo a todo el sistema internacional edificado a partir del resultado de la Segunda Guerra Mundial, que llegó a ser de dos polos mientras existió la Unión Soviética (hasta 1991); y luego tuvo un apogeo unipolar por unos veinte años.
Hoy ese modelo se cae a pedazos y la mejor prueba de ello es que su principal defensor, Estados Unidos, tiene que apelar con creciente frecuencia a su “bola negra”; el derecho a veto en el Consejo de Seguridad de la ONU. Es la forma que ha encontrado para sostener sus guerras proxy, legitimar sus invasiones, bombardeos humanitarios, bloqueos y sanciones; y darles sustento a genocidios perpetrados por su satélite, el ente sionista de Israel.
La delegación de Estados Unidos en ese órgano de Naciones Unidas ha desempeñado el abominable papel de oponerse a una resolución de alto el fuego y, hace unos días, vetar el ingreso de Palestina como miembro pleno del foro mundial.
Para mayor injuria, el papel de levantar la mano y concretar estas infamias ha correspondido a dos afroestadounidenses: Lynda Thomas-Greenfield y Robert Wood. Da la impresión de que las cúpulas colonialistas y supremacistas de Estados Unidos optan por mandar a personas de piel morena a cumplir estos vergonzosos roles contra los pueblos oprimidos del sur global. Una retorcida técnica de proyección de imagen basada en la vieja certeza de que “no hay peor cuña que la del mismo palo”.
Meten presos a manifestantes
Estados Unidos utiliza cualquier detención de manifestantes en países como el nuestro para rasgarse las vestiduras y denunciar violaciones a las libertades civiles. También en eso son un imperio farsante y venido a menos.
Está comprobado que cada día que pasa aumenta el carácter represivo del Estado en el país norteamericano, siendo su víctima toda la ciudadanía y, en especial, las minorías raciales y los blancos que se rebelan contra el statu quo bipartidista.
La semana pasada, centenares de estudiantes y profesores que protestaban pacíficamente en la reputada Universidad de Columbia fueron obligados a retirarse de los lugares donde estaban realizando el plantón. Muchos de ellos resultaron movilizados por la fuerza y privados de libertad. No es de extrañar que lo hayan hecho porque las manifestaciones son para denunciar el exterminio del pueblo palestino y el robo de su territorio y de sus infraestructuras por parte del régimen genocida, terrófago, y cleptómano de Israel; que cuenta con el respaldo indoblegable de Washington.
Parece una buena ocasión para que los países que sufren cotidianamente la injerencia majadera de Estados Unidos emitan un comunicado expresando su “preocupación” por la inaceptable represión contra sus propios ciudadanos. Sería un acto de incuestionable reciprocidad.
Desde luego, la maquinaria mediática global, al servicio del poder imperial (y, como este, en decadencia) no les da mucho relieve a esas actitudes antidemocráticas ni al motivo de las protestas. Las relativizan y, al final, las silencian.