Derecha en Latinoamérica cumple las órdenes de EE. UU.
Noboa, genuino cachorro del imperio
Las acciones del presidente ecuatoriano Daniel Noboa antes del ultraje a la embajada de México ya eran demostrativas del estilo de gobierno de las nuevas derechas, sin ningún respeto por las normas jurídicas y amparadas en el apoyo de Estados Unidos y de la maquinaria mediática global y local.
Noboa, heredero de oligarcas bananeros —pero presentado por la maquinaria mediática como «joven y exitoso empresario»—, ha gobernado bajo estado de emergencia, cometiendo toda clase de violaciones a la Constitución y a los derechos humanos, con la impunidad que le brinda el ser también el niño mimado de Estados Unidos.
Ahora ha perpetrado un atentado contra el derecho internacional pocas veces visto en el mundo, en la continuación de la persecución política de Rafael Correa y de sus colaboradores y simpatizantes.
Borrar todo vestigio de la exitosa Revolución Ciudadana parece ser el único objetivo de los más recientes gobernantes ecuatorianos: el traidor Lenin Moreno, el banquero corrupto Guillermo Lasso y el muñequito de torta actual. Al expresidente Correa no le perdonan que haya convertido a Ecuador en una nación próspera y, a la vez, con un sentido de igualdad social ni que haya tenido actitudes firmes ante el colonialismo militar estadounidense.
Irrumpiendo en una embajada, agrediendo al personal diplomático y pisoteando el derecho de asilo, la derecha demuestra hasta dónde está dispuesta a llegar para borrar del mapa a cualquier partido, movimiento o líder progresista.
No por casualidad, esas tropelías son cometidas por este auténtico cachorro del imperio luego de «visitas cordiales» de altos funcionarios estadounidenses, con la jefa del Comando Sur, la generala Laura Richardson, con quien Noboa se fotografió risueño, casi babeado de la emoción.
Milei, desquiciado sinvergüenza
Sigue avanzando el proceso de desmantelamiento del Estado y la entrega de la soberanía argentina, con el disfraz de una supuesta lucha por la libertad y contra “el comunismo” (que nunca ha gobernado en el país austral).
Javier Milei se ha perfilado como un desquiciado gobernante que pretende dejar a la mayoría pobre de Argentina y a buena parte de la clase media en la más absoluta inopia: sin ingresos, sin empleo, sin educación ni salud pública, sin apoyo para desarrollar sus manifestaciones culturales y bajo constante represión. El sueño dorado del neoliberalismo salvaje.
Adicionalmente, es un desvergonzado que cede la soberanía territorial y la dignidad histórica de su nación y se muestra servil hasta niveles caricaturescos con los funcionarios de Estados Unidos y del Reino Unido, país colonialista que le arrebató a Argentina sus islas Malvinas.
No contento con esas expresiones entreguistas, Milei apoya sin rubor alguno el genocidio que comete el ente sionista en Israel e intenta revivir el fósil del Grupo de Lima contra Venezuela.
Igual que Noboa, Milei ha mostrado con una dicha rastrera sus fotos con la jefa del Comando Sur, un penoso retrato del nuevo cipayismo latinoamericano que autoriza y aplaude la instalación de bases militares en sus territorios y otorgan acceso ilimitado del decadente imperio a todos los recursos estratégicos que se encuentran en ellos.
Irfaan Ali empleado de la ExxonMobil
Si hablamos de gobernantes con mentalidad colonizada y defensores de los intereses de las multinacionales, tenemos que dedicarle un amplio espacio a Irfaan Ali, el presidente de Guyana, quien actúa como el típico «guapo y apoyao» por estar asociado y entregado a Estados Unidos y a la petrolera ExxonMobil.
Ali se ha ufanado de tener a su favor una «coalición internacional» para enfrentar militarmente a Venezuela y ya es bien sabido que para ello ha permitido la instalación de bases navales en el territorio en disputa, bajo el dominio del criminal Comando Sur y de la sanguinaria Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos.
A la élite guyanesa, encabezada por este empresario, le han prometido jugosas ganancias si se convierten en el centro estratégico de operaciones contra Venezuela, para saquear sus recursos petroleros, gasíferos y el Arco Minero.
Todos contra las elecciones de Venezuela
Las barbaridades de Estados Unidos y sus lacayos en América Latina se registran en un contexto caracterizado por el empeño de atacar y eventualmente impedir o sabotear las elecciones presidenciales del 28 de julio.
Para el poder imperial es necesario socavar la consulta popular porque, una vez más, los factores opositores han sido incapaces de unirse alrededor de la candidatura que ese poder imponga. La mejor prueba de ello es que siguen criticando el proceso, a pesar de que se inscribieron doce abanderados opositores.
Impedir las elecciones o —como en 2018— desconocer el resultado es un propósito claro de Estados Unidos y la ultraderecha venezolana, un objetivo estratégico compartido por los gobernantes de derecha de la región y por las oligarquías de todos nuestros países.