Peripecias de una candidata imperial
El dilema es reconocer o no reconocer
Faltando horas para que expirara el plazo, María Corina Machado se presentó ante el Tribunal Supremo de Justicia para solicitar que se revise la inhabilitación que le dictó la Contraloría General de la República.
Con ese gesto, Machado se desdice en varios aspectos fundamentales de su discurso. Por un lado, reconoce la vigencia de la inhabilitación, luego de negarla de forma reiterada. Adicionalmente, admite la autoridad del TSJ, poder público que ella ha desconocido secularmente, igual que a todos los otros, con excepción de la Asamblea Nacional electa en 2015, que tenía amplia mayoría opositora (de la que no pudo formar parte, precisamente, porque estaba inhabilitada).
La opositora radical había jurado de forma reiterada que no comparecería ante el máximo tribunal, alegando que ella está habilitada por los dos millones de personas que, según sus cifras, le dieron apoyo en las primarias de un sector del antichavismo, celebradas en octubre. Sin embargo, lo hizo y ha debido recurrir a malabares argumentales para explicar la disonancia flagrante entre el decir y el hacer.
No es algo nuevo para ella ni para la oposición en general. Ese divorcio ha sido su característica principal desde que apareció entre los firmantes del decreto de Pedro Carmona Estanga, pero lo negó reiteradamente, alegando que sólo era una lista de asistencia.
Ha sido pieza clave en todas las tentativas de toma violenta del poder, aunque ahora posa de militante indoblegable de la salida electoral. Dice ser nacionalista, pero fue agente de un gobierno extranjero, el del corrupto de siete suelas Ricardo Martinelli (Panamá); exigió la invasión militar foránea mediante el TIAR; solicitó más y peores medidas coercitivas unilaterales contra Venezuela; y respalda la postura guyanesa de que la controversia sobre el Esequibo debe resolverse en la Corte Internacional de Justicia, aunque antes opinaba lo contrario.
Como se dice familiarmente: «el que no la conozca que la compre».
La obediencia es obligatoria
La escena del 15 de diciembre entró sin mucho trámite a la antología de la oposición antipatria, proimperialista y sumisa a los dictámenes extranjeros. Quedó demostrado que la irreverencia, los desplantes, las malacrianzas de Machado son solo para con el gobierno bolivariano, pues ante las órdenes de Estados Unidos practica una obediencia vergonzosa.
Machado había jurado que no iría ante el TSJ por creerlo ilegítimo y porque no se considera inhabilitada. Pero, tan pronto el «embajador» de Estados Unidos para Venezuela (radicado en Colombia), Francisco Palmieri, envió un mensaje, en inglés, aplaudiendo a la dirigente antichavista por haber acudido a la máxima corte venezolana, ella apareció en el lugar, ufanándose de haber puesto al gobierno en jaque.
Lo cierto es que recibió una orden pública de Palmieri, y si ella no hubiese comparecido ante el TSJ habría desafiado una instrucción directa de quienes evidentemente la dirigen y habría dejado en ridículo al diplomático.
El pitiyanquismo, el malinchismo de Machado es tan marcado (casi caricaturesco) que fue proclamada oficialmente como candidata opositora por varios de los más retrógrados parlamentarios estadounidenses, y ella se los agradeció con un video obsecuente y ridículo.
El endeble mito de las primarias
El plan de Machado era que, si hubiera sido electa en las primarias de octubre, por un segmento de la oposición, tendría combustible suficiente para entrar en campaña electoral presidencial como única candidata opositora. Pero eso está lejos de ser de esa manera.
En primer lugar, la fuerza de los acontecimientos posteriores le ha quitado impacto a la elección. Las investigaciones realizadas por el Ministerio Público han puesto en tela de juicio la veracidad de los resultados de ese proceso, realizado manualmente, sin supervisión del Consejo Nacional Electoral y completamente inauditable.
Por otro lado, la actuación de Machado en el tema del referendo consultivo sobre la Guayana Esequiba; ha sido tan deplorable, que ya muchos de quienes estaban inclinados a apoyarla han cancelado esa opción.
Un abanico de candidaturas opositoras se está abriendo, más allá de las que compitieron con ella en el sainete de las primarias infladas. Esos dirigentes de diversos segmentos de la oposición van a terciar en la carrera presidencial, sin que ella pueda optar a sumarlos, debido a su intolerancia y afán egocéntrico.
2024: Un año crucial
Nos encaminamos hacia un año de significativas definiciones para Venezuela y el mundo, un período de grandes desafíos para las naciones del sur; para la unidad nacional en temas de soberanía y territorio; y para las fuerzas revolucionarias en el supremo esfuerzo en pro de la victoria electoral.
Tiempos de ahora o nunca para decisiones que reconecten a la dirigencia de todos los niveles con la militancia y con el sentir profundo de los sectores populares, los que han sufrido con mayor crudeza los efectos perversos del bloqueo, las medidas coercitivas unilaterales y la guerra económica.
Tiempos también de tender puentes a los descontentos, a los antiguos aliados que se han sentido maltratados y de hablarles a los jóvenes que, por su edad, no tienen el contexto de los oscuros lugares que el país transitó antes de la Revolución Bolivariana.
Son muchas y complejas las tareas pendientes. Que sirva el breve asueto de fin de año para acopiar las energías que requerirá enfrentarlas. ¡Feliz 2024!