Qué raro se ha puesto el sueño americano, hace no mucho tiempo, era la utopía dorada que brillaba en las mentes de millones de migrantes alrededor del mundo. Una tierra prometida donde las hamburguesas, los Hot Dog, Mickey Mouse, Superman, y la Mujer Maravilla, eran accesibles para todos y todas. Sin embargo, en un giro irónico, digno de una novela distópica, este sueño se ha metamorfoseado en una pesadilla, donde los ideales de Disney han sido reemplazados por barrotes, torturas, rapadas de pelo, alambradas, humillaciones, discriminación, bragas y confinamiento sin debido proceso. ¿A qué se parecerá?, no lo sé, me parece recordar una situación similar.
Era un martes cualquiera cuando comenzaron a desaparecer. Primero fueron los comunistas, esos agitadores que desafiaban el orden con panfletos y discursos inflamados. Luego, los sindicalistas, que insistieron en que el obrero merecía dignidad. Después, los intelectuales, los artistas, los judíos, los homosexuales, los gitanos… cualquiera que no encajara en el modelo de ciudadano ideal que el Tercer Reich había diseñado en su laboratorio de odio.
El enemigo no existía, así que lo crearon. Con eslóganes y mentiras bien ensayadas, fabricaron una amenaza que solo ellos podrían erradicar. Los judíos eran la conspiración que devoraba la economía, los comunistas el virus que corrompía el espíritu alemán, los homosexuales la degeneración que debilitaba la raza. No importaban los hechos, solo la repetición constante de la mentira hasta que se convertía en verdad. Y cuando la maquinaria de propaganda terminó su trabajo, las detenciones comenzaron. Primero fueron redadas discretas, luego repletos en plena luz del día. El mundo miraba hacia otro lado, las grandes empresas de Londres y Washington financiaban las iniciativas Nazi, eran la opción ideal frente al avance Soviético, mientras los trenes partían, cada uno cargado con cientos de personas que nunca volverían.
Guantánamo: De tortura a musulmanes a Depósito de Migrantes
La base naval de Guantánamo, antaño símbolo de las detenciones ilegales y torturas brutales y enfermas contra iraquíes, afganos y otros hombres y mujeres árabes, ha sido reciclada como un centro de detención para migrantes. El presidente Donald Trump, en una maniobra que haría sonrojar a los más audaces estrategas del Tercer Reich, ha decidido invocar la Ley de Enemigos Extranjeros de 1798 para justificar la detención de migrantes en el territorio robado al pueblo cubano. Esta ley, que acumulaba polvo desde la era de las pelucas empolvadas, ha resucitado para servir a una agenda xenófoba y autoritaria.
Las condiciones en Guantánamo han sido objeto de críticas internacionales.
Informes detallan detenciones indefinidas, torturas y otros tratos crueles, inhumanos o degradantes, así como la falta de acceso a protección judicial y la ausencia del debido proceso. A pesar de las promesas de cierre y las constantes denuncias de violaciones de derechos humanos, la prisión sigue operativa, ahora con una nueva clientela: migrantes cuyo único delito fue buscar el “sueño americano”.
El Salvador: La Megacárcel de Bukele como el nuevo Auschwitz
No contento con externalizar la detención de migrantes a Cuba, Trump ha encontrado un aliado en el presidente salvadoreño, Nayib Bukele. Este último, en un alarde de servilismo exacerbado, ha ofrecido la flamante megacárcel de El Salvador para alojar a migrantes deportados de Estados Unidos. A cambio de una módica suma de 6 millones de dólares, Bukele ha accedido a encarcelar a 300 presuntos miembros de la banda criminal Tren de Aragua, el nuevo enemigo creado.
La megacárcel, oficialmente conocida como Centro de Confinamiento del Terrorismo (CECOT), ha sido objeto de controversia desde su inauguración. Diseñada para albergar a 40.000 reclusos, ha sido criticada por organizaciones de derechos humanos que denuncian condiciones inhumanas, hacinamiento y falta de debido proceso para los detenidos. Sin embargo, para Bukele y Trump, esta alianza representa una solución «eficaz» al enemigo necesario que se han creado, aunque a costa de los derechos humanos básicos.
La Criminalización de la Migración, un negocio y un enemigo autoprovocado
La narrativa oficial justifica estas medidas bajo la premisa de que los migrantes son potenciales criminales, miembros de pandillas peligrosas como el Tren de Aragua. Sin embargo, esta generalización no solo es injusta sino criminal. Casos como el de Jhoan Bastidas, un joven venezolano deportado y detenido en Guantánamo sin pruebas de actividad criminal, evidencian la fragilidad de estas acusaciones. Bastidas, cuyo único «delito» fue tener tatuajes, pasó 16 días en condiciones deplorables antes de ser enviado de regreso a Venezuela.
El caso más reciente es el de Francisco García, tiene 24 años, es un barbero nacido en el estado Aragua y ahora está recluido en una cárcel de máxima de seguridad de El Salvador luego de que EE. UU. lo vinculara, adivinen a quien: al Tren de Aragua, sin ninguna prueba o proceso judicial previo. Su familia pide ayuda para conseguir su libertad y traerlo de vuelta a Venezuela, hoy vive la tragedia de haber sido detenido, rasurado, maltratado y recluido junto a delincuentes de máxima seguridad, con el único delito de ser pobre y creerse el cuento que en Estados Unidos tendría una mejor vida.
Además, la difusión de videos donde supuestos miembros del Tren de Aragua hablan con acento mexicano ha levantado sospechas sobre la veracidad de las acusaciones. Estas inconsistencias son sin duda estrategia deliberada de estigmatización de la migración venezolana, para justificar políticas represivas, desviar la atención de problemas internos y por supuesto criminalizar al Gobierno venezolano.
La Hipocresía del extremismo opositor y la “comunidad internacional”
Vivimos en un mundo que durante un año el Gobierno de Israel asesina casi 20 mil niños en un año, donde se generan masacres en Yemen, Congo, donde Estado Unidos bloquea a Cuba y a Venezuela provocando crisis económica y migratoria, para luego el mismo Estados Unidos y el nuevo Musolinni latinoamericano Bukele implemente estas políticas draconianas, la comunidad internacional observa con una mezcla de indiferencia y complicidad. Las violaciones de derechos humanos en Guantánamo y en las cárceles salvadoreñas son ampliamente conocidas y documentadas, pero las acciones concretas para detener estos abusos brillan por su ausencia. ¿El mundo no va a condenar a los terroristas opositores Paparoni, Julio Borges, Juan Guaidó, María Corina, Leopoldo López, entre otros?, que se hicieron multimillonarios promoviendo la migración y luego montando empresas del terror para trasladarlos a Estados Unidos como clásicos coyotes de la tragedia ajena.
El «Sueño Americano» ha mutado en una pesadilla donde la búsqueda de una vida mejor conduce a una celda en Guantánamo o en la megacárcel de El Salvador. La criminalización de la migración, la resurrección de leyes arcaicas y la externalización de la represión son síntomas de una sociedad que ha perdido el rumbo ético. Es imperativo que la comunidad internacional despierte de su letargo y actúe para restaurar los valores de humanidad y justicia que alguna vez fueron el pilar del mundo.
Mientras tanto, millas de migrantes seguirán soñando con una vida mejor, sin saber que ese sueño puede convertirse en su campo de concentración. ¿Cuándo comenzaremos a llamar esto por su nombre?, ¿Otra vez vamos a esperar que mueran 6 millones de judíos o 20 millones de soviéticos para reaccionar?, solo nos queda decir frente a la internacional fascista, Internacional Antifascista, máxima movilización popular.