EE.UU., busca generar un impacto en la competencia global para contener a China, restringiendo las exportaciones venezolanas de crudo, reduciendo sus importaciones de petróleo venezolano en 38% (2022-2024), aumentando su dependencia del petróleo del Medio Oriente
Por: Roberto González Cárdenas
Dice un refrán popular “cada ladrón juzga por su condición”, para referirse a las personas que acusan a los demás de lo que ellos mismos son, pues el Sr. Trump debería recordar, que él es un “criminal” juzgado y sentenciado.
Pero todos los venezolanos que entraron a los EE.UU. no son criminales en su mayoría, son gente honesta y trabajadora, son humildes y responsables de su conducta, que emigraron con su grupo familiar al territorio norteamericano, en busca del mal llamado “sueño americano”, convertido ahora en la “pesadilla americana”, gracias al señor Trump, quien cumple función de policía federal, le corresponde cargar la placa de Marshall, y como todo policía gringo, que ahora criminalizan a los venezolano en EE.UU.
Debería recordar Sr. Trump, que usted ha sido uno de los responsables de toda esa migración venezolana que llegó a suelo americano por aire, mar o tierra, con el afán de alcanzar una vida mejor.
Usted, Sr. Trump, es responsable y culpable de las vagabunderías, fraudes y triquiñuelas hechas a todos los venezolanos, al imponer sanciones criminales, al nombrar a criminales como Juan Guaidó y su banda de ladrones, como presidente de Venezuela, porque usted se rodeó de criminales, y ahora juega a decir “yo no fui”.
El presidente de los Estados Unidos, combina en su nueva administración, elementos de guerra híbrida (sanciones + migración) y un excepcionalismo jurídico; configurando un caso paradigmático de cómo las crisis humanitarias se instrumentalizan en lógicas de la geopolítica global.
En un enfoque teórico-crítico, el problema migratorio de los venezolanos lo podemos orientar en la teoría de la securitización de la Escuela de Copenhague, como un proceso intersubjetivo, intencionado por el Sr. Trump, quien califica a la migración venezolana como una amenaza existencial para movilizar recursos excepcionales, a la que hay que responder con una actuación de emergencia, constituyéndose como un asunto de seguridad, a través del efecto combinado del discurso que, retóricamente, repite y se repite, que los miembros del “Tren de Aragua” son los criminales más peligrosos del mundo, generando una ansiedad y una incertidumbre en la sociedad norteamericana, calificando dicha amenaza como una cuestión de seguridad de Estado.
Sin embargo, de acuerdo a la teoría del “Realismo Ofensivo,” (del estudioso político John Mearsheimer), podríamos inferir que en el caso de los migrantes venezolanos como «amenaza existencial», los Estados Unidos están predispuestos a la competencia y al conflicto, porque buscan su propio interés, maximizando la amenaza, con todo su poder mediático, ya que temen verse en desventaja frente a otros Estados (Rusia y China).
Además, de acuerdo a esta teoría, se puede argumentar que los Estados Unidos, están obligados a comportarse de esta manera porque así favorecen su supervivencia en el sistema internacional, para que les permita movilizar recursos excepcionales, presentando un sistema internacional anárquico frente a las grandes potencias racionales, mostrando una gran inseguridad con las intenciones de otros Estados (China, Rusia e Irán) capaces de una ofensiva militar, por lo cual buscan maximizar un poder relativo y se muestran frente a los países latinos usando a El Salvador como una neocolonia lacaya,carcelaria, y de esta manera, esforzándose por sobrevivir e ir usando a Venezuela como proxy.
La estrategia de Estados Unidos de utilizar a Venezuela como proxy para maximizar su poder relativo frente a competidores globales, se enmarca en un contexto geopolítico complejo, donde la competencia con potencias como China y Rusia adquiere relevancia.
Para el gobierno y el pueblo de Venezuela, el Sr. Trump se encuadra con un marco político con acciones criminales unilaterales, como la Executive Order 13884 (2019), sanciones económicas a Venezuela bajo la Ley de Emergencia Nacional (IEEPA). designando a Venezuela como un «Estado patrocinador del terrorismo» (2020), utilizada para justificar medidas excepcionales.
En este orden de ideas, enfoca a la migración venezolana como el grupo criminal venezolano “Tren de Aragua”, usado como justificación para asociar migrantes con delincuencia organizada. Realizando acuerdos con terceros países (El Salvador actuando como una neocolonia carcelaria) para externalizar detenciones, evitando la jurisdicción estadounidense.
Así mismo, el Sr. Trump, presidente de EE.UU., el sábado 15 de febrero de 2025, declaró que el “Tren de Aragua” estaba «perpetrando y amenazando con realizar una invasión o incursión predatoria contra el territorio de EE.UU». Y acto seguido, ordenó que todos los ciudadanos venezolanos en ese país que tengan al menos 14 años de edad, que sean miembros del Tren de Aragua y que «no estén naturalizados o sean residentes permanentes legales» sean «detenidos y expulsados por ser enemigos extranjeros».
Analizando el contexto histórico de las referencias legales, la mención a la «ley de 1798» podría aludir a las Leyes de Extranjería y Sedición (Alien and Sedition Acts) de EE.UU., que permitían deportar extranjeros considerados «peligrosos».
Sin embargo, esta legislación fue derogada en 1800 y no guarda relación directa con las medidas migratorias actuales. La comparación histórica, aunque retóricamente potente, carece de sustento jurídico directo.
Sin embargo, The Washington Post informó que la resolución presidencial fue suspendida por el Juez Federal James Boasberg (actual juez presidente del tribunal federal de primera instancia en la ciudad de Washington), por considerar que la ley de 1798, no es aplicable en este caso, pues EE.UU. no se encuentra en guerra. Es el caso que la ley faculta al gobierno para detener y expulsar, en tiempos de guerra, a personas que amenacen la seguridad del país, sin garantizarles a los afectados el debido proceso, y tras enterarse de que aviones con deportados habían despegado, el funcionario ordenó su regreso, negándose el poder ejecutivo norteamericano a cumplir la orden del Juez Federal, y solicitando su destitución, lo que suscitó un llamado de atención al presidente Trump por parte del poder judicial.
Sin embargo, los intereses estratégicos de EE.UU. en Venezuela, se enfocan en los recursos energéticos que Venezuela posee, las mayores reservas probadas de petróleo del mundo (≈304 mil millones de barriles).
Controlar este recurso limita la influencia de competidores como China, que ha invertido en el sector energético venezolano desde 2007.
Otra de las consideraciones muy importantes para los intereses norteamericanos, es la posición geográfica hemisférica, caribeña, de la República Bolivariana de Venezuela, la cual es clave para la seguridad hemisférica estadounidense, particularmente frente a la presencia militar rusa (ej: acuerdos de defensa con Moscú en 2023).
Buscando de esta manera mandar su mensaje al gobierno del presidente Nicolás Maduro, “Epa aquí Mando Yo”, al pasarse por el arco de triunfo los convenios, tratados y leyes internacionales, de derechos humanos; generando una controversia que busca imponer sobre los países de la región, tratando de recolonizar y abarcar el espacio perdido y ganado por Rusia y China.
Citando el libro del último secretario de Defensa de la primera administración de Trump, Mark Espert, “Un juramento sagrado: memorias de un secretario de Defensa en tiempos extraordinarios” (A Sacred Oath: Memoirs of a Secretary of Defense During Extraordinary Times), cuenta que lo que Trump quería en su primera administración, era incrementar el bloqueo total a Cuba, iniciar una política de ataque en laboratorios de fentanilo en México y derrocar al presidente Maduro en Venezuela.
Nuevamente, vuelven las amenazas de los mecanismos de presión con las sanciones económicas, de acuerdo a lo manifestado por el secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, en caso de que el gobierno de Venezuela rechace los vuelos de deportación.
En este orden de ideas, el gobierno de los EE.UU., busca generar un impacto en la competencia global y contener a China, y restringir las exportaciones venezolanas, reduciendo sus importaciones de crudo venezolano en 38% (2022-2024), aumentando su dependencia del petróleo del Medio Oriente.

EE.UU. busca limitar a Rusia, generando presión estadounidense para dificultar los acuerdos energéticos ruso-venezolanos, como el proyecto conjunto de gas Mariscal Sucre (valorado en más de $14 mil millones)
EE.UU. también busca limitar a Rusia, generando presión estadounidense para dificultar los acuerdos energéticos ruso-venezolanos, como el proyecto conjunto de gas Mariscal Sucre (valorado en más de $14 mil millones).
Con este planteamiento de las sanciones gringas, por el cual una gran cantidad de venezolanos de diferentes regiones, profesionales universitarios, técnicos calificados, obreros y familias completas, abandonaron la patria en busca de nuevas oportunidades en el exterior, evitando el rigor de las sanciones criminales gringas, generando el mayor éxodo en América Latina, calculado en 7,7 millones de venezolanos desplazados (ACNUR, 2024), tensionando las relaciones con países vecinos como Colombia y Brasil, por donde se facilitó el abordaje, para marcar rutas a Norteamérica y a otros países del continente, a Europa y diversidad de países que les dieron la acogida como inmigrantes.
Son venezolanos, honestos, trabajadores y responsables que rebajaron su condición laboral, para ocupar en su mayoría los puestos que a muchos en esos países no les gusta realizar (la servidumbre, o por tecnicismos legales de los países receptores), con sueldos míseros y sin la debida protección de seguridad social, y estos compatriotas, no son los criminales del “Tren de Aragua”, como se les quiere estigmatizar (señalamiento negativo con el fin de insultar, ofender, atacar o someter, justificado por el desprecio, prejuicios y estereotipos aprendidos), contra los venezolanos y venezolanas que están en el exterior.
A manera de colofón, este enfoque proxy, le permite a EE.UU. ejercer presión sobre competidores globales sin una confrontación directa, aunque genera tensiones entre objetivos de seguridad nacional y estabilidad regional, colocando en la mesa a los migrantes venezolanos como excusa para el dilema energético, pues las sanciones a Venezuela contradicen los esfuerzos estadounidenses por estabilizar los precios globales del crudo, particularmente tras la crisis de suministro por el conflicto en el Mar de China Meridional (2024), marcando un interés estratégico en las reservas petroleras venezolanas.
Como recordatorio al presidente del Salvador Nayib Bukele, el Sr. Trump está retomando las enseñanzas del asesor de presidentes gringos, el criminal Henry Kissinger, quien decía: «ser enemigo de los EE.UU. puede ser peligroso, pero ser su amigo es fatal», escoja Ud. el camino Sr. Bukele, porque el que se mete con Venezuela se seca…