Estados andinos y llaneros afectados
Factor natural y causas humanas
Las dimensiones del desastre ocurrido en buena parte del territorio nacional (zonas andina y llanera muy afectadas), producto de torrenciales lluvias, ha sido claramente expuesto por testimonios directos, imágenes y mediciones científicas. Por el volumen y la duración de las precipitaciones era de esperarse un nivel de daños muy grave.
Como ocurre en cualquier evento similar, las causas profundas pueden encontrarse en fenómenos propios de la naturaleza, pero también en el comportamiento de los seres humanos.
En forma global, acontecimientos como estos se vienen repitiendo en todo el planeta y son atribuibles, de acuerdo a múltiples estudios bien fundamentados, al cambio climático causado por la acción de la especie humana a lo largo de los tiempos, y muy especialmente, por los daños producidos por el capitalismo depredador de recursos naturales.
Al analizar lo específico, es necesario admitir que buena parte de nuestros asentamientos humanos, tanto en grandes ciudades como en pequeños pueblos y caseríos, se han emplazado y crecido en zonas de riesgo, en las riberas de quebradas y ríos que, al producirse crecidas inusuales, reclaman su cauce, a veces de manera que nos parece feroz y despiadada.
Las responsabilidades de esa ocupación indebida de espacios geográficos, a veces se remontan a tiempos muy remotos y pueden ser atribuidas a la falta de normas apropiadas. Sin embargo, esa falla de origen no puede ser excusa para quienes han desempeñado roles de autoridad a lo largo de la historia. Tampoco quedan exonerados los constructores (públicos, privados; de gran o pequeña escala) que han incurrido en errores o en fallas intencionales o culposas al edificar en lugares prohibidos por las ordenanzas o por el simple instinto de conservación.
Cada vez que ocurre una situación catastrófica de esta magnitud, surge el debate al respecto. Pero, luego se aplaca, se olvida, es desplazado por cuestiones “más urgentes”. Ojalá no ocurra así esta vez.
Respuesta inmediata de todos los niveles de gobierno
En la actual coyuntura de emergencia, es justo destacar la respuesta inmediata de todos los niveles del gobierno: nacional, regional y municipal, tanto en la atención durante el momento de desarrollo de las inundaciones y deslaves, como luego, en las tareas de atención a los damnificados y recuperación de la vialidad y otras infraestructuras de servicios públicos.
La coordinación entre los diversos organismos y las entidades privadas involucradas ha sido también excelente, sobre todo cuando se considera la extensión de los territorios afectados y las dificultades tan particulares que tienen las regiones de alta montaña, anotadas entre las que sufrieron daños más severos.
Los cuerpos de atención de emergencias han aplicado su experiencia en la materia, tanto en anteriores situaciones en Venezuela, como en sus labores de cooperación internacional.
El peso de la organización comunal
Uno de los aspectos más resaltantes de la respuesta de las autoridades es el papel que ha cumplido el Poder Popular, a través de las distintas formas de organización que han germinado y madurado al amparo de la Revolución Bolivariana.
Las comunas, los consejos comunales, los CLAP, las mesas técnicas y otros mecanismos de acción local fueron clave en las acciones para el desalojo de las zonas ya afectadas o en riesgo. Su trabajo sobre el territorio específico de cada una de estas entidades ayudó a que un desastre tan colosal no haya producido bajas humanas.
La gente organizada ha sido también fundamental para la organización de las labores de rescate y la llegada de ayuda a las zonas incomunicadas. Y poca duda cabe de que serán los vecinos de cada localidad los que decidan acerca de la ruta para la reconstrucción sustentable de los centros poblados y áreas de producción agropecuaria y turística.
Con esta dura experiencia, sumada al conocimiento popular del territorio, los técnicos y las autoridades podrán tomar las mejores medidas para evitar que futuros eventos naturales vuelvan a causar este nivel de destrucción.
Control a los afanes de figuración
Otro de los aspectos que han sido manejados de manera muy loable es el relativo al control de los factores que —de buena o mala fe— han pretendido convertir la emergencia en una excusa para la figuración personal, corporativa o política.
Las autoridades han tenido una actitud firme al impedir que agarre vuelo esta tendencia, tan propia de las redes sociales, de convertir la situación en un espectáculo para ganar seguidores y “megustas” en cuentas personales; o para incrementar la reputación de empresas y marcas.
El personal de los cuerpos de seguridad ha dejado claro que el “turismo de tragedia” es de las peores ocurrencias que alguien puede tener en casos como este, pues los “asomados” no sólo entorpecen las labores de rescate y reconstrucción, sino que también pueden terminar engrosando el número de personas que necesitan atención, desviando valiosos recursos que deben enfocarse en las víctimas reales del suceso.
También se han desmontado operaciones políticas y mediáticas destinadas a construir narrativas según las cuales el gobierno ha sido negligente en la atención de la emergencia. Eso va contra toda evidencia, pero los manipuladores de la opinión pública no se amilanan cuando chocan con la realidad, sino que siguen empeñados en construir otra, paralela, de acuerdo con sus propios intereses.