Por Jonny Hidalgo
El producto del trabajo se distribuye, como ingresos, entre los trabajadores (remuneración del trabajo) y los propietarios de los medios de producción (remuneración del capital). Como se sabe, la remuneración del trabajo es el ‘salario’, mientras que la remuneración del capital depende del tipo de propiedad: será un ‘beneficio’, si la propiedad resulta de la inversión en un bien producido por el Hombre (máquinas, edificios, etc.), y será una ‘renta’ si la propiedad es sobre un recurso no producido por el Hombre (tal es el caso de la tierra).
Usualmente, el “rentismo” se refiere a un modelo económico altamente dependiente de la ‘renta’ que se percibe por un recurso natural que es propiedad del Estado. En el caso venezolano, se habla del “rentismo petrolero”; sin embargo, el petróleo no originó al rentismo. Este tiene su génesis en la colonización española que procuró riquezas basadas en la extracción de recursos naturales, que impuso un régimen de propiedad extraño a nuestros aborígenes, y que marcó una relación de dependencia en el contexto de la división internacional del trabajo.
Durante el siglo XX, la extracción petrolera fue configurada por la inversión del capital transnacional, con tecnología extranjera, mientras que la renta se capta (no se produce) en el mercado internacional, formándose un alto nivel de dependencia sobre factores foráneos de producción, que terminan ubicados en una posición de poder político dentro del Estado. La influencia de ese poder generó, en las instituciones públicas, una forma de hacer política que mantuvo bajos niveles de responsabilidad y poca capacidad gerencial, lo que habilitó a la corrupción como un mecanismo de distribución de la renta; además, favoreció a una economía importadora que ha ido desplazando a la producción nacional, la cual no deja de ser considerable.
Si solo se advierten los aspectos económicos del ‘rentismo’, entonces no podrá ser superado. La sola diversificación de la producción no lo resolverá, pues de hecho, el problema económico del ‘rentismo’ está en la ‘distribución’ que reduce a la remuneración del trabajo frente a la remuneración del capital. Esto no es un hecho meramente económico, sino social. No se trata de resolver una ‘economía rentista’ sino una praxis política y una ‘cultura rentista’, basadas en los valores o antivalores que promueve la renta capitalista. La Revolución Bolivariana trata de resolver este asunto, lo que trae presiones internacionales y reacciones intestina que se deben confrontar.