El pueblo venezolano está celebrando los resultados del 25 de mayo, no como una simple victoria electoral; sino por su significado histórico, basado en las ideas de Bolívar y Chávez en cuanto a la independencia y la soberanía nacional
Por: Geraldina Colotti y Tania Díaz
Hay que ver el amor con el que ellas gobiernan. Lo que podamos contar en este reportaje no les hace honor, ni de lejos. El domingo 25 de mayo, antes de las 7.00 de la mañana, ya estaban cantarinas y perfumadas en su “punto rojo”, el puesto de comando instalado en cada una de 15 mil UBCH (Unidades de Batalla Bolívar Chávez) para hacer seguimiento a la jornada electoral.
Sentadas alrededor de una mesa, café, vasitos plásticos, mantel limpio y planchado, las responsables territoriales del Partido Socialista Unido de Venezuela, registraban, paso a paso, la resistencia democrática de un país que se para firme frente a las fauces amenazantes del fascismo neocolonial y lo vence de la manera mas hermosa, a punta trabajo político colectivo, cara a cara, calle a calle, en cada comunidad: !Esta vez con 5 millones 24 mil 475 votos!
Claro que también hay muchos valerosos militantes hombres jefe de UBCH, calle y comunidad. A ellos nuestra admiración y agradecimiento. Pero hoy queremos honrar especialmente a las mujeres de la Revolución Bolivariana que trabajan día a día en la más de 270 mil calles y 46 mil comunidades activadas por el PSUV y en los 5 mil circuitos comunales, que dan asiento al gobierno popular, a nuestra democracia participativa y protagónica. Ellas conocen palmo a palmo las condiciones, necesidades, organización y planes de su territorio y quienes lo habitan. Por eso saben cómo actuar frente a la agresión y vencerla y también conocen muy bien cómo trabajar políticamente una elección !y ganarla!

El presidente Maduro anunció que los primeros 10 circuitos comunales que hayan totalizado el mayor número de votos recibirán una financiación directa por parte del plan: Juntos Todo es Posible
En la comuna la Ponderosa, de Barcelona, estado Anzoátegui, tomamos café frente a una casa del partido que había sido quemada completamente durante la violencia desatada por la extrema derecha el 29 de julio pasado, tras la elección presidencial. Alrededor había 3 puntos rojos desbordantes de entusiasmo, risas, bromas e intenso trabajo. No bajarían la guardia, hasta consolidar la victoria. Nadie se mueve hasta que se dan los resultados definitivos. Cuánta disciplina y conciencia revolucionaria concentrada alrededor de las modestas mesas. Cuánto amor han entregado caminando esas calles para que hoy prevalezca la paz y la democracia frente al odio y la violencia que nos quisieron imponer a la fuerza hace menos de un año. Gracias infinitas a la militancia irreplicable de nuestro partido.
Nos tomamos el infaltable café y recordamos a Aristóbulo Istúriz -quien fue gobernador comunero del estado- y por supuesto al Comandante Hugo Chávez: ellas ( las mujeres) brillaban como flores brotadas en cada punto rojo, que no son toldos y mesas, son robles sembrados en cada rincón del país y florecen cada vez que la Patria lo requiere.
A ellas, a las mujeres que son presentes en la dirección de todos los organismos populares, y hoy estan dirigiendo 5 gobernaciones, rindió homenaje el capitán Diosdado Cabello, en nombre del presidente Maduro, durante la rueda de prensa semanal del PSUV.
“Ganó la paz”. Más que un eslogan, un suspiro de alivio, y los pulmones que se llenan – de compromiso y alegría – antes de retomar la carrera hacia el futuro: hacia una nueva etapa por alcanzar, para consolidar, un proyecto de país que ya dura 26 años. Hoy más que nunca, para el chavismo en Venezuela, las elecciones no son solo un ejercicio democrático – de la democracia participativa y protagónica definida por la Constitución bolivariana de 1999 – sino un acto de autodeterminación y resistencia. Y los resultados de estas últimas – parlamentarias, regionales y de los consejos legislativos regionales – que se celebraron el 25 de mayo, y que pintaron de rojo casi la totalidad del mapa geográfico, son la confirmación de que el pueblo venezolano no quiere ceder a los chantajes y a las imposiciones del imperialismo y continúa construyendo su propio destino, bajo el signo del socialismo del siglo XXI.
Dando al gobierno de Nicolás Maduro, al PSUV y a la alianza del Gran Polo Patriótico un mandato pleno y renovado, este voto es una fuerte indicación política y simbólica: muestra la voluntad de profundizar las conquistas sociales, fortalecer la independencia económica y consolidar el poder popular; dice al mundo que una alternativa a la hegemonía capitalista es posible y necesaria, y que la esperanza reside en la resistencia de los pueblos. En este sentido, Venezuela es un ejemplo.
“Somos gente que resuelve” ha sido el afortunado eslogan de campaña, ideado por el socialismo bolivariano, que ha “resuelto” a su favor la contienda con la oposición, conquistando 23 de los 24 estados del país. El estado de Cojedes, donde ganó Alberto Galíndez, un líder de la oposición, quedó como un punto solitario en el mapa teñido de rojo. Respecto a las elecciones de 2021, cuando había elegido 19 de 23 gobernadores, el chavismo ha reconquistado hoy también Barinas, Nueva Esparta y Zulia.
También se tiñó de rojo la Guayana Esequiba, el nuevo estado cuya existencia fue aprobada por referéndum el año pasado, y que ahora tiene su gobernador chavista y 8 diputados. El número de parlamentarios obtenido a nivel nacional permite además alcanzar la mayoría absoluta de escaños en la Asamblea Nacional (AN), y allana el camino para las transformaciones proyectadas. El capítulo más importante concierne la propuesta de reforma constitucional, que será presentada en la apertura de los trabajos de la nueva AN, que se instalará el 5 de enero de 2026.
En casi todos los estados, el chavismo ha aumentado el número de votos, para un total de más de 5 millones, más de un millón trescientos mil votos adicionales respecto a 2021. El porcentaje de votos solo se redujo en los estados de Barinas, Carabobo, Mérida y Táchira. Un número que podría crecer, considerando que aún falta el voto de las poblaciones indígenas que acudirán a las urnas, según sus propias normas, el 1° de junio.
A la cita electoral del 25 de mayo, se presentaron más de 6.000 candidatos, pertenecientes a los 54 partidos políticos de toda orientación, para ocupar los 277 escaños de la Asamblea Nacional (más los 8 del Esequibo), además de los 24 gobernadores y los legisladores regionales. En total, 569 cargos electos por el pueblo.
Por la derecha, hubo dos coaliciones principales, Alianza Democrática y UNT-UPV, junto con la Red Decide de Henrique Capriles. Sin embargo, también hubo una amplia oferta de candidaturas independientes que no se identificaban con las coaliciones principales y que fragmentaron aún más el panorama político de la oposición, que obtuvo solo el 14% de los escaños en la Asamblea Nacional.
Quien, en cambio, se apresuró a cantar victoria es la extrema derecha de María Corina Machado, que hizo campaña por el boicot electoral, y que ahora pretende adjudicarse una supuesta victoria del abstencionismo, declarando que “más del 85% de los venezolanos desobedecieron al régimen y dijeron no”.
Números que chocan con los mismos datos pregonados por su campo, usados como argumentos contra el gobierno. Primero entre todos, el de la inmigración que, si se da por buena la ausencia de 4 millones de personas del registro electoral, ciertamente no permite acreditarse como propios a todos los abstencionistas.
La participación en el voto fue de casi el 43% de los habilitados para votar, aproximadamente 21 millones de una población de más de 29 millones, y la presencia del chavismo como fuerza de gobierno y de pueblo experimentada es indudable. Es igualmente indudable que, a diferencia de la extrema derecha, que repite las peores recetas neoliberales según el dictado de sus amos occidentales, el socialismo bolivariano tiene un plan de gobierno, tanto a nivel territorial como nacional, y se presenta unido a pesar del debate, incluso encendido, que anima sus sedes políticas en todos los niveles.
Esta victoria es fruto de un largo trabajo y de una dirección política que se ha trasladado a las calles y plazas para acelerar la “nueva época de transición al socialismo”: con más de 100.000 asambleas populares, con un parlamentarismo de calle que ha producido 94 leyes en el período legislativo que concluye este año en un parlamento de mayoría chavista, y con un plan concreto de gobierno presentado por cada candidato a gobernar los territorios.
Un plan organizativo preparado por un profundo debate de corte gramsciano en el marco del Bloque Histórico, que ha convocado a todas las fuerzas para evaluar y actualizar los instrumentos políticos y teóricos de la revolución. Una estrategia organizativa eficaz y capilar, basada en el 5×5. Si, de hecho, hasta ahora el PSUV y sus aliados han podido ganar 30 elecciones de 32, esto se debe, al menos en la mitad, a la organización capilar y unitaria del partido.
El 25 de mayo, esta se estructuró en 5 frentes, cinco pilares fundamentales, cada uno multiplicado por 5 (5×5, precisamente): la organización de los dirigentes de calle y de comunidad, que actuaron en las Unidades de Batalla Bolívar y Chávez (UBCH); la organización de las estructuras sociales, representada por los Circuitos Comunales; la dirección en los Comités de Producción y Abastecimiento, compuesta por los líderes de los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP); la organización de los defensores de la soberanía nacional, comprometidos en la protección y la estabilidad del país en una gran unión popular cívico-militar y policial; las Misiones y Grandes Misiones, junto al Gran Polo Patriótico (GPPSB) que constituyeron la espina dorsal de la movilización en los 88 distritos electorales. Todas y todos han “trabajado para ganar” como les había pedido el presidente, Nicolás Maduro, en el marco de las 7T. Siete grandes transformaciones correspondientes a otros tantos sectores fundamentales de la sociedad venezolana, regulados por el parlamento en base a una Ley orgánica de desarrollo 2025-2031.
Un plan estratégico propuesto por el Presidente Nicolás Maduro y elaborado mediante un amplio proceso de consulta y debate popular en todo el país, con el objetivo de consolidar el proceso de la Revolución Bolivariana y afrontar los desafíos económicos, sociales y políticos de Venezuela. Un proyecto orientado a definir y consolidar así la “nueva época de transición al socialismo”.
A preparar la victoria del 27 de mayo han contribuido también otros procesos participativos como la elección de los jueces comunales de paz y las tres consultas populares, anteriores a las dos que aún deben realizarse en el 3er y 4to trimestre del año.
Puntos cardinales de lo que deberá ser la próxima reforma constitucional, tendiente a adecuar la normativa al nivel de desarrollo de la sociedad venezolana y a los nuevos desafíos planteados por las nuevas tecnologías y el contexto internacional. El presidente Maduro ya ha anunciado que los primeros 10 circuitos comunales que hayan totalizado el mayor número de votos recibirán una financiación directa por parte del Plan Juntos Todo es Posible.
El Plan constituye una iniciativa estratégica del gobierno bolivariano para potenciar la gestión directa de los recursos y la ejecución de proyectos a nivel comunitario, que ya han sido votados en las primeras rondas electorales de las consultas populares. Un mecanismo para centralizar la gestión de los recursos a nivel nacional, pero para descentralizar su ejecución y decisión a nivel de base, reforzando el modelo de gobierno territorial bolivariano y el poder popular.
Un proyecto que ha sacado de quicio a los candidatos de la derecha, como Henrique Capriles, que ha agitado el espectro de la destrucción del estado. Que los recursos sean gestionados directamente por quienes los producen con su trabajo no es visto, obviamente, con buenos ojos por quienes con la democracia burguesa se han apropiado de ellos sin consecuencias. Y, de hecho, uno de los principales caballos de batalla de esa extrema derecha que ha pedido y sigue pidiendo siempre más “sanciones” y presiones al pueblo venezolano, es la privatización de los recursos y la petición de una mayor representatividad política que, aunque virtual como en el caso de la última autoproclamación, ha servido para engordar los bolsillos de una banda de estafadores, que se ha robado el oro de Venezuela y ha incautado y destruido la refinería Citgo.
Por ello, el pueblo venezolano está celebrando los resultados del 25 de mayo no como una simple victoria electoral, sino en su significado histórico, basado en las ideas de Bolívar y Chávez en cuanto a la independencia y la soberanía nacional, como indica la una de las 7 transformaciones: Expandir la doctrina bolivariana en todas sus dimensiones – política, científica, cultural, educativa y tecnológica – para fortalecer la soberanía nacional y la defensa del país contra las amenazas externas, incluida la protección de la Guayana Esequiba.
Otra importante T, se refiere a la Paz, la seguridad y la integridad territorial, y está orientada a perfeccionar el modelo de convivencia ciudadana, garantizar la justicia, el disfrute de los derechos humanos y la defensa de la paz social y territorial. En este sentido, adquiere mayor fuerza simbólica decir: “Ganó la paz”. No solo porque, gracias a la unión cívico-militar, no hubo “ni un empujón” durante la jornada electoral, como subrayó el ministro del Interior, Justicia y Paz, Diosdado Cabello, sino también porque el resultado electoral ha pretendido cerrar la puerta a la violencia propugnada por el fascismo venezolano y por quienes lo sostienen a nivel internacional.
Imposible no notar la distancia sideral que existe con países como Ecuador que, de ser un modelo de seguridad cuando eran gobernados por la izquierda, se han convertido en un abismo infernal donde presentarse a un cargo significa a menudo poner en riesgo la vida. En cambio, en Venezuela, el único luto que se lloró durante la jornada electoral del 25 de mayo, se debió a eventos naturales que afectaron el generoso compromiso de un policía y de dos militares que intentaban transportar material electoral a través de la corriente. El incidente ocurrió en el estado de Apure, una región ubicada en el suroeste de Venezuela, en la frontera con Colombia.
Por lo tanto, ha ganado la paz. Por un lado, los lacayos de un modelo imperialista que solo puede imponer sufrimiento y guerra al pueblo. Por el otro, un proyecto de país basado en la democracia directa y en el poder popular de una revolución que no pretende ser “ni calco, ni copia, sino creación heroica”. Y que, por ello, está haciendo historia.