Estas dos semanas de campaña electoral mostrarán nuevamente al mundo la convicción definitiva de Venezuela de ser una nación soberana
El enemigo no descansa en su determinación estratégica de cambiar el régimen político independiente de la República Bolivariana de Venezuela, y para ello ha definido al mes de julio como esencial para tratar de dar nuevos ataques favorables a ese intento.
En todo esto se conjugan hasta cinco aspectos, que forman parte del intento de cerco sobre nuestra nación, en un momento donde parece que el posible reavivamiento de la Organización de los Estados Americanos (OEA) serviría para el escalamiento de la actual administración de Donald Trump en el escenario regional.
Estos cinco elementos que valoramos son:
En primer lugar las acciones e inacciones del Alto Comisionado para los Derechos Humanos, Volker Turk, para favorecer la agresión hacia nuestro país, no afirmar nada en cuanto a la violación de los derechos humanos de nuestros migrantes, y continuar ahondando el expediente de instrumentalización de esa instancia para favorecer futuras acciones que nada contribuyen a la paz y estabilidad nacional.
En segundo, el desmantelamiento de un grupo armado con planes políticos de violencia, en Puerto Santo, estado Sucre, entre otros planes de desestabilización cuyas informaciones han sido reveladas por el Ministro del Poder Popular para Interior Justicia y Paz, Diosdado Cabello.
En tercer término la denuncia hecha por el presidente de la Asamblea Nacional, Diputado Jorge Rodríguez, del secuestro de 18 niños y niñas de nacionalidad venezolana por parte del gobierno de Donald Trump.
Como cuarto elemento, las infames declaraciones del presidente de la República Cooperativa de Guyana, Irfaan Alí, en cuanto a que Venezuela es una amenaza a la Seguridad Nacional de su país.
Finalmente, la decisión del Gobierno de Trinidad y Tobago de designar al denominado «Tren de Aragua», como una organización terrorista, lo cual busca reavivar la narrativa de este grupo como justificadora de acciones en contra de nuestro país.
Todo esto nos lleva a pensar que se intenta la conversión del proceso electoral, planteado para el 27 de julio en Venezuela en dos momentos: es decir por un lado la elección de proyectos por parte de la juventud venezolana que serían priorizados a través de los más de 5.300 circuitos comunales en el país, así como la elección de Alcaldías y Concejos Municipales prevista en la Constitución Nacional; todo esto se procura convertir en un momento nuevo de promoción de una agenda de violencia para procurar cambiar por la fuerza de régimen político de la República Bolivariana de Venezuela, determinación estratégica que no ha cesado por parte de las distintas administraciones de Estados Unidos, y su condición de élite de poder en general.
Por ende, la posición de Venezuela, tal cual como lo expresa la actual situación de paz política y social, así como activación de capacidades más allá de las cotidianas, en cuestiones tan neurálgicas como atender la situación que se ha producido por las lluvias en el occidente venezolano; no puede ser otra que ponerse nuevamente en defensa de todo cuanto hemos conquistado en una etapa de resistencia política heroica.
No hay duda de que todo el proceso de agresión sistemática en contra de Venezuela ha sido debidamente enfrentado por por el Estado, así como por la determinación de un pueblo que se ha negado de manera reiterada a ser partícipe en escenarios que en nada contribuyen al desarrollo que todos procuramos.
Esto lo hemos visto confirmado en el inicio de la campaña electoral de cara a los procesos electorales del 27 de julio próximo, que bien sabemos por un lado tienen la elección de Alcaldías y Concejos Municipales, y por el otro, de los proyectos de la Juventud que serán priorizados en los más de 5.300 circuitos comunales.
Esto último derivado de un ejercicio de participación protagónica que tiene como fondo la perspectiva de futuro que estamos desarrollando en la etapa que se transita actualmente, y que tiene como objetivo la permanencia de nuestra juventud en Venezuela.
Es más que evidente la persecución sistemática en contra de la migración venezolana, que ha sido perseguida, criminalizada, señalada y sobre todo atacada desde su condición de nacionalidad, hasta por su presencia en territorio estadounidense; cuando sabemos que mucha de esa migración viene de la mano de un proceso de agresión económica con más de mil medidas coercitivas unilaterales, que hemos tenido que soportar y enfrentar con muchísimo sentido de resiliencia los venezolanos y venezolanas.
El hecho de que la campaña electoral en Venezuela haya arrancado en absoluta paz política y social y que cada uno de los factores políticos esté desarrollando de manera libre sus propuestas, de acuerdo a sus estrategias de campaña, resulta en una victoria nacional de relevancia, ante los conocidos planes de violencia que factores extremistas pretenden llevar a cabo (muchos de ellos neutralizados por la inteligencia popular y los cuerpos de seguridad del Estado venezolano), con la pretensión de vulnerar el buen proceso que se debe llevar a cabo el venidero 27 de julio.
De igual manera debemos destacar, que la defensa de la paz del país pasa también por entronizar que este proceso electoral marque el paso definitivo de tránsito hacia una organización política que sea construida a partir de los circuitos comunales, y desde la perspectiva del empoderamiento del Poder Popular como la quinta esencia de la gobernabilidad que estamos construyendo.
Ello implica que las alcaldías y concejos municipales deban ponerse enteramente al servicio de construir sus agendas de gobierno, no con grandilocuentes palabras o encerrados en grandes salones o cónclaves; sino precisamente palmo a palmo en el territorio, con el conocimiento pleno de las problemáticas que aquejan a nuestras comunidades, y sobre todo en un ejercicio de gobierno en la calle que el propio presidente de la República Nicolás Maduro Moros ha enfatizado desde la orientación de menos escritorio, más territorio.
Estas dos semanas de campaña electoral mostrarán nuevamente al mundo que la convicción definitiva de la República Bolivariana de Venezuela es sostener altivas y fuertes las banderas de la paz, la libertad, la autodeterminación, y sobre todo nuestra condición indeclinable de ser una nación soberana e independiente.