Por: Federico Ruiz Tirado
El golpe del 11 de abril del 2002 subió el telón y dejó al descubierto intencionalidades muy claras de los modus operandi que guardaban los golpistas, -algunos, claro, otros se enmascararon-, aprendidos de los relatos del fascismo como fenómeno político global, desde Italia, España, Alemania hasta llegar a la Argentina, Chile y otras latitudes del mundo y la América Latina.
Un fascismo que logró implantarse tras cruzar el océano mediante ideologías y clases políticas dominantes locales, refugiadas en las entrañas de las cúpulas de las oligarquías empresariales, sindicales, militares, eclesiásticas y políticas.
Carmona es un buen exponente de este ensayo afortunadamente breve, y claro, también los chicos de Primero Justicia y los medios de comunicación.
Este episodio ya está plasmado en la psicología del venezolano.
Hoy, sin embargo, en medio de esa psicopatía que muestra la derecha venezolana, acompañada del imperio y otros socios, no solo tienen planteado acorralar al gobierno electo de Maduro el 28 de julio, sino prender de nuevo las mechas y llamar a esa guerra civil que sale de las voces babosas del viejito González y la jefa de los Comanditos del terror, María Corina Machado.
Creo que el propósito ulterior es, en definitiva, dar un zarpazo al imaginario chavista que impera en Venezuela e intentar crear una situación de zozobra que repita la tragedia.
El 10 de enero del 25 será un día para apertrechar nuestra soberanía y defender el territorio, la vida del pueblo; acompañar a la Fuerza Armada Nacional, a la Constitución Nacional en sus 25 años: legados del comandante Chávez.
Los fascistas tienen ante si una imposibilidad psicológica: que es el imaginario chavista y su expresión práctica. El ensamblaje del concepto de PATRIA que dejó Chávez en cada rincón del país, no es una película fácil de borrar.
Nuestro gobierno habrá podido cometer muchos errores, pero ese imaginario está incólume en la sangre del pueblo y se siente extensamente.
No lo olvidemos. No vamos a salir a flote de las ruinas. Somos un país en rebelión y queremos vivir en paz.